El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) atraviesa una etapa clave de planificación y redefinición. Su presidente, Miguel Sierra, lo sabe y lo expresa con claridad: “INIA tiene que transformarse en un motor de desarrollo, capaz de atraer talento, articular con el sector privado y dar respuestas a los grandes desafíos del agro uruguayo”. En diálogo con Hablemos de Agro, de Canal 10, el jerarca repasó los cinco grandes ejes que marcarán su gestión: la salud financiera del instituto, el nuevo plan estratégico, la transferencia tecnológica, las alianzas internacionales y la visión a futuro.
Finanzas apretadas y una apuesta por diversificar ingresos
Sierra explicó que INIA afrontó un 2024 complejo por la falta del aporte de Rentas Generales, que representa el 50% del financiamiento conjunto con el sector productivo a través del Imeba. Aunque este año comenzaron a regularizarse los pagos, la deuda acumulada asciende a US$ 36 millones. Por eso, se proyecta la creación de una unidad de captación de fondos internacionales.
“Estamos proponiendo un área específica para acceder a financiamiento externo en temas como biodiversidad, agua y cambio climático”, señaló. El presupuesto total ronda los US$ 50 millones anuales, e incluye además regalías por desarrollos propios.
Plan estratégico 2025–2030: riego, datos y bioindustria
El nuevo plan estratégico se articula en tres grandes avenidas: la producción sostenible de alimentos saludables; la transformación de INIA en una plataforma de bionegocios y polos regionales de innovación; y la modernización interna con inteligencia artificial y gestión de datos.
“Regar no es echar agua, es hacer un uso inteligente del recurso. Vamos a jugar fuerte junto al Ministerio de Ganadería”, afirmó Sierra, quien también destacó la importancia de evaluar el impacto económico de cada innovación. “Toda tecnología debe tener su ecuación de negocio: inversión, riesgo y retorno”.
En ganadería, INIA tendrá un rol central en Procría, el nuevo programa gubernamental de impulso a la cría vacuna. A través de sus estaciones experimentales y un equipo asesor de alto nivel, el instituto colaborará en la capacitación de cien técnicos que acompañarán a mil productores.
Transferencia: el gran cuello de botella
El presidente reconoció que, si bien el instituto genera conocimiento científico de alto nivel, el gran desafío sigue siendo la adopción de tecnologías en el campo, especialmente en la ganadería.
“El modelo de creación de INIA no le asignó competencias en extensión rural. Se asume que hay actores para articular, pero muchas veces no los hay, o son débiles”, explicó. En arroz, lechería y horticultura la articulación funciona bien. Pero en ganadería —admitió— la brecha es grande.
Proyectos como Procría, el uso de plataformas digitales y la integración con nuevas generaciones rurales son algunos caminos que el instituto piensa recorrer para fortalecer ese vínculo.
Alianzas internacionales y validación tecnológica
INIA busca posicionarse como referente regional. “Estamos creando una unidad mixta con Embrapa, enfocada en bioinsumos, inteligencia artificial y gestión organizacional”, adelantó Sierra. También firmaron protocolos con China para instalar laboratorios de investigación y granjas demostrativas, especialmente orientadas a tecnologías para pequeños productores.
Sierra diferenció dos enfoques de trabajo: validar tecnologías importadas —como maquinaria agrícola o desarrollos genéticos— y generar conocimiento original adaptado a las condiciones locales, como ocurre con vacunas y bioinsumos.
“En temas sanitarios como la garrapata, no se puede errar. Está en juego la confiabilidad de los productos uruguayos en los mercados”, enfatizó. En ese sentido, INIA trabaja en paralelo a otros centros como el Instituto Pasteur, en vacunas nacionales y estrategias de edición génica de más largo plazo.
Horizonte 2030: innovación, capital humano y apertura
Cuando se le preguntó cómo le gustaría que se vea el instituto dentro de cinco años, Sierra fue claro: un organismo con buen clima laboral, liderazgo técnico, reglas éticas claras y fuerte apertura hacia la sociedad.
“Queremos estaciones experimentales que fermenten ideas, que reciban a empresas, universidades, UTEC, UTU… y que el INIA se consolide como un nodo de atracción de inversiones y talento”, resumió.
El llamado para definir una nueva tecnología de trazabilidad en ganadería ya está en marcha, y desde julio comenzarán las pruebas piloto. Es uno de los muchos pasos que proyectan al instituto hacia un nuevo ciclo, donde la investigación, la innovación y la articulación caminen de la mano.