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“Impuestos ciegos sobre la tierra hacen retroceder a la producción”

En el marco de la Conferencia organizada por radio Carve y El País en el marco de la Expo Durazno, el Ing. Pablo Carrasco le puso números a la realidad uruguaya, buscando “encender las luces amarillas de lo que es un cambio de tendencia desde una época de crecimiento a una con el signo contrario”.

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Pablo Carrasco, Gordon Storey y Martín Rapetti, disertaron en la Expo Durazno 2016.

Durazno Pablo D. Mestre.

Respecto al marco internacional dijo no creer que haya problemas como se dice. “Hace un par de años el novillo estaba a 3,80 y en Australia a 3,30 y nos decían que había que mirar los mercados de elite como Australia; ahora ellos compran a 4 y nosotros a 3, y nos dicen que hay que mirar a Brasil que va a competir con nosotros”.

En ese aspecto se mostró optimista.

Falta de certezas. Hablando del mercado interno, se refirió a la falta de certezas tecnológicas: “en agricultura y lechería son muy claras las tecnologías, pero en ganadería tenemos infinitas fórmulas”.

Se preguntó por qué Uruguay produce hace 50 años 100 kilos de carne equivalente por hectárea, analizando que se complicaron los números para producir. Una de las posibilidades para zafar del aumento de costos seria producir más, “pero para un ganadero no es tan claro pues la incerteza tecnológica es enorme”.

Y mencionó al INIA como “responsable de esa orfandad tecnológica”. El Ing. Carrasco recordó las cosas que cambiaron al Uruguay: “la forestación fue dirigida por empresas privadas que pagaron todos los costos de aprendizaje; la siembra directa la lideró AUSID y no el INIA que viene siempre atrás validando lo que los productores pagaron como costos de aprendizaje”. Los feed lots también, “un homenaje al Toto Gramont que lo hizo solo”. O sea, agregó, “nunca el INIA sube al barco de lo desconocido y como todos lo pagamos, tenemos el derecho a reclamar”.

Dijo que está muy claro que producir más carne tiene mejores ingresos, “el problema es que no tenemos claro cómo producir más carne”.

Demostró que la relación entre los gastos variables en el establecimiento y lo que aumenta el margen bruto es cero. “Esto está muy mal, es horrible, gastamos y los resultados son cualquiera. Esta realidad es la que inmoviliza la inversión”.

O sea, resumió: “el INIA tiene que empezar a incluir los verdaderos problemas que tenemos, y no que los productores seamos los que experimentamos y probamos”.

Industria y WhatsApp. El director de Conexión Ganadera analizó que la relación de la producción ganadera con la industria cambió desde el año 2013 en un nuevo escenario “que llegó para quedarse y es muy malo para nosotros”.

Dijo que se generó una relación diferente, “de los peores desfasajes con un importante divorcio entre lo que nos pagan y lo que se vende afuera”.

Para Carrasco en 2013 empieza otra historia. “Una nueva integración de la industria que juega de una forma mucho más monopólica de lo que estábamos acostumbrados”.

De allí que afirmó que si bien hay cadena, regida por el mercado, “éste está funcionando mal, con ruido”. Y sostuvo que hay una coordinación entre los compradores. “Son 10 que tienen el 80 a 90 % del mercado uruguayo y se hablan en un grupo de WhatsApp si quieren”. Dijo que “el hecho que el Ministerio de Economía no pueda demostrar la colusión, no quiere decir que no exista, es muy fácil hacerla hoy con el avance de la comunicación”.

Esto, agregó el consultor, “me parece preocupante y me recuerda al destino que llevaron los ovinos en Uruguay, que tiene mucho que ver con que la industria los usó de comodín muchos años”. Aclaró que cuando se produce, “lo peor que le puede pasar a un productor no es que le paguen poco por lo que produce, sino que no se lo levanten. Eso es desanimador”.

En pie. Ante esta situación manejó que darle una salida a la exportación en pie del novillo gordo, es una alternativa tan válida como lo es con los terneros. “Y me parece que los propios productores pueden generar recursos para subsidiar los costos de exportación. De forma que no se precise que Brasil esté 20% por encima para poder exportar”. El Ing. Carrasco dijo que “Ese 20% vamos a ponerlo entre nosotros. Con subsidiar un 5% de la faena, el 95% de los novillos sube de precio porque eso pasa en el ternero, no se precisa mandar todo al exterior para que acá valgan”.

Cambio tributario. El Ing. Pablo Carrasco recordó que en el 2013 hubo modificaciones en las reglas tributarias que cambiaron todo “y si no hay una rectificación de futuro el escenario no tiene nada que ver con lo que vimos hacia atrás”.

Analizó que el Impuesto a Primaria cualquier empresa por encima de las 300 hás paga. “Todos pagamos más o menos lo mismo, el 0,3% sobre el valor catastral de la tierra y da en promedio 1,5 US$/Ha.”.

La Contribución Inmobiliaria ha crecido en los últimos años. “Ya con 85 hás. se tiene un considerable aporte de CIR”.

Y el Impuesto al Patrimonio tiene tasa y sobre tasa para el cálculo. El tema, analizó, “es que el efecto que tiene sobre las grandes extensiones lo vamos a sufrir todos, como el efecto que tiene encarecer impuestos ciegos sobre la tierra”.

Hizo una demostración que si se suman los tres impuestos, se paga, más o menos, en los establecimientos de 500 has: 6,50 US$/há.; los de 1.750 has: 18 dólares; 4.500 hás: 26 dólares; 9.000 hás.: 28 y los de 22.000 hás: 30 dólares.

“Estos son los impuestos a la tierra ciegos, no importa lo que valgan las cosas, importa el valor catastral”.

Entonces, cuando se va a calcular el IRAE, “que se modificó de tal forma que es sin descontar lo que estamos pagando impuestos, es decir sobre todo”, mostró cifras y demostró que en los campos ganaderos del norte, “hablamos de casi el 80% de las ganancias a IRAE”.

Por ello sentenció que “estamos en posición de colisión, y si seguimos por este camino, algo va a pasar”.

Mencionó que lo que se solucionaba con escala, frente a esta nueva reglamentación impositiva ya no se arregla más, “por lo que las grandes extensiones se volvieron inviables y están arrendando sus campos que es la única salida que tienen, o venderlos, pues han provocado que sean inviables y no por problemas propios, sino porque 35 o 40 dólares por hectárea no se soportan”.

Libros viejos. El Ing. Carrasco sostuvo que cuando se hacen impuestos ciegos sobre la tierra, “los libros dicen que se envilece el precio de la tierra y se estimula la extensividad, se estimula producir con menores riesgos posibles y de la manera más prudente y especulativa que se pueda. Además baja el precio de la tierra”. Esto, agregó, es lo que dicen los libros desde hace 200 o 300 años, “o sea que estamos cometiendo los errores más viejos que se conocen”.

Dijo que cuando aumentan los impuestos ciegos “la producción se hace extensiva y especulativa”, por lo cual sentenció que “hemos cambiado la ganadería para atrás hacia lo extensivo”. Y demostró, con datos de Seragro, que por primera vez desde 2003 baja casi un 13% el valor de la tierra en Uruguay.

Entonces, el estímulo es a arrendar la tierra a no trabajarla más, “pues hay que ser muy porfiado para no hacerlo”.

Si desestimulan a la producción aseguró que “la sociedad va a pagar carísimo, como pagó siempre”. Y contrapuso una vieja aspiración entre los productores que la gente de la ciudad esté al tanto de lo que pasa en el campo, “como pasaba en NZ (ya no), pero lo que realmente nos importa es que entienda el juego el gobierno, los políticos”.

Y finalizó con una frase: “el campo aporta mucho más a la sociedad cuando crece que cuando paga impuestos”.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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