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Balance en movimiento

La llegada del primer lote de vacunas contra el Coronavirus refuerza la posición de Uruguay ante la pandemia. Pero hay un rebote amenazante en el número de casos, la economía está golpeada y le llevará tiempo recuperarse. El Estado tiene que ayudar más, pero donde más se necesita, porque  no le sobra nada...

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A 13 días de asumir, Lacalle Pou inauguró la cosecha de arroz. Ese día todo cambió... Foto: Martín Ferreira Pinto.

 

Nicolás Lussich /Ing. Agrónomo MBA / Periodista

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Hacer un balance de la gestión del primer año de gobierno no es sencillo en un contexto como el actual, pero parece claro que el presidente Lacalle Pou y la coalición multicolor estuvieron por encima de las expectativas. Es posible que la pandemia haya “ayudado”, pues ante una crisis general, la ciudadanía tiende a unirse y poner el hombro. La propia oposición política (FA) y los movimientos sociales se movieron en márgenes razonables de reclamo y las confrontaciones llegaron hasta un cierto límite. Las excepciones confirman la regla.

No es un asunto menor, pues Uruguay es un país pequeño que ya venía con problemas económicos y sociales previos (falta de crecimiento y competitividad, problemas de seguridad pública). La pandemia podría haber golpeado más seriamente la convivencia y las instituciones. Sin embargo, hubo una dosis razonable de diálogo y una conducta responsable de la gran mayoría de los uruguayos. Las excepciones -también aquí- confirman la regla.

Luego de 15 años de gobierno del FA, había muchas incógnitas sobre el funcionamiento de la coalición multicolor en el gobierno y del FA en la oposición. Pero lograron aprobar las leyes clave (LUC, Presupuesto) y mantener iniciativa en varios planos (Seguridad, Trabajo, MIDES), mientras la oposición (con experiencia de gobierno) busca ubicarse en su nuevo rol, para lo cual debe resolver liderazgos y decantar una estructura sectorial más funcional. El FA tiene múltiples grupos y sectores, que no hacen fácil una estrategia común. Además, tiene pendiente una separación más clara de roles con el PIT-CNT. El abrazo sindical le está quitando oxígeno.

La coalición multicolor también tiene sus problemas. Dado que su próximo candidato a la presidencia será el del partido con más votos, tarde o temprano el Partido Nacional enfrentará el desafío del resto para alcanzar esa posición, lo que traerá tensiones.

Los matices y diferencias ya van apareciendo en la discusión sobre las medidas económicas para enfrentar la crisis.

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Lo real y lo posible.

Se espera que la economía se recupere, paulatinamente, este año. Pero es bueno antes calibrar el golpazo que tuvo en 2020. Los últimos datos del desempeño del comercio son especialmente duros (gráfica): las ventas en total cayeron casi 16% interanual real en el último trimestre, pues se contrajeron casi 6% las ventas en supermercados (que venían aguantando) y se agudizó la caída en otros sectores. Es un panorama de cierto agotamiento en el consumo, reflejo de los problemas de empleo e ingreso que se agravaron con la ola de Coronavirus a partir de noviembre. La pésima temporada va a agudizar los problemas sociales y económicos, por lo que parece importante que el Estado actúe.

La duda es cómo y con cuánto: la situación fiscal no se desmadró, pero es muy delicada (el déficit está en 5,8% del PBI). El gobierno hizo ahorros (lo cual es positivo), pero también aumentó gastos para atender las demandas sanitarias y sociales por la pandemia. Ahora se abre una discusión sobre qué medidas agregadas hay que tomar. Las habrá, seguramente extendiendo seguros de paro y planes de apoyo a los más carenciados, al tiempo que se exoneran impuestos y se bajan costos a las empresas más afectadas.

La cuestión es si la coalición resistirá esa discusión que se abrió sobre las medidas, y -además- si éstas serán suficientes. En política es clave no solo la situación económica en términos absolutos, sino las tendencias. El nivel de ingreso promedio de los uruguayos alcanzó niveles muy altos sobre 2017-2018 (máximos en casi 40 años), para luego comenzar a retroceder y caer fuerte con la pandemia.

Aún con estas serias dificultades sociales y económicas, el gobierno mantiene buenos niveles de respaldo, pero si no comienza a haber señales de recuperación consistentes, el humor general puede cambiar. El límite lo impone la situación fiscal y financiera, con una deuda que se eleva y el déficit que no baja. Seguramente se expanda el gasto, aunque con cautela y paso a paso, como sucedió en 2020. Es que no se sabe con certeza cuándo se volverá a la normalidad, y no se puede gastar todo el margen de un saque. Una lectura general de las propuestas y de la situación, hace pensar que las medidas seguramente implicarán un refuerzo en partidas sociales por US$ 100 millones, a lo que se agregarían exoneraciones, medidas en tarifas, etc.. Pero todo esto se develará con mayor precisión, seguramente, esta semana.

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Agrointeligentes.

Una de las buenas noticias en este escenario de complicaciones es que el mundo asiste a un nuevo ciclo de valorización de los alimentos, con una demanda firme y una oferta que apenas logra cubrirla, año a año. Lo que sucede en el mercado de granos -en especial soja y maíz- es ilustrativo, pues EEUU y Sudamérica apenas pueden responder a la demanda china; los precios suben, emitiendo la señal para que se produzca más, pero esto no se hace de un día para el otro. Lo mismo sucede en otros mercados, como lácteos y carnes.

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El nuevo escenario alcista encuentra al sector agropecuario con más productividad y buena capacidad productiva. Basta ver lo que ha sucedido en los cultivos de invierno (gráficas) para ser optimistas en cuanto a la capacidad de respuesta productiva de la agricultura y el campo en general. Se espera que el área de trigo pueda alcanzar las 300.000 hectáreas y la de cebada -que ya está en niveles récord- siga avanzando. La remisión de leche en enero subió 6% interanual y marcó un nuevo récord histórico, mostrando también que la producción tiene capacidad de seguir avanzando, a pesar de que hay productores que quedan por el camino.

En el mercado ganadero los precios se están afirmando, en especial en la reposición, superada en buena medida la seca y con una demanda externa que sigue firme. A pesar de los problemas de los europeos, el precio de los cortes finos (Hilton) ha mejorado, y China sigue comprando sin parar. Mientras el mundo entero está pendiente del Coronavirus, todo indica que los chinos no logran sacarse de encima la peste porcina, con la afectación consecuente en su producción de carne. La demanda está firme y es un buen escenario para las carnes. La suba en el precio del ganado ya repercutió en aumentos al consumidor, algo esperable. No es la mejor noticia dada la caída de los ingresos, pero lo importante es que haya oferta: el sector ha sabido equilibrar bien la demanda externa y la interna, y no es necesario consumir cortes finos para mantener la alimentación y nutrición de los más carenciados: si los precios de los cortes populares se mantienen en niveles razonables, la carne será más solución que problema, como sucedió el año pasado.

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El crecimiento del agro se repica en otros sectores, en especial si los mercados industriales y de servicios asociados tienen suficiente libertad y apertura para responder. Esta semana, en un evento organizado por el New Zealand Trade and Enterprise (una suerte de Uruguay XXI de aquel país) pudimos actualizar una vez más la dinámica de los agronegocios neocelandeses, que promueven innovación en insumos, servicios, tecnología, software. Podemos estar a la par e incluso hacer aportes agregados. Claro que tenemos que mejorar el acceso a los mercados: si los corderos valieran 5 U$S/kg como allá, no tengan duda que la dinámica ovina en Uruguay sería vertiginosa; lo mismo en otros rubros.

La situación comercial del país es clave, pero la agenda de políticas agropecuarias tiene muchos otros capítulos y el primer año de gestión no ha sido sencillo. La gobernanza de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) generó un lío gordo con la oposición, pero originado en las propias filas de la coalición de gobierno. Por suerte, logró sortearse con diálogo y la UAM ya está funcionando.

Otro nudo complicado se armó en el rubro forestal con la aprobación del proyecto de Cabildo con votos del FA. Más diálogo se necesitará en el Senado para resolver políticamente el asunto. En el sector lechero lo urgente (Fondos, deudas, garantías), le viene quitando tiempo a lo importante (competitividad, ambiente, mercados), pero se espera que la mejora en los precios también ayude. Mientras, el MGAP promueve apoyos y exoneraciones impositivas para inversiones en agua, fertilización, etc., de manera de apuntalar el esperado crecimiento en el sector. La sequía se llevó buena parte de los esfuerzos el año pasado, pero se va superando y vendrá la recuperación.

En síntesis, la situación económica y social sigue difícil, aunque Uruguay logró evitar un escenario grave por la pandemia, más allá de las lamentables muertes. El 2021 será un año de lenta recuperación y el agro ayudará. El desafío es responder a las demandas sociales y productivas, sin erosionar la situación macroeconómica (inflación, déficit, tipo de cambio). Si ésta se desequilibra, no hay crecimiento sostenido posible.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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