La última zafra arrocera dejó cifras históricas: más de 180.000 hectáreas sembradas, un rendimiento promedio de 9.300 kilos por hectárea —uno de los tres más altos de la historia— y un precio definitivo récord de US$ 17,05 por bolsa de 50 kilos. Sin embargo, en pocos meses el panorama cambió radicalmente. “Estamos frente a una baja de precio del 35% y un exceso de oferta en el Mercosur”, resumió Guillermo O’Brien, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), durante su participación en Hablemos de Agro (Canal 10). El precio provisorio de la nueva campaña se fijó en US$ 11,05, con un crédito adicional de US$ 0,45 otorgado por la industria.
La caída de precios está estrechamente vinculada a la reaparición de India en el mercado exportador —país que domina más del 40% del comercio mundial de arroz—, así como a un aumento significativo del área sembrada en países vecinos. Argentina pasó de 150.000 a 220.000 hectáreas en dos años, y Paraguay ya alcanza las 240.000, cuando hace una década no superaba las 50.000. “Hay un excedente regional de tres millones de toneladas”, alertó O’Brien, lo que genera presión sobre los precios de un producto que es esencialmente un commoditie.
Costos altos y competitividad regional
Mientras que el costo promedio de producción en Uruguay ronda los US$ 2.100 por hectárea, en Paraguay es de US$ 1.500 y en Argentina de US$ 1.700. “Aunque rendimos más, ellos logran una tonelada a un precio más bajo”, admitió el presidente de la ACA, señalando una clara desventaja competitiva. Para alcanzar el punto de equilibrio con los valores actuales, un productor uruguayo debería obtener entre 185 y 190 bolsas por hectárea. “Son rendimientos que se logran solo en los años buenos”, indicó.
En ese contexto, el atraso cambiario también pesa. Según O’Brien, el componente en pesos —energía, salarios y combustibles— representa entre el 30% y 35% del costo total. “Los números que hace seis meses eran el peor atraso de los últimos 35 años, hoy no parecen tan graves, pero la realidad sigue siendo la misma”, criticó.
A la caída de precios y altos costos se suma una amenaza aún mayor: el riesgo de que algunos productores deban parar. “Nos desvela evitar que alguien tenga que frenar. El arrocero, como el tambero, requiere años de trabajo para formar equipos y retomar luego es muy difícil”, explicó. Las consecuencias de una parada son múltiples: dispersión del capital humano, pérdida de acceso a financiamiento y caída de la capacidad instalada.
Según una primera encuesta interna, la intención de siembra para la zafra 2024/25 muestra una baja de unas 15.000 hectáreas. Aunque se espera iniciar la siembra en septiembre, O’Brien advirtió que las reservas de agua en algunas zonas están comprometidas, por lo que podría haber una reducción aún mayor.
La ACA solicitó la pasada semana al Ministerio de Transporte la habilitación de la Ruta 8 para el uso de bitrenes —modalidad que abarataría los costos de transporte— y reactivar el uso del ferrocarril entre Río Branco y Montevideo, operativo hasta 2019. “El 60% del arroz producido en Uruguay circula por ese corredor. Nos preocupa que no haya avances previstos a corto plazo. Es un tema estructural que debe trascender los gobiernos”, reclamó.
Inserción internacional: foco en Centroamérica
La apertura de mercados es vital para el arroz, que exporta el 95% de su producción. En ese sentido, destacó el viaje oficial a Panamá a comienzos de la nueva administración, donde el arroz fue incluido en la agenda. “Centroamérica es clave. Consumen mucho arroz —70 u 80 kilos per cápita por año—, y su producción propia baja año a año”, explicó. No obstante, recordó que los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos otorgan arancel cero al arroz americano, mientras que Uruguay enfrenta aranceles del 90% en la mayoría de los casos.
“En el caso de Panamá, cuando se declara desabastecimiento se abren licitaciones, y ahí competimos con arancel del 3,5%. En el 99% de los casos gana Uruguay por calidad, incluso con costos logísticos más altos”, detalló. No obstante, consideró que falta presencia diplomática y técnica en la región: “No será tan atractiva como Europa, pero Centroamérica es un mercado natural para la agroindustria uruguaya”, subrayó.
El arroz en cáscara ha ganado espacio en los últimos años, impulsado por la ACA como alternativa frente a los altos costos industriales internos. Hoy representa más del 40% de las exportaciones de la zafra. Por eso, la gremial observó con preocupación la reciente suspensión de la exportación de ganado en pie con destino a faena inmediata. “El problema no es solo económico, es de confianza. Los mercados se ganan con tiempo y se pierden en un segundo. No podemos darnos ese lujo”, advirtió O’Brien.
Convenio de precios y mirada a futuro
Consultado sobre el sistema de fijación de precios por convenio entre productores e industria, O’Brien lo defendió como “el menos malo”. Si bien se había probado una experiencia piloto para liberar un 20% de la producción al mercado spot, esta iniciativa quedó en pausa debido a la coyuntura desfavorable.
Para la campaña que comienza, la consigna es clara: “La expectativa no está en hacer el gran negocio, sino en mantener la empresa en marcha hasta que el mercado se recupere”, concluyó.