Es importante planificar con tiempo para después ejecutar la mejor estrategia.
Siembra de soja. Foto en twitter.
Fimix agrofinanzas | [email protected]
Este es un año en el que varios puntos han quedado claros, en cuanto a clima y mercados.
Por el lado de los precios, hace un año se venía de la peor seca de verano de la historia, la que literalmente evaporó los rindes de las chacras en gran parte del Uruguay y Argentina. Como resultado, los precios subieron, tanto en Uruguay como en Chicago.
La razón eran las fuertes subas de la harina de soja, de la que Argentina vende la mitad del volumen que se comercializa mundialmente. Esto fue un dolor de cabeza para el mercado, ya que los países clientes de Argentina debieron salir a buscar alternativas, tanto de abastecedores de este producto (básicamente, Brasil y EE.UU.) como de alimentos sustitutos para usar en las raciones animales.
Es importante señalar que China no compra ni un kilo de harina de soja a Argentina, ya que los costos de molienda hacen que a China le convenga comprar toda la soja como grano sin procesar.
Hasta ahí lo primero. Los precios del grano de soja subían por el efecto arrastre de la falta de harina argentina en el mercado. Incluso las industrias de molienda del gran Rosario (la mayor cuenca aceitera del mundo), teniendo que bajar costos fijos, optaron por seguir moliendo soja desde otros orígenes (Brasil, EE.UU.), aunque sin alcanzar los volúmenes ni los márgenes acostumbrados.
Si uno miraba para adelante podía ser moderadamente optimista, basado en una demanda china que no mostraba señales de retrocesos. Los precios en Chicago bordeaban los US$/ton 380 y Uruguay llegó a manejar bases (primas o premios) positivos, por lo que los compradores llegaron a ofrecer hasta US$/ton 420 para poder hacerse de mercadería. Era muy común escuchar a productores decir que ni por toda la plata que les ofrecieran podrían vender, ya que directamente no había producto.
Con estos precios todo cambió. Trump empezó a hablar y (lo que es peor: twittear) en contra de China. Resultado: inició una escalada de guerras comerciales y aranceles unilateralmente impuestos por uno y otro, por lo que de buenas a primeras la soja de origen EE.UU. (de la que China importaba alrededor de la mitad del total de embarques) pasó a valer 25% más que la de cualquier otro origen.
Los precios empezaron a caer sostenidamente, de forma de volverse competitivos y atractivos para compradores de terceros mercados, quienes se vieron beneficiados indirectamente por comprar, de repente, a precios 25% menores de lo acostumbrado.
En el medio de todo esto transcurrió la siembra, toda la zafra y la cosecha de soja y maíz, sin mayores problemas, cerrando 2018.
Para principios de 2019 ya teníamos un cultivo en pleno ciclo en Uruguay y la región esperando por la revancha del clima, la que finalmente se dio.
Antes de eso, sobre fin de enero, China dio otro golpe a la demanda al informar sobre el brote de fiebre porcina africana en ese país, que venía desarrollándose desde agosto de 2018.
Esto provocó que se acumularan las malas noticias desde ese país. A la menor demanda por soja de EE.UU., se sumaba la menor demanda por soja en general, desde otros orígenes, lo cual le agregaba debilidad extra al precio en Chicago.
El valor en Uruguay llegó, en el peor momento, a los US$/ton 270 puesto en silo. Esto era un reflejo de lo que pasaba en Chicago, ya que allí los valores estaban entorno a los US$ 290. El maíz se pagaba hasta US$/ton 110, e incluso menos.
Solo un evento climático extremo podía despertar a los precios de los granos de ese marasmo. Y ese evento llegó en el momento de la siembra de verano, se abrió la canilla y el diluvio universal apareció, anegando gran parte del cinturón maicero, la zona agrícola núcleo de EE.UU..
A partir de ahí los precios empezaron a subir sostenidamente, reflejando el miedo de un mercado que no sabía a ciencia cierta en cuánto volumen menos se reflejará el clima adverso.
El mercado mundial de granos se maneja en base a expectativas del volumen de grano disponible (stocks vs consumo), por lo que es imperioso conocer este dato para poder planificar márgenes y volúmenes a comercializar. Todo lo que no permita tener información clara es un generador de volatilidad. Y es lo que está ocurriendo. Los fondos de inversión que operan en Chicago solo le agregan volumen de efectivo a las operaciones, ampliando las subas y las bajas. De eso se trata esto.
El productor que en Uruguay obtuvo excelentes rindes, por el efecto del año lluvioso en esta zona, se queja del precio que obtuvo o que sigue recibiendo por su producto. Esta queja es entendible, teniendo en cuenta que cuando se empezó a planificar la última siembra, el precio de la soja estaba unos US$/ton 30 por encima de la referencia actual.
Pero una cosa es entender, quejarse y otra es gestionar cambios. Operar con futuros y opciones en Chicago es manejarse en un mercado paralelo. Esto significa que el precio que nos paguen por la soja en Uruguay, por ejemplo, va a ser el mismo, operemos o no, en Chicago.
La diferencia es que, operando en Chicago, vamos a tener los huevos en distintas canastas. Esto nos permite tener liquidez por haber vendido la soja al valor del mercado de Uruguay, pero también nos habilita a tener una revancha en Chicago, incluso aunque el precio de la soja o el maíz baje.
Justamente, operar en Chicago no habilita a que si el precio escaló hasta los niveles actuales, en caso que no existiera un problema con la producción en ese país, muchos están apostando a vender en Chicago para hacer su margen ante una expectativa de caída de precios. Así funciona uno de los principales principios comerciales: vender más caro de lo que compro algo. El asunto es cómo armarse la estrategia para poder captar para su margen comercial las subas o las bajas del mercado.
Tanto siendo productor, con soja guardada o con ella vendida, como siendo alguien que quiere beneficiarse de la volatilidad del mercado, las posibilidades están al alcance de la mano, como nunca antes.
Es como todo en la vida, planificando con tiempo, después es cuestión de ejecutar según el plan, ahorrándose plata.