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Pensando en sanidad animal “aún queda mucho por hacer”

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Mientras el mundo hace esfuerzos para evitar el avance de las enfermedades, apoyándose en el concepto “una sola salud”, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada vez aparecen más pestes de origen animal que afectan o ponen en riesgo la salud de las personas.

En 2023 ese concepto de la OMS caló más hondo. Quedaron en la memoria los años duros cuando la fiebre aftosa destrozó la economía de Uruguay, dejó a mucha gente sin trabajo e hizo perder los mercados, además de los daños económicos que le ocasionó al productor por el ganado que hubo que sacrificar, pero van surgiendo nuevos problemas sanitarios, por lo menos nuevos para nosotros.

Cuando todos habíamos dejado atrás el Covid-19, la influenza aviar que venía afectando fuerte al continente europeo, así como a países de América del Norte, desveló a Uruguay y la región, por el riesgo que representa el reservorio del virus en la fauna silvestre. Vacuna mediante, con vigilancia epidemiológica fuerte y una vez más, gracias al esfuerzo y trabajo conjunto entre el sector público y el privado que es orgullo de Uruguay y una ventaja que otros países no tienen, se mantuvo la enfermedad alejada del circuito comercial. Luego esa misma enfermedad afectó a los mamíferos marinos, pero nuevamente, la vigilancia y la prevención dieron sus frutos.

Cerrando el año apareció una nueva amenaza, la encefalomielitis viral equina, una enfermedad que se había sospechado podría haber estado presente en la década del 80, pero no se tenían casos documentados. El virus es transmitido por los mosquitos, pero la vacuna no frena la epidemia y es el humano el que debe parar el avance atacando el vector de transmisión.

El problema surgió en el litoral argentino, pero con la ventaja que el Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) conoce bien la encefalomielitis viral equina, porque tiene capacidad de diagnóstico, realiza un monitoreo permanente y responde rápido ante una sospecha. Como otras enfermedades virales también nos salpicó, surgiendo las primeras sospechas en el litoral que luego confirmaron casos clínicos. El diagnóstico en Uruguay demoró, pero una vez más se demostró que la vigilancia epidemiológica funciona, así como la complementación entre el sector público y el privado.

¿Qué nos deja todo esto? La necesidad de contar con veterinarios bien formados y capacitados. Productores informados y atentos, pero no menos importante es tener un servicio veterinario oficial que brinde una rápida respuesta, con técnicos zonales que estén trabajando rápido y codo a codo con veterinarios privados y productores. Una vez más pasamos la prueba, Uruguay demostró que es sólido en sanidad animal, porque siempre fue una política de Estado, independientemente del gobierno de turno, pero también hay desafíos. Nunca se sabe cuál será la próxima enfermedad que amenace el status país como para hacerle perder parte de sus mercados de exportación o la salud humana.

Tanto en la profesión veterinaria de libre ejercicio como a nivel de la Dirección General de Servicios Ganaderos quedan pocos “veteranos”. Muchos pudieron aportar su experiencia a las nuevas generaciones, les inculcaron ese amor y su pasión por las ciencias veterinarias, otros no pudieron hacerlo por completo. Es por eso que uno de los desafíos es continuar formando a los veterinarios recibidos y perfeccionar los estudios de las nuevas generaciones para que la atención de sospechas sea rápida y eficiente. No hay que olvidarse que generaciones enteras de veterinarios de campo nunca vieron un animal con fiebre aftosa (no vivieron los años duros de la enfermedad) y eso puede complicar al momento de atender una sospecha, perdiéndose tiempo y haciendo inevitable que el virus se desparrame en el rodeo.

A nivel de los productores, ni que hablar que el compromiso con la salud animal siempre está, pero hay que concientizar a quienes no lo tienen tan claro de que sin una buena sanidad no hay una buena productividad. Al productor hay que brindarles la máxima información, para que de inmediato se apoyen en su veterinario privado y ese es un camino que se viene transitando con firmeza.

Fortalecer con técnicos, equipamientos y recursos a los Servicios Ganaderos debe ser una prioridad si Uruguay quiere seguir manteniendo sus mercados y velando por la salud de sus productores, trabajadores y consumidores. En ese camino se está, pero no hay que bajar los brazos, porque como bien decía el Dr. Alberto Gallinal y así lo tomó como emblema para su establecimiento “San Pedro de Timote”: “Aún queda mucho por hacer”…

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