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La vaca les gana...

La conocida situación de algunos Fondos de inversión en ganadería, si bien afecta la imagen del sector ante el resto de la sociedad, no debería tener incidencia directa en los negocios de compra y venta de ganado en el mercado.

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Por estas horas el sector volvió a ser centro de atención ante las noticias de las dificultades por las que atraviesan tres Fondos de inversión ganadera. Hay varios ingredientes que justifican esta “movida” noticiosa que va más allá de las porteras.

En primer lugar, que la mayoría de los inversores, se calcula en unos 6.000 involucrados entre las tres empresas en cuestión, son de fuera del tradicional sector ganadero. Personas de diversos rubros que, ante una tentadora oferta de retorno por encima de las que brinda el sistema bancario, apostaron a la “moneda ganado”. Realmente conmueven algunos ejemplos de personas que confiaron todos, o la mayoría, de sus ahorros proyectando rentabilidades prometidas, que los conocedores del negocio por lo menos se permitían dudar que se pudieran cumplir. Porque hay que ser claros, estos Fondos debían pagar rentas de campos, en general por encima de su valor, llevar adelante los sistemas de producción y pagar intereses a quienes invirtieron. Algunos grupos manejaban públicamente tasas de retorno de hasta 11%, otros en torno a 10%, u 8%, cuando sabido es que históricamente la ganadería tiene márgenes mucho menores de rentabilidad.

En cuanto a los montos que se manejan que colocaron los inversores privados en el sector, a través de estos Fondos, se habla, no son cifras oficiales de las empresas, que Conexión Ganadera captó unos US$ 400 millones, República Ganadera unos US$ 80 millones y el Grupo Larrarte en torno a US$ 20 millones aproximadamente. Serían, en números redondos, unos 500 millones de dólares.

Si hacemos números gruesos, esta cifra equivale, en valores de hoy, aproximadamente a un millón de terneros, y si se considera 1,5 cabezas de la categoría por hectárea, abarcarían más de 660.000 Hás. La cifra sería un cuarto de todo lo que Uruguay exportó el año pasado por concepto de carne vacuna: 2.000 millones de dólares. Es más del doble de lo que el país exportó en el año de ganado en pie: 320.000 animales de distintas categorías, a un promedio de US$ 600, unos US$ 192 millones más o menos. Esos US$ 500 millones significan además poco menos de la mitad de lo que tiene colocado en el sector ganadero el sistema financiero: 1.150 millones de dólares.

O sea, mucho dinero captado de inversores uruguayos que confiaron en el sector agropecuario que se ha caracterizado históricamente por la cristalinidad y el cumplimiento.

Otro tema es el campo. Se maneja que entre los tres grupos hay involucradas unas 150.000 hectáreas, información estimada, no confirmada exactamente. En este rubro, estos grupos, muchas veces para dar continuidad al negocio pagaban rentas por encima del valor que se maneja en el mercado. Una renta ganadera promedio, ronda los 80 o 90 dólares por hectárea y se llegaban a pagar más de 120 dólares.

En estas horas se maneja públicamente el tema de las responsabilidades del Banco Central, lo que no parece atinado, pues se trata de un negocio y acuerdos entre privados. La intervención no seria bien vista, pero sí quizás es necesaria una especie de supervisión como forma de dar ciertas garantías a los inversores. Aun así, el BCU informó en estas horas que desde el año 2018 se realizaron 11 actuaciones en empresas que ofrecen inversiones ganaderas a efectos de verificar que fueran efectivamente un contrato ganadero y no un depósito, préstamo individual, fondo de inversión u oferta pública de valores (instrumentos financieros) sin el debido registro del valor y su emisor.

Este es un tema viene de mucho tiempo atrás y ha pasado por gobiernos de todos los partidos políticos: una de las empresas hace más de 25 años está en plaza, y otra hace más de una década.

Respecto a lo jurídico, según el Dr. Horacio de Brum Delgado, especialista en derecho agrario y ambiental, la única mención que hay a la capitalización de ganado en toda la legislación rural en el Uruguay es cuando el artículo 3 del decreto ley sobre arrendamientos rurales dice expresamente, “no se consideran comprendidos en esta ley”, o sea no se le aplica la ley de arrendamientos rurales. Y en el literal D, dice “los contratos de capitalización de ganado por lo que el propietario del inmueble lo recibe de terceros para repartir entre sí las utilidades emergentes”.

Entonces, la mayoría de la doctrina, entiende que el contrato de capitalización de ganado es similar a lo que es la parcería pecuaria, donde una parte entrega animales a otra, para que la otra los cuide y que después se repartan los frutos y las utilidades. Si se habla de una capitalización de cría, lo que se va a repartir es un porcentaje de los terneros para cada parte. Puede ser una capitalización que le llaman “al valor”, de acuerdo al precio de compra y de venta de ese animal. Otra especie de capitalización puede ser al peso, de acuerdo al incremento del peso del animal, entre un novillo con 300 kilos, se vende con 500, esa diferencia de 200 kilos se divide en un porcentaje para cada parte. O, la capitalización de crías, de acuerdo a las crías nacidas.

El especialista explicó que la propiedad del ganado siempre va a ser de quien lo aporta. “No hay un cambio de propiedad del ganado, sino que quien recibe los animales los va a cuidar, etc., va a tratar de hacer la mejor gestión posible para luego repartirse los frutos que se obtenga, ya sea o kilos de carne o crías”.

Se trata de un contrato de carácter consensual que no es obligatorio hacerlo por escrito, si bien el Dr. De Brum entiende que sí se debería dejar registrado.

Es un contrato por el cual rige la autonomía de las partes. Por ejemplo, para establecer quién se encarga de la sanidad en cuanto a los costos de la sanidad. ¿Qué pasa con los porcentajes de mortandad? ¿Qué pasa si hay que reponer ganado que murió? Todas esas cuestiones, como no hay una legislación específica sobre la capitalización de ganado, en principio rige la autonomía de las partes. Eso quiere decir que las partes de común acuerdo pueden pactar lo que entiendan más conveniente.

La pregunta es: ¿Puede esto afectar a la comercialización de ganado? No necesariamente, porque, según ha trascendido, la mayoría de esta plata captada de inversores no se destinaba a comprar ganado, sino a una operativa financiera; entonces no participaba directamente todo este dinero en el mercado de reposición. Por lo tanto, no debería cambiar mucho la comercialización de haciendas, los jugadores van a seguir siendo prácticamente los mismos que están y no se deberían notar cambios en ese sentido. Porque, además, en esos campos que supuestamente dejarían estas empresas, habrá otros ganaderos que continuarán con el proceso ganadero. El área de campo no se pierde, en todo caso cambiarán los jugadores.

Sí puede haber lo que muchos llaman un “sinceramiento” de precios de las rentas de campo en algunas zonas, llevándolas a un valor más “real”, especialmente en el norte del país.

Donde sí afecta esto es en la mirada que puede tener el resto de los sectores de la sociedad sobre la ganadería, que en definitiva per se nada tiene que ver con estos negocios puntuales por lo expresado más arriba.

Pero una cosa es clara, el mercado ganadero no debería verse resentido, porque tal como dijo el Presidente Jorge Batlle hace unos años: la vaca les gana.

Una vez más…

Pablo D. Mestre es editor de Rurales. Ingresó a EL PAÍS en el año 1981. Primero desempeñó tareas en el Departamento de Corrección y luego, desde el año 1992, pasó a integrar la Sección Rurales donde fue periodista, productor comercial y hoy se desempeña como Editor. Además, fue fundador y Director de La Vanguardia Melense, trisemanario que se publicó en el departamento de Cerro Largo durante una década. Es también socio director de Mesol Comunicaciones, empresa que lleva adelante, en sociedad con el diario, el Portal Rurales El País y diversas actividades en el sector agropecuario. Es también codirector del programa #HablemosdeAgro que se emite los domingos en Canal 10.
Nada debe poner de mejor humor a un narcisista que ver cómo con solo hablar genera reacciones políticas en todo el mundo, además de impactos que mueven miles de millones de dólares y que cambian el sesgo de los negocios globales.
Las lluvias, mayor tranquilidad en los mercados financieros y los aumentos en los precios de algunos productos, mejoraron el panorama de los últimos días.

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