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Los terneros de hoy, la ganadería de mañana

Vender un toro siempre fue mucho más que una mera transacción comercial; vender un toro es, en cambio, asegurar buena parte del futuro

terneros
Nueve meses más tarde de la combinación genética, viene el momento más lindo del año: los partos, y los primeros indicios de los aciertos o errores en la toma de decisiones

No hay sensación más gratificante que ver un campo con terneros recién nacidos. Es, sin duda, la época más disfrutable de año porque es cuando queda en evidencia el resultado de años de trabajo, de inversión y de sacrificio. El primer ternero de la zafra es el orgullo, el resultado final, de los años de selección. Ese ternero, con gran seguridad, recorrió varios grupos de Whatsapp y estuvo presente en las redes sociales de su criador, porque ese ternero es la evidencia, y la esperanza, de que hay un futuro por delante.

Un ternero es mucho más que un ternero. Un ternero es selección, es estudio, es preparación, es inversión. Detrás de un ternero hay un vientre, una madre; y un toro, un padre, que fueron especialmente seleccionada por sus características -Fenotipo, Genotipo, DEPs y performance individual-, dependiendo muchas del fin de cada cabaña. Para los criadores el momento más importante de todos es aquel donde se definen las combinaciones genéticas de padre y madre, porque allí es el verdadero diseño de un reproductor.

Los remates anuales de las cabañas es la culminación de un trabajo que comenzó, en muchos casos, tres años atrás cuando se planificaron las inseminaciones, los trabajos de transferencia de embriones y los entores a campo. Estos trabajos se realizan hace 5, 10, 20, 50 o hasta 80 años, y en algunos casos quizás más.

El País se comunicó con cabañeros de diferentes zonas del país para conocer de primera mano cómo se prepara una cabaña para llegar a este momento.

En lo que refiere específicamente a la zafra de toros, Fernando Alfonso, integrante de Las Anitas y presidente de la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay (SCHU), dijo que el proceso empieza prácticamente desde que nace el ternero, ya que ahí es donde se toman los primeros datos -peso al nacer y calidad de ubre de la madre-.

En este caso, hasta el destete, a sus siete meses (aproximadamente) están exclusivamente a campo natural y alimentándose de la leche de su madre, dijo Alfonso. Al momento del destete se pesa al ternero -para peso al destete- y la madre -para DEP de vaca de peso adulto-.

A los 15 meses se vuelven a pesar y se les mide la Circunferencia Escrotal, y a los 18 meses además del peso se mide Área de Ojo de Bife y Grasa Intramuscular.

Todos los toritos pasan por estrictos controles estructurales desde el destete, descartándose aquellos animales que tengan características no deseadas. Más sobre el momento de preparación para el remate se les realiza las pruebas de habilidad de monta, toda la sanidad completa y un último control fenotípico, asegurándonos que los animales cumplan cabalmente con lo que los cabañeros creen debe tener un reproductor macho. En este caso, esas características son: aptitudes carniceras, estructuras impecables, testículos de buen tamaño y forma y carácter de macho.

Luego de todo este proceso de estudio y control, se obtiene un toro pensado para sistemas pastoriles, ya que la enorme mayoría de los clientes de esta cabaña son productores comerciales que utilizan al campo natural como principal recurso.

“Es realmente un orgullo para nosotros poder contribuir con nuestro granito de arena en esos predios, siendo parte de una ganadería que es cada vez más exigente y de precisión”, señaló Alfonso.

Servicio. El trabajo de selección de una cabaña comienza desde que se asigna el servicio buscando la mejor combinación del toro y el vientre para lograr el producto deseado; pero antes del destete se realiza la selección final que continuará con la preparación para el remate. En el caso de La Hormiga, ponen mucho énfasis en seleccionar animales para producir carne a pasto. Giovanna Astore, integrante de la cabaña, contó que trabajan mucho en la preparación sobre verdeos y suplementados con ración en épocas críticas, teniendo muy en cuenta la conformación carnicera, la estructura, el pigmento, el balance y desplazamientos.

En Ganadera Inquieta, particularmente, le dan la máxima importancia a la combinación genética, y al asignar servicios se manejan buscando mejorar cada vientre en una sola o máximo dos características, de forma de lograr un avance genético significativo de las mismas.

Nueve meses más tarde viene el momento más lindo del año: los partos, y los primeros indicios de los aciertos o errores en la toma de decisiones.

Sobre marzo de cada año se destetan los terneros, claramente un primer momento de refugo, sobre todo, de animales con defectos o notoriamente inferiores. A partir de allí se intenta criar a todos los animales en condiciones similares de forma de poder seleccionar sobre individuos con las mismas oportunidades y restricciones ambientales.

Al año, al año y medio y finalmente justo antes de la zafra cuando están por cumplir los dos años, son las otras tres instancias de refugo y clasificación.

La rusticidad y especialmente la funcionalidad de los reproductores deben ser las características primordiales, obviamente que sin dejar de lado su potencial carnicero. En este caso, el primer servicio de todos los vientres es a los 15 meses y en su plantel, una hembra de cualquier calidad, o edad, que no resulta preñada al momento de la ecografía, es definitivamente refugada, sin excepciones ni segundas oportunidades. “Mantenernos firmes en esa línea en estos veintipico de años, ha determinado un rodeo de altísima fertilidad”, aseguró Lucía Perdomo, integrante de Ganadera Inquieta.

Sumado a las características tradicionales, por las que la mayoría de los cabañeros seleccionan, hay una en la que últimamente se ha puesto especial énfasis: la calidad de la ubre, desde el entendido que la misma tiene un efecto realmente significativo en el resultado global de la empresa criadora, porque no solo repercute en la performance reproductiva de la madre, si no en el peso al destete de los terneros. “Somos de acumular mucha información sobre la performance de nuestros animales. De esta forma identificamos aquellas familias maternas de animales consecuentemente superiores y sobre ellas ponemos el énfasis, mediante técnicas como el transplante de embriones que nos permiten multiplicar la producción de esas madres estrella”, indicó.

Así, a dos años de haber nacido y a casi tres de haberlo programado, se logra un individuo listo para ser ofertado en el mercado con todas las garantías reproductivas y sanitarias, más el respaldo genético de las familias maternas y su combinación con toros probados.

Medir y estudiar. La selección consiste en medir, observar, evaluar, comparar y decidir acerca de todos los puntos que determinan el resultado económico de los criadores. Es un proceso constante de toma y análisis de información preparando el momento culminante de la selección: el aparte. Esto es para decidir qué vaca continúa en el plantel, qué vaca pasa al plantel de donantes, qué toro es elegido para padre, cuáles terneros se quedan para venta como toro, etc.

Es decir, la selección es un proceso continuo y constante de todas las cosas que determinan la capacidad mejoradora de un reproductor.

"En nuestro caso, y en la seguridad de ser lo que determina el éxito económico de los criadores, sería, facilidad de parto, facilidad y mantenimiento de engrase, tamaño moderado, precocidad sexual, que el macho parezca macho y que la hembra parezca hembra, corrección estructural y funcionalidad reproductiva. Esos son las características que en Camba Pytá le damos más importancia", contó Mariel Romero, de Camba Pytá.

En cuanto a la preparación de los animales, siempre buscan que la alimentación y el desarrollo de los reproductores para venta sea con base a pasto y que tengan un equilibrio de alimento que garantice crecimiento continuo, para así lograr reproductores más sanos y funcionales.

Valor agregado. La zafra de toros va mucho más allá de la simple compra de un toro, justamente, por todo lo que hay por detrás de la producción de ese animal. “Sinceramente es mucho el trabajo; el conocer las líneas de sangre, conocer las madres de esos toros que tengan un buen historial reproductivo, toda la toma de datos durante su vida, desde el peso al nacer hasta la medición de características de carcasa, más todo lo sanitario que se realiza previo al remate para asegurar que el toro esté sano y apto para trabajar. Es decir, es mucha la inversión en todo sentido que hace la cabaña para poder llegar a ese producto que se está ofreciendo, y es bueno que el criador sepa que está pagando por todo ese valor agregado, no es dejar un animal entero, eso es otra cosa, eso no es trabajar en mejora genética”, expresó Diego Oribe, presidente de la Sociedad de Criadores de Aberdeen Angus del Uruguay (SCAAU).

La inversión que hace el criador tendrá el retorno de los terneros que va a producir ese toro durante su vida útil y también la mejora que esos terneros van a tener en características que tienen importancia económica. Es decir, a la mejora en condiciones carniceras, velocidad de crecimiento, aporte a la fertilidad de esas futuras madres, entre otras cosas. “Todo eso después el mercado lo valora y lo paga con un diferencial. Hay varios ejemplos reales de que se pagan más los ganados buenos que tienen un trabajo atrás de inversión en genética, el retorno de la inversión es muy tangible. Aparte hay que tener en cuenta que el criador se lleva el ‘valor carne’ del toro, con lo cual al final de su vida útil obtendrá ese valor que mejora la inversión inicial”, aseguró.

Para el futuro, Oribe se imagina a una ganadería de cada vez mayor precisión, y más en temas genéticos, porque así se viene dando. Antes trabajábamos solo a base de la información fenotípica del animal y ahora contamos con datos objetivos que complementan esa información, hasta llegar a la genómica que mejora la precisión de esa información objetiva.

“Vamos camino hacia una genética de cada vez más precisión para mejorar desde la calidad de carne hasta la eficiencia de conversión de un animal, entre otras cosas. Si realmente aspiramos a una ganadería profesional y diferenciada de nuestros competidores, tenemos que ser conscientes que los primeros pasos comienzan en el campo con las decisiones que tomamos, y eso condiciona a toda la cadena para adelante, desde la genética que usamos hasta la recría que hacemos. Apostemos a hacerlo bien, buscando siempre mejorar que en ese camino vamos a ganar todos, y el invertir en buena genética es uno de los primeros pasos”, concluyó.

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.

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