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La primera medición de la huella ambiental de la citricultura uruguaya obtuvo resultados optimistas

Se analizaron 376 cuadros de producción de naranjas, mandarinas y limones de seis empresas del norte y del sur del país, pertenecientes a UPEFRUY, institución que nuclea el 85-90% de los cítricos que exporta Uruguay

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La producción citrícola no sufrió grandes afectaciones por la sequía del año 2023, ya que en las empresas que se dedican a la exportación, hay un área casi total que está bajo riego, mientras que es un 60% aproximadamente que se realiza bajo la tecnología del fertirriego.
Foto: Naranjales Guarino.

La citricultura nacional dio un paso relevante esta semana al presentar los resultados de la primera medición de huella ambiental que se realiza específicamente para el sector y que arrojó resultados optimistas. Productores, técnicos y referentes del rubro se acercaron a la sede del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en Salto Grande para conocer los detalles del estudio, que fue una iniciativa de UPEFRUY y contó con la financiación del Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) de INIA.

La Ing. Alim. (Dra.) María Inés Cabot estuvo a cargo de la actividad ya que fue la líder del proyecto, en el que se analizaron 376 cuadros de producción de naranjas, mandarinas y limones de seis empresas del norte y del sur del país, pertenecientes a UPEFRUY, institución que nuclea el 85-90% de los cítricos que exporta Uruguay.

Con el apoyo del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, la Facultad de Agronomía (Universidad de la República) y la Universidad Politécnica de Valencia, se procesó la información relevada y se obtuvieron datos concretos. En el caso de la huella de carbono, el sistema citrícola uruguayo presentó valores de 0,17 kg CO₂ equivalente por kilogramo de fruta y 2.080,78 kg por hectárea, considerando únicamente la etapa de campo. Si se incluye también la etapa de packing, el valor total asciende a 172,08 kg CO₂ eq·ton⁻¹, de los cuales 165,65 kg CO₂ eq·ton⁻¹ corresponden al campo y únicamente 6,43 kg CO₂ eq·ton⁻¹ al packing.

“El valor que obtuvimos para la huella de carbono del sector citrícola es muy positivo. Coincide con el promedio reportado en estudios internacionales que reúnen múltiples casos productivos de distintos países, lo que refleja que nos encontramos en niveles comparables con los de otros sistemas citrícolas evaluados a escala global. En algunos casos, incluso, los valores registrados en Uruguay resultan más bajos, según la especie considerada y el país con el que se compare. Es un buen punto de partida y todavía hay margen para seguir mejorando. Además, este estudio marca un antes y un después para el sector, porque es la primera vez que se mide la huella de carbono con un enfoque representativo del sistema citrícola a escala nacional y con un nivel técnico comparable con el de otras cadenas agroalimentarias”, destacó Cabot.

Otro impacto ambiental relevante evaluado fue la escasez hídrica. En este caso, el sistema citrícola uruguayo registró un valor de 0,28 m³ equivalentes por kilo de fruta y 2.552,33 m³ equivalentes por hectárea de campo cultivado, considerando solo la etapa de campo. Si se incluye también el packing, el resultado asciende a 279,39 m³ equivalentes por tonelada, de los cuales 277,19 m³ eq·ton⁻¹ corresponden al campo y 2,20 m³ eq·ton⁻¹ al packing.

Entre los principales puntos críticos asociados a la huella ambiental que arrojó el estudio se encuentran los fertilizantes, tanto su producción, como las emisiones debido a su aplicación y la utilización de maquinaria agrícola como el tractor. “A partir de estos resultados, se plantearon una serie de recomendaciones técnicas orientadas a mitigar estos impactos, incluyendo opciones tecnológicas actualmente en desarrollo y otras con potencial de adaptación al sector citrícola uruguayo”, dijo Cabot.

En esa línea, se abordaron las principales medidas tecnológicas de mitigación recomendadas. “Las empresas ya están incorporando tecnologías y alternativas de manejo para mitigar los puntos críticos detectados. Desde INIA hemos generado información sobre opciones de manejo del suelo, para mejorar la estructura y la microbiología, y aprovechar lo que no aprovecha la planta, minimizando las pérdidas de fertilizantes. También hemos investigado otras opciones de manejo, como las coberturas verdes o el mulch orgánico protector, que mitigan las pérdidas y hacen más eficiente el uso del recurso hídrico, o las zonas de amortiguación cercanas al cultivo, para reducir el escurrimiento de sedimentos, nutrientes y agroquímicos desde áreas con uso productivo hacia cuerpos de agua”, explicó la Ing. Agr. (Dra.) Joanna Lado, investigadora del Sistema Vegetal Intensivo y del área de Agroalimentos de INIA.

A nivel metodológico, el proyecto permitió obtener factores de emisión concretos para Uruguay, que permiten cuantificar las pérdidas de nitrógeno de forma más precisa. “Esto permite obtener resultados más certeros adaptados al suelo, al clima y a la producción nacional. Entonces, cuando sea necesario cuantificar el impacto ambiental de un predio citrícola, los técnicos podrán acceder a factores de emisión representativos y seleccionar los que mejor se ajusten a las características específicas de su caso de estudio”, detalló Cabot.

Por último, se presentó la calculadora de huella de carbono diseñada en el marco del proyecto. “Es la única que hay en Uruguay adaptada especialmente a las características del sistema productivo nacional. Además, es muy simple de usar, porque las empresas solo tienen que completar determinados datos en pestañas específicas y obtienen su resultado”, explicó la líder del proyecto.

Desde INIA destacaron los resultados del proyecto con una visión a futuro. “Lo más importante de este trabajo es que trazó una línea de base de impactos de la citricultura que no existía y detectó los puntos clave en los que hay que trabajar para seguir mejorando. La buena noticia es que tenemos tecnologías y conocimiento disponible, en buena parte desarrollado por INIA, y que hay compromiso por parte del sector productivo para seguir diferenciándose, ahora, en base a indicadores sólidos y concretos que antes de este proyecto no estaban cuantificados”, destacó Lado.

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