Como todos los años, URUPOV (la asociación de productores y obtentores vegetales; empresas de investigación, desarrollo, producción y comercialización de nuevas variedades) divulga su informe sobre el cultivo de soja a partir de información recabada con tecnología satelital. El informe aporta valiosos datos sobre el principal cultivo del país y sus fundamentos tecnológicos.
Al respecto, el trabajo de teledetección satelital del área de siembra de soja que hizo URUPOV para la zafra 2024/25, estimó una superficie plantada de 1.384.000 hectáreas. Es la superficie más alta de los últimos nueve años (gráfica).

El dato confirma la recuperación sostenida del cultivo desde el año 2021, luego del retroceso ocurrido en el período 2017 y 2020. Con nuevos fundamentos e incorporación de nuevas tecnologías (y superadas trabas políticas aplicadas en aquellos años) la soja consolida su expansión y su relevancia en la producción agrícola uruguaya.
Como es sabido, el área del cultivo se concentra principalmente en el litoral, aunque se planta en todos los departamentos (mapa). El 63% del área se ubica en el litoral oeste; Soriano, Colonia y Río Negro responden por más de la mitad del total sembrado.

Origen de la semilla
El análisis del origen de la semilla utilizada -obtenido a partir de la contrastación de información satelital y comercial- muestra que el 52% del área se sembró con semilla comprada por los productores, mientras que un 31% del área se implantó con semilla de uso propio, declarada en el marco del Sistema de Valor Tecnológico (SVT) que gestiona URUPOV. Este sistema permite a los obtentores recaudar los royalties correspondientes por la propiedad intelectual de la tecnología utilizada, un mecanismo clave para defender la inversión en biotecnología y seguir apostando a nuevas innovaciones en la agricultura.
Lamentablemente, unas 236.000 hectáreas (alrededor de 17% del total), fueron sembradas con semilla de origen ilegal o uso propio no declarado; es un porcentaje similar al de la zafra anterior y es un problema para la protección de la propiedad intelectual y el lanzamiento de nuevas biotecnologías, en particular considerando la buena dinámica de incorporación de innovaciones que se ha dado en los últimos años.

En efecto, en términos de adopción tecnológica, el cultivo de soja en Uruguay muestra niveles altos y crecientes (gráfica). Aproximadamente el 64% del área nacional se sembró con variedades que incorporan eventos biotecnológicos de última generación, como Intacta, Enlist y Conkesta, que otorgan resistencia a herbicidas e insectos. El resto del área se sembró con materiales calificados como “RR1” (la “primera generación” biotecnológica), además de una muy pequeña superficie con materiales convencionales.
Según el informe, se mantiene una clara preferencia por cultivares de grupos de madurez entre 5.5 y 6.5, que responden por el 93% del área sembrada.
Uno de los puntos más interesantes del informe es el análisis de rotaciones, en la medida que la teledetección puede registrar los cultivos antecedentes. Al respecto, el documento establece que el 61% de las chacras sembradas con soja en esta campaña fueron sembradas con soja en la campaña anterior, cifra cercana al promedio histórico. Asimismo, se identificaron unas 358.000 hectáreas con soja sembrada durante cuatro campañas consecutivas; es la cuarta parte del área, constituye una práctica poco deseable y -además- significa un incremento del 15% respecto al año anterior; una verdadera luz amarilla para la sostenibilidad de las rotaciones. La mejora en las perspectivas de precios de la colza y las alternativas para rotar con cereales son claves para contener y -si es posible- reducir estos casos de soja continua.

Más allá de las habituales variaciones climáticas y de mercado, la soja sigue siendo el cultivo clave en las rotaciones agrícolas de la agricultura de secano, y se incorpora en los principales suelos de uso agrícola. Precisamente, en cuanto al uso del suelo, si bien el informe identificó soja en 170 unidades de suelos CONEAT diferentes, la mitad del área nacional se siembra en apenas 12 grupos de suelos, todos de alto potencial agrícola. Según el documento “esta preferencia por suelos de mejor calidad se mantiene de forma consistente en todas las regiones del país, aunque con ciertas particularidades zonales que responden a las características edáficas locales y decisiones de manejo”.
En cuanto a la estructura productiva del cultivo de soja en Uruguay, la misma se muestra estable, con un promedio de 3.200 razones sociales registradas como productores. El 25% de los productores siembra más del 80% del área nacional, mientras que el 76% de los productores trabaja en establecimientos menores a 300 hectáreas (21% del área total).
URUPOV concluye que la zafra 2024/25 “confirma el fortalecimiento del cultivo de soja en Uruguay, tanto en términos de superficie como de adopción tecnológica”. Advierte, sin embargo, que persisten desafíos vinculados a la formalización del uso de semilla, con un porcentaje aún alto de semilla ilegal. También destaca oportunidades para analizar más en profundidad y mejorar las rotaciones agrícolas. En este contexto el documento plantea que “la teledetección se consolida como una herramienta estratégica, precisa y objetiva para el seguimiento y planificación del cultivo a nivel nacional”. El informe completo se puede acceder en www.urupov.org.uy/documentos/
Mejora el precio
Después del “pozo” en el que cayó el precio de la soja en los meses de marzo-abril, la cotización del cultivo en el mercado internacional de Chicago ha mostrado una trayectoria de mejora persistente, que -sin ser del todo satisfactoria para los productores- levanta algo el ánimo (gráfica). Las incertidumbres generadas por el conflicto en Medio Oriente (en especial el reciente capítulo por el enfrentamiento entre Israel e Irán) han provocado una suba del petróleo y, en consecuencia, también en los mercados de aceites vegetales, por su vinculación a través de los biocombustibles. A esto se suma el anuncio de la administración Trump de apuntar a aumentar los porcentajes de mezcla con biodiesel. Con estos factores, el precio local de la soja, en plena comercialización, alcanzó 370 U$S/ton en la última semana. Es una mejora modesta respecto a las semanas previas, aunque el precio es casi 10% inferior al de un año atrás.
