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Números en seco

La sequía sigue y la competitividad está en retroceso. Los agronegocios buscan más espacios de mercado, mientras siguen con atención las subas y bajas en los precios. Con márgenes estrechos, cualquier moneda sirve

Nicolás Lussich.jpeg

El panorama de los agronegocios sigue condicionado por la sequía, problema que no es exclusivo de Uruguay. El año pasado pegó muy duro la falta de agua en Brasil y Paraguay. Este año le tocó a Argentina y Uruguay, y ahora –en el inicio del ciclo 2023/24- está instalada y agravándose una nueva seca en EEUU. Los precios saltaron bruscamente en Chicago y mejoran las cuentas en las computadoras. Es lo que en la jerga de los analistas y operadores del mercado internacional se conoce como “mercado climático”: subas y bajas según el pronóstico meteorológico. El trigo en la posición diciembre llega casi a 280 U$S/ton, buena cosa. La soja posición mayo 2024 está en 480, también un buen valor, aunque lejos de los máximos históricos. Las cuentas agrícolas son justas, pero la baja en el precio de varios insumos y esta modesta mejora en los precios, son alentadoras.

Para que las cuentas se hagan realidad en el campo todavía falta: se espera que el Niño (que está viniendo) traiga lluvias en primavera, pero eso aún está por verse. De confirmarse ese escenario, será particularmente positivo para el próximo ciclo de verano (soja, maíz, sorgo, etc.), aunque implica riesgos para los cultivos de invierno que se están plantando. Por eso varios técnicos reclaman cautela: el daño productivo y económico de la seca pasada no se puede recomponer en un año. Hay que ir despacio.

En ganadería la situación es particularmente restrictiva: bajan los precios del ganado para faena, baja el dólar… y no llueve. El panorama forrajero es delicado y los números del Plan Agropecuario así lo demuestran. Según el relevamiento de la Red de Información Nacional Ganadera (RING), buena parte de los productores está en situación delicada y un porcentaje apreciable en situación crítica, en una situación que no se veía hace muchos años (gráfica). La falta de ganado hace caer la faena, aunque esto también responde a la situación de los mercados externos.

En efecto, China (el principal) arrancó el año con buena dinámica, pero no la logró mantener y las compras se moderaron. Además, los competidores también juegan: Brasil y Argentina están colocando más y a menor precio, todo lo cual está conllevando un ajuste apreciable en los precios medios de exportación y se trasladan (incluso de manera más drástica) al productor. Los negocios de la cuota 481 en su última “ventana” impidieron que esta tendencia se vislumbre más claramente, pero ahora el escenario es más claro. Y difícil.

Además, la cuota 481 se viene achicando y esto es un desafío para la cadena cárnica, en particular para el negocio del corral. También es una demostración de la relevancia de los mercados, su fuerte impacto en la exportación y lo limitado que está Uruguay, a pesar de que el país sigue golpeando puertas.

Acuerdos y desacuerdos

Los agronegocios principales del Uruguay están completamente integrados al mercado global: carnes, lácteos, granos, forestación, lanas, cítricos y otros, definen sus precios según los valores internacionales y en ese contexto Uruguay ha buscado darles más oportunidades de negocios y espacios de mercado, reclamando mejor acceso y reducción de aranceles. Los avances -hay que reconocerlo- han sido muy puntuales, sin saltos drásticos, en la medida que no se han firmado acuerdos amplios (TLC o similares) significativos. Uruguay está seriamente limitado por el Mercosur, en una situación no buscada que lleva décadas y que –según las palabras del propio canciller Bustillo en el Parlamento- hay que revisar.

Mientras, Brasil –socio principal del bloque- mantiene una agenda propia. Su presidente, Lula da Silva, ha encarado una intensa actividad diplomática y esta semana estuvo en Europa, entre otras cosas para responder los cuestionamientos a la gestión de la Amazonia. ¿Podrá esto destrabar el acuerdo UE-Mercosur? Difícil, aunque hay quienes mantienen esperanzas.

Uruguay también tiene su agenda, aunque con las limitaciones que su situación y dimensión imponen. Aun así, el presidente Lacalle Pou se entrevistó por más de una hora con su par estadounidense Joe Biden, en la sala oval de la Casa Blanca en charla directa, sin traductor. Al mandatario uruguayo lo destacan en EEUU por su postura crítica ante Rusia por la invasión a Ucrania, y por denunciar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, y también toman nota del reclamo uruguayo: menos aranceles y apertura comercial. En sintonía con este planteo, un grupo de legisladores estadounidenses (republicanos y demócratas) que visitó recientemente Uruguay, presentó en el Congreso de EEUU un proyecto para –precisamente- otorgar a Uruguay acceso, exceptuando productos con cuotas.

El proyecto es muy heterodoxo: plantea adherir a Uruguay a un acuerdo de promoción comercial que EEUU tiene con países del Caribe (cuya sigla es CBERA). Algunos técnicos son escépticos acerca de que esto pueda avanzar, porque podría haber cuestionamientos desde la OMC. Pero hay que ser realistas: el asunto depende más de decisiones políticas y Uruguay no puede dejar pasar ninguna oportunidad.

De aprobarse (asunto aún lejano) quedarían de lado la carne vacuna y los lácteos (sujetos a cuotas), pero aun así muchos otros rubros podrían beneficiarse de manera significativa por una reducción de aranceles con Estados Unidos; incluso podrían habilitarse nuevos rubros con potencial. Rubros ya existentes como cítricos, carne ovina, cuero y sus productos, lanas, textiles y todo lo referido a la producción de madera y productos de madera, podrían tener un impacto positivo relevante. Desde la Cámara de Comercio Uruguay-EEUU se enfatiza que es una oportunidad que está más cercana que en tiempos previos.

Gráficas

En cualquier caso, tanto para Europa como para EEUU el principal aliciente a acordar con Uruguay (o el Mercosur) es la amenaza china: el gigante asiático tiene una creciente influencia en la región y pretende ampliarla más aún. El presidente Lacalle Pou visitará el gigante asiático este año y la expectativa es que logre avanzar en el ya formalizado Acuerdo de Libre Comercio. En cualquier caso, Uruguay sigue limitado por el Mercosur y el margen de maniobra no es grande.

De manera que, una vez más, los agronegocios deben seguir caminando con las restricciones que imponen los mercados y el clima. En algún momento lloverá y los campos se recompondrán: volverán a crecer los forrajes y los cultivos volverán a sus ciclos habituales. Ciertamente, la producción deberá incorporar con mayor énfasis la mitigación del cambio climático, los seguros y la gestión del agua (riego y tareas afines), para todo lo cual se requiere inversión.

La competencia en los mercados es dura y el de arriba aprieta, pero no ahorca. Lo que Uruguay tiene que cuidar es la competitividad-precio: el tipo de cambio está fuera de equilibrio, retrasado, y eso complica a toda la economía, no solo a los exportadores. Por eso es clave que la política monetaria y la política salarial (que enfrentan decisiones clave en los próximos días) estén a la altura de las circunstancias. Si la inflación sigue bajando (seguramente el dato de junio será bueno), habrá espacio para que el BCU siga bajando la tasa de interés y los salarios tengan ajustes nominales moderados, sin perder valor real y aun mejorándolo. El resto dependerá de la pericia de los productores, técnicos, trabajadores y empresas. Y ya han demostrado que pueden.

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