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Tirando la moneda al aire

La incertidumbre será una constante que acompañará al agricultor durante el camino.

Cosecha - cultivos
GER01 SEHNDE (ALEMANIA) 12/07/2016.- Un granjero recolecta un campo de semillas de colza con una cosechadora durante el amanecer, cerca de Sehnde, Alemania, hoy, 12 de julio de 2016. EFE/Julian Stratenschulte

Por Fimix Agrofinanzas

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Al agricultor le gusta el riesgo. Está en su ADN. Sino tendría cualquier otra profesión, menos la de agricultor. Cada año cuando va a arrancar a sembrar, para el invierno o para el verano, lo único seguro es que la incertidumbre será una constante que lo acompañará durante el camino.

Nadie en su sano juicio podría decretar el escenario hacia adelante, ni en clima, ni en sanidad de los cultivos, ni tampoco en precios.

Emprendedores hay muchos y, generalmente, el que emprende en algún negocio va por la vida generándose oportunidades de trabajo, obviamente, a veces con buenos resultados y otras sin ellos. Ya decía Henry Ford, el éxito es conseguir saltar de fracaso en fracaso sin perder el optimismo.

El año cierra habiendo ocurrido casi todo lo inimaginable. La agricultura arrastró el déficit hídrico desde la primavera de 2017, que transcurrió con resultados de los cultivos de invierno que, si bien no fueron malos, no ayudaron para enganchar con la cosecha anterior de verano. Cabe recordar que en el otoño de 2017 se consiguió completar la mayor cosecha de la historia de soja.

Pues bien, con una cosecha de cultivos de invierno con poco para destacar, atrás vino la siembra de soja 2017/18 que, a contrapelo de la de 2016/17, terminó siendo la peor de la historia.

A los bandazos, una muy buena y otra muy mala: como los ciclos de la agricultura, como el corazón del agricultor, como la vida misma, un día estás bien arriba y al siguiente en el subsuelo.

Es lo bueno de la agricultura, y de la producción rural en particular, aunque la agricultura no sabe de medias tintas: forja el carácter, enseña a ser humilde, a trabajar en equipo y a no subestimar las fuerzas del rival, léase naturaleza, mercado o a la hinchada de River cuando pasa el bus de Boca. Como tantos deportes grupales, la agricultura es para los que, pese a todos los revolcones, se levantan y siguen buscando la forma más inteligente y eficiente de hacerlo.

La cosecha de verano fue espantosa, para qué ahorrar en adjetivos. No hubo cosecha, no hubo fruto del esfuerzo ni recompensa por meterle todo lo que se pudo. Nada de nada. Tan ingrata como suele serlo la producción a cielo abierto, sin mencionar a quienes no entienden los reclamos de aflojar la voracidad del Estado.

Sin producción, los precios de la soja anduvieron por las nubes a partir de mediados de febrero, cuando Chicago empezó a darse cuenta que la seca en Argentina era una realidad y que el principal proveedor de harina de soja en el mundo, casi 50% del volumen vendido en el mundo es argentino, no iba a estar, fue la locura.

Los valores en Uruguay pasaron de 350 hasta 400 dólares por tonelada, en cuestión de pocos días. Son precios que nadie debería despreciar… siempre que tuviera lo qué vender. Y el gran drama fue ése. Muy buen precio, pero sin nada para vender, un excelente valor multiplicado por un volumen cero, resulta cero.

De un momento para otro, el mundo se encontró con que se esfumó la demanda china por soja de Estados Unidos. Y Brasil se despertó con China tocándole timbre para llevarse un volumen superior al de los últimos años. Lo que sucedió fue, lógicamente, la suba fuerte e inmediata en el precio de la soja brasileña y la caída sostenida del precio para la soja de EE.UU..

Desde entonces, mayo de 2018, y hasta hoy en día, el precio de la oleaginosa ha caído sostenidamente en Chicago, en la búsqueda de volverse competitiva frente a la soja brasileña. Con Chicago en US$ 350 por tonelada, los valores en Uruguay se encuentran en el entorno de los US$ 330. Mientras se mantenga la guerra comercial, Brasil debería seguir siendo una buena opción de abastecimiento para China y, si el clima acompaña, Uruguay y Argentina también.

La primavera ha sido buena para la agricultura, para la siembra de verano e incluso para lo que se está cosechando de invierno, con buenos rindes y calidades, hasta el momento. Se espera por un año Niño y un verano llovedor, lo que debería asegurar obtener una buena cosecha de cultivos de verano.

Sin hacer futurología, en la planificación comercial, en el medir impactos de decisiones y en activar los pasos establecidos con tiempo, está parte del éxito de una buena estrategia comercial. No se sabe el tamaño de la cosecha de soja que podrá sacar Uruguay este año. Por ahora viene bien, pero a seguro le dieron cadena perpetua.

Incertidumbre. Si China y EE.UU. acuerdan hacer un alto en el clima de guerra comercial y encaminan los pasos, el país asiático podría comprar de nuevo soja en Chicago en forma masiva, afectando a los precios de América del Sur. Pero nadie tiene la certeza de si lo harán ni cuándo.

Guillermo Crampet

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