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Avances y amenazas

El inicio de la vacunación contra el coronavirus es la mejor noticia para la economía en mucho tiempo, a pesar que los casos activos están en nuevos máximos. Superar la pandemia llevará meses, pero habrá una recuperación con protagonismo de los agronegocios. Surgen importantes inversiones, aunque preocupa, otra vez, la falta de lluvias.

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Nicolás Lussich | Ing. Agrónomo MBA - Periodista

El escenario externo para los agronegocios es alentador, pero no lo soluciona todo: la casi nula temporada turística y los problemas financieros que aquejan a muchas empresas, sumado a un mercado de trabajo malherido por la pandemia, harán que la recuperación sea paulatina. Si todo anda relativamente bien, se verá con más claridad en el segundo semestre. El gobierno elevó al Parlamento un proyecto de ley con medidas paliativas para PyMEs y -además- prevé otorgar facilidades de pago en BPS y DGI para todas las empresas con obligaciones atrasadas.

Por otra parte, el clima sigue complicando la agricultura, con un déficit hídrico persistente en la principal zona agrícola del país (Soriano y alrededores). Si bien todavía faltan algunas semanas para que la cosecha sojera se despliegue a pleno, ya es posible estimar que los rendimientos no serán altos, con proyecciones que ponen el promedio apenas por encima de 2.000 kg/ha. Además, si bien los precios han aumentado notoriamente, parte de la producción se vendió anticipadamente a valores inferiores a los actuales. No es un porcentaje alto, pero reducirá el precio promedio final.

De manera que el empuje agrícola que los altos precios promoverán se verá con más claridad recién en la próxima siembra de invierno.

En efecto, se estima que el área de trigo puede subir a 300.000 hectáreas, mientras Ambev, la principal empresa maltera, ya estableció su plan de comercialización de cebada para la próxima zafra, con mejoras respecto al año pasado. Otro factor alentador es que en la última zafra los lotes que no llegaron a dar calidad panadera o maltera -respectivamente para trigo o cebada-, se valorizaron muy bien como grano forrajero para la ganadería y la lechería, buena cosa para los chacareros y también para los tamberos y ganaderos, en especial los feedlots, que están reconfigurando negocios ante la reducción de la cuota 481.

Las exportaciones de trigo y cebada se afirmaron en el arranque del año, dato positivo en sí mismo, con negocios de buenos volúmenes a buenos precios, y que además permiten ingresar a la nueva zafra con stocks reducidos, lo que da espacio y tranquilidad para aumentar las áreas. Las de trigo sumaron US$ 55 millones en el primer bimestre, más del triple respecto al año pasado, mientras las de cebada superaron los US$ 20 millones, que se agregan a los US$ 28 millones de malta. Si a eso se agrega el fuerte avance de la exportación de colza, son casi US$ 150 millones que entraron a la cadena agrícola por cultivos de invierno en un par de meses, más del doble que el año pasado (cuadro).

Ganadería: cadena firme. En la ganadería la situación es auspiciosa, con aumentos en los precios y en la faena; comienza la zafra de terneros con muy buenos valores que apuntalan la base de producción. El escenario lo aprovechan especialmente quienes no se vieron obligados a malvender por la última sequía, que no son todos. Las exportaciones cárnicas están firmes, con un aumento de las ventas a China e Israel, aunque retroceden en la región y en la UE (cuadro).

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En Europa los precios del Hilton han retrocedido levemente, luego de una recuperación interesante. La expectativa está centrada en el avance de la vacunación, que permitiría comenzar a rehabilitar un mayor consumo en restaurantes y comidas fuera del hogar en general. Se esperaba que la vacunación tuviera un efecto más rápido, pero el proceso ha sido más lento del esperado en el viejo continente. En cualquier caso, es razonable esperar una mejora en el mercado europeo hacia mediados de año.

En este contexto, la noticia de que el Grupo Marfrig hará una inversión de US$ 52 millones de dólares para casi duplicar su capacidad de producción en Frigorífico Tacuarembó es de las mejores que han surgido en el sector cárnico y -por qué no- para toda la economía.

La decisión refleja que las perspectivas del sector cárnico son auspiciosas a mediano y largo plazo.

Una inversión de este porte en la industria frigorífica es muy significativa y se da en el contexto de una mejora en los resultados globales de Marfrig, que es la principal empresa del sector en Uruguay. El grupo tuvo ganancias mundiales por US$ 600 millones en 2020, debidas principalmente a sus negocios en EEUU. La inversión reafirma la apuesta a Uruguay, donde desarrolla especialmente negocios de carne diferenciada (orgánica) para Europa, EEUU y Japón, además de las voluminosas ventas a China.

Para este proyecto de inversión la empresa se acogió al régimen de promoción de inversiones, mejorado el año pasado, que permite exoneración de impuestos en la importación de bienes de capital y del IRAE en ejercicios futuros. Este mecanismo ha resultado especialmente potente para promover inversiones, que -según datos preliminares- se estarían reactivando.

Es un asunto clave porque para una recuperación contundente de la economía es necesario no solo que levante la actividad (producción, consumo) sino que aumente la inversión, con la consiguiente generación de más empleo. En el agro, hubo un importante ciclo de inversiones entre 2006 y 2014, con ventas récord de maquinaria, incorporación de otros bienes de capital y múltiples nuevos proyectos agroindustriales, de manera que luego del ‘bajón’ a partir de 2014, ha quedado bastante capacidad ociosa para aprovechar en este nuevo impulso, antes de sumar nuevas capacidades. Pero si Marfrig invierte como lo está anunciando, es reflejo de que las proyecciones de crecimiento son firmes y se necesita más capacidad de procesamiento y producción. Las ventas de maquinaria también muestran síntomas incipientes de mejora; buenas noticias.

El problema recurrente sigue siendo comercial: la cuota 481 se reduce y en otros mercados pagamos más aranceles que los competidores. Uno de los casos más chocantes es Japón, donde Uruguay está habilitado pero paga un arancel de 38%, notoriamente superior al de otros proveedores. Se están haciendo gestiones para mejorar esta situación, pero no es sencillo: si no se apunta a Acuerdos de Libre Comercio, es difícil lograr avances contundentes. Y eso depende de que el Mercosur habilite una flexibilización. Habrá que esperar novedades de la reunión de presidentes en Buenos Aires, el próximo 26 de marzo.

¿Subió el dólar?. El aumento de los precios internacionales configura el mejor escenario externo en más de 7 años para el sector, desde que dichos precios bajaran abruptamente en 2014. Por si fuera poco, el dólar -que venía flojo en los últimos meses- subió más de 4% en un mes, en línea con la región y reflejo de que la economía de EEUU se encamina a una fuerte recuperación.

Sin embargo, estas tendencias amenazan generar problemas con la inflación. En Brasil, el Banco Central salió a vender dólares intensamente y se espera que suba la tasa de interés; en Uruguay nuestro Banco Central también salió a vender dólares esta semana, luego de 10 meses sin participar del mercado.

El asunto refleja las tensiones que tiene Uruguay en precios y competitividad. Ante la pandemia, el Banco Central resolvió aplicar una política monetaria expansiva (tasa call en 4,5% anual) con el objetivo de facilitar la liquidez y el crédito, y bajo el supuesto de que no aumentará la inflación significativamente. Pero la economía uruguaya está muy indexada: los precios tienden a ajustarse por inflación pasada y -por lo tanto- es difícil bajar la tasa de inflación, que sigue en niveles molestos. En efecto, subió un par de décimas en febrero, para ubicarse nuevamente arriba del 9% anual, sin que hubiera mayores razones: las pautas de aumentos salariales han sido muy modestas y, sin embargo, los precios de varios servicios como salud, educación y otros, han subido más que los salarios. No hay justificación.

Así, hay un riesgo de que surjan -otra vez- problemas de competitividad por precio. La suba del dólar genera preocupación en la gente que mira día a día las pizarras, pero si se descuenta por inflación, resulta que el dólar está hoy en un nivel inferior al de marzo de 2020 en términos reales (gráficas).

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Estas relaciones de precios se definirán con más claridad en los próximos meses. En cualquier caso, si los precios se indexan sin justificación y aumentan sin fundamento las tarifas de servicios agrícolas, transporte, etc., y se genera presión en los costos laborales, la competitividad puede verse afectada y con ello la recuperación de la economía. Es un desafío relevante para la conducción económica y en especial para la política salarial.

En la ganadería la situación es auspiciosa, con aumentos en precios y faena. Además se anunció inversión de US$ 52 millones de Marfrig en frigorífico Tacuarembó.

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