“Las señales de clima extremo serán claves en las expectativas de precios, una vez más”.
Cultivos de Soja. Foto: Daniel Rojas, El País.
Fimix agrofinanzas | [email protected]
Llegamos a la última semana de junio y ya debería estar todo sembrado en el Medio Oeste agrícola de los Estados Unidos. En un año normal, el maíz y la soja tendrían que alcanzar el cien por ciento del área de intención, pero ninguno ha llegado.
La demora es tal que el Departamento de Agricultura decidió prorrogar por siete días la actualización del informe semanal de avances de los cultivos, debido a no haber completado la siembra en tiempo. Y se va a quedar con las ganas, porque en la primera prórroga tampoco se alcanzó a sembrar el área completa.
Viene lloviendo en forma intensa y permanente en la zona agrícola de EE.UU. desde mediados de mayo. Anteriormente, el Medio Oeste vio las primeras lluvias con inundaciones de primavera, sobre el mes de marzo, cuando gran parte de la futura superficie que iba a ser destinada a la siembra quedó abajo del agua.
Las demoras en la implantación de ambos cultivos resulta histórica, y todas las semanas se conocen pronósticos que dan cuenta de más lluvias por venir sobre chacras absolutamente anegadas y en donde la falta de piso es una constante, que impide la entrada y el normal trabajo de las sembradoras y tractores.
Por estos mismos problemas climáticos es que desde mediados de mayo el maíz ha subido en el entorno de US$/ton 40, mientras que la soja también aumentó su precio US$/ton 50.
Los precios en Uruguay y en la región empezaron a acompañar la firmeza del mercado. Lo que hasta hace poco eran precios de ruina para la soja (US$/ton 270), actualmente se acercan a los US$/ton 320.
Un par de números atrás, cuando el precio en Nueva Palmira se ubicaba en US$/ton 300, sugeríamos la opción de vender el grano físico en el mercado disponible, usando US$/ton 6 de esa venta para operar en Chicago comprando seguro de precio a la suba. La idea era ganarle dólares a un mercado que no mostraba, en aquel entonces, señales de recuperación inmediata.
Si bien no tenemos la capacidad de predecir los valores que tendrá el mercado, podemos recomendar acciones a realizar bajo las condiciones determinadas que se vayan dando. Esa era una buena oportunidad, puntualmente. Hoy en día, con el devenir de los acontecimientos, lo es mucho más, porque la realidad respaldó las decisiones para operar en Chicago.
Actualmente los diferentes vencimientos reflejan los recortes de producción, pero sólo parcialmente. Mientras que en el informe de oferta y demanda de junio el USDA recortó de un plumazo unos 33 millones de toneladas de la cosecha de maíz estadounidense para el próximo otoño boreal, para la soja la dejó sin cambios frente a la publicación de mayo.
El mercado va sacando cuentas y considera demasiado optimista los cálculos del USDA, consciente de que más recortes tendrán que aparecer.
En estas fechas los farmers deben tomar la decisión de si seguir intentando sembrar sobre terreno barroso, con el consiguiente riesgo que implica sembrar fuera de la ventana de producción optima, resignando potencial de rinde y casi definiendo que el cultivo será de menor volumen frente a una siembra en tiempo, forma y condiciones agronómicas. Para el maíz, la fecha límite para definir si sembrar o denunciar las pérdidas al seguro ya pasó. Para la soja empieza a bajarse la cortina y, la decisión eventual de abandonar área para cobrar el seguro de imposibilidad de siembra, se reflejará sobre el área finalmente sembrada.
El mercado parece descontar que el USDA tendrá que volver a recortar la producción esperada de maíz. El último viernes de junio actualizará su informe trimestral de inventarios y el área sembrada en EE.UU..
La limitante de estos informes es que miden datos hasta el 1 de junio, mientras que en el período posterior los problemas climáticos que derivaron en el aumento de precios resultaron fundamentales para explicar la situación en la que se encuentra el mercado.
Hoy se muestra explosivo, con una situación climática que parecería marcar el camino para mayores subas de las cotizaciones. Los que tienen décadas en Chicago sostienen que un mercado climático lluvioso lleva más tiempo para terminar de armar el escenario alcista, a diferencia de la explosión inmediata que suele haber cuando la cosa viene de seca. Pero nada asegura que, pese a todos estos problemas, la cosa no termine enderezándose y que EE.UU. vuelva a sacar una muy buena cosecha (cada vez menos probable).
El problema a fin de cuentas es siempre el mismo: el mercado quiere saber cuánto antes en qué volumen se traducen las dificultades climáticas. Cuánto dejará de estar disponible para la comercialización. Por lo tanto, el aspecto del área es solo una parte de un problema mayor. El rinde y el área efectivamente sembrada deberían terminar de dar una idea más exacta sobre la producción a cosecharse en el otoño de 2020.
Mientras tanto, algunos productores esperan que los compradores le suban el precio con respecto a Chicago, cuando lo que viene ocurriendo es lo contrario, con primas que se van ampliando en la medida que esto refleja la demanda externa por soja uruguaya.
Otros averiguan, preguntan y consultan para armar estrategias que les permitan aprovechar la volatilidad reciente de los precios. Si bien no hay fórmulas mágicas ni nadie es infalible, buscar bajar el riesgo, operando con herramientas como los futuros y las opciones, son aspectos críticos al diferenciar entre empatar y ganar algún dólar más en el mercado disponible, con respecto a ganar todo lo que se pueda, de forma estratégica, haciendo que los cambios actuales de Chicago jueguen a favor de los números de la empresa en Uruguay.