En un rincón de Laureles, en el norte uruguayo, una carta manuscrita sigue siendo un puente. No es una metáfora, es literal: el proyecto De Puño y Letra conecta a cientos de niños rurales y urbanos a través del intercambio epistolar, promoviendo el encuentro, el reconocimiento y la pertenencia. La maestra Inés De Lisa es una de las impulsoras de esta iniciativa que ya va por su tercer año y que ha superado las 900 participaciones en 2023.
“El objetivo inicial fue que el niño valorara su entorno, que se sintiera orgulloso de su identidad rural”, recordó Inés, fundadora del proyecto junto a Carlos Guinovart y Gabriela Zabaleta. Desde su origen en 2023, la propuesta no solo busca reforzar la escritura a mano -habilidad en retirada pero fundamental para el desarrollo cognitivo- sino también crear lazos reales, genuinos, más allá de las pantallas. “Muchos niños del campo sienten que tienen menos para aportar, y esto les muestra lo contrario”, afirmó.

La semilla se plantó en la Escuela Rural de Laureles, donde Carlos asistía cada quince días para trabajar con los estudiantes. La conexión con Gabriela Zabaleta, promotora cultural, introdujo el componente epistolar. “Los niños se entusiasmaron más de lo que imaginábamos”, relató Inés.
Con el impulso de la red Fulbright, a la que ella pertenece, el proyecto escaló rápidamente a otras escuelas. Incluso cuando los maestros cambian de centro, se llevan la experiencia con ellos y continúan implementándola. El efecto multiplicador ha sido tal que incluso en los centros donde los docentes originales ya no están, la iniciativa continúa viva.
Un proyecto que ya camina solo
Una de las principales novedades de esta tercera edición es el enfoque en la inclusión. “Este año participan dos escuelas especiales, cuyos niños van a intercambiar cartas con alumnos de escuelas comunes”, explicó la maestra.
Gracias al asesoramiento de docentes especializados, se están probando estrategias nuevas para enriquecer ese vínculo. El acompañamiento profesional ha permitido que la diversidad se integre desde una perspectiva pedagógica respetuosa y creativa.
Otra evolución importante es la autonomía de los maestros: “Ya no necesitan tanto la mediación de Carlos o mía, ellos mismos se organizan y conectan”, señaló Inés. Incluso son los niños quienes, al comenzar las clases, preguntan si van a seguir escribiendo cartas.
“Se ha institucionalizado el proyecto dentro de muchas escuelas”, dijo con orgullo.
Además, los encuentros presenciales entre pares que han participado en el intercambio son claves para reforzar esos lazos.
“El gran abrazo del primer encuentro nacional fue inolvidable. Los niños se reconocían como si se conocieran de toda la vida”, rememora con emoción.
En ese camino hacia una educación más inclusiva, el proyecto también incorporó una herramienta fundamental: libros en Braille, elaborados por personas privadas de libertad de la Unidad 1 del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) de Puntas de Rieles. Estos materiales son prestados a los niños que los necesitan, sumando accesibilidad al proceso educativo y fomentando vínculos con otras realidades sociales.
Escribir sin juicios
Uno de los principios fundamentales del proyecto es permitir que los niños se expresen con total libertad. “Aunque los docentes enseñamos cómo escribir una carta, el momento del intercambio es absolutamente autónomo”, subrayó Inés.
En ese contexto, no importa si hay errores ortográficos o si la letra no es la mejor. “No se juzga, porque lo que importa es compartir”, afirma. Este enfoque genera un espacio seguro, donde cada estudiante puede explorar su voz sin temor.
Las familias también juegan un rol clave. No solo acompañan el proceso de escritura, sino que participan activamente en los encuentros entre escuelas.
“Invitamos a los padres a viajar con nosotros, porque ellos también son parte de este proceso de construcción colectiva”, explica la docente. Esta implicancia familiar ha sido decisiva para que el proyecto se sostenga más allá del aula.
A lo largo de estos años, De Puño y Letra ha sido testigo de historias conmovedoras. Inés recordó con especial emoción a un niño que, luego de visitar la casa presidencial, compartió su experiencia a través de una carta.
“La forma en que lo contó, con su mirada infantil, fue tan honesta y tan curiosa que nos mostró otra forma de ver el mundo”, cuenta.
En otro momento, los intercambios con niños de zonas urbanas como Soca desmitificaron algunas ideas preconcebidas.
“Los chicos del campo pensaban que los de la ciudad no sabían nada del entorno rural, pero después se enteraron de que también sabían andar a caballo, que tenían gallinas o que conocían a los teros”, relató.
Ese descubrimiento de similitudes en medio de las diferencias fue uno de los grandes logros del proyecto.
“Al final, todos tienen algo que los hace únicos, y algo que los une como parte de una identidad nacional compartida”, reflexionó Inés.
Expansión internacional
Este 2025, De Puño y Letra cruza la frontera: se implementará como piloto en Argentina, impulsado por Misiones Rurales Argentina. Aunque aún no se han definido las provincias participantes -debido a la complejidad logística del país vecino-, ya está confirmada la participación de 500 niños rurales y 500 urbanos de la ciudad de Buenos Aires.
La iniciativa cuenta con el apoyo de la Fundación Andreani, que permitirá el envío gratuito de cartas. “Es otra escala, otro país, pero el espíritu es el mismo”, afirma la docente.
En Uruguay, la proyección es mantener -y si es posible aumentar- la cantidad de escuelas participantes. Pero sobre todo, evitar que se transforme en una rutina.
“Nuestro desafío es que no se vuelva monótono, que cada año tenga su particularidad, su sello, su aporte nuevo”, dice Inés. La expectativa original era sostener el proyecto por al menos cinco años. “Vamos por el tercero y venimos muy bien”, concluyó.
Desde aquel primer año con 600 estudiantes hasta los más de 900 del año pasado, De Puño y Letra demuestra que la escritura aún tiene poder. Un papel, una carta, un sobre, pueden hacer mucho más que conectar distancias: pueden construir comunidad, autoestima, empatía.
Y lo siguen haciendo, letra a letra.