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Las respuestas del agro ante el cambio climático

Cómo se demuestra que el campo no es el responsable.

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Animales Hereford en campos forestales.

La temperatura del aire en la superficie de la tierra, la temperatura del aire en la superficie del mar, la temperatura del aire marino y el nivel del mar, cuatro indicadores clave del cambio climático, vienen en alza. No es lo único que se destaca: entre otros, los eventos meteorológicos (de tormentas a ciclones), los eventos hidrológicos (como las inundaciones) y los eventos climatológicos (de las temperaturas extremas a las sequías) están en ascenso.

El cambio climático está en escena. “Estamos involucrados en el mismo problema que el resto del planeta”. La frase la pronunció Ernesto Viglizzo en el seminario anual de la Fundación Producir Conservando. Asesor ambiental en el Grupo de Países Productores del Sur (GPS), una red de instituciones privadas y expertos de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Viglizzo fue más allá del diagnóstico: habló de para qué sirve hablar de un proceso de balance de carbono antes que de solo la emisión que hay por kilo de un producto producido.

Mientras los países del hemisferio norte dicen que quieren ayudar a los del sur a reducir las emisiones, cuando en un mapa se observa la densidad de las emisiones de CO2 de origen fósil allí se ve que las más importantes emisiones están justamente en el Norte. China, Estados Unidos, la Unión Europea y la India concentran el 57,13% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Por el contrario, sumados Brasil, la Argentina, Paraguay y Uruguay reúnen solo un 2% (por país, un 1,44, 0,55, 0,02 y 0,2 por ciento, respectivamente).

Cuando se habla de la ganadería, los países del Mercosur suman el 23% de las emisiones globales de esta actividad. Pero, según remarcó Viglizzo, no solo hay que tener en cuenta las emisiones, sino el secuestro de carbono. Y en particular la importante captura de carbono que, por ejemplo, producen las pasturas. El 81% del territorio son tierras en pastoreo. “Un yacimiento” para incorporar el secuestro de carbono con las tierras de pastoreo y para que cualquier balance de carbono pase de terreno negativo a otro positivo. Al respecto, los resultados de un meta-análisis sobre 768 casos muestra que el secuestro de carbono orgánico (toneladas por hectárea al año) en suelo bajo distintos biomas y regiones climáticas es siempre positivo.

En una explotación de 400 hectáreas, el monocultivo de soja tiene un balance de carbono negativo de -40 kilos por hectárea al año. Eso mejora a -15 kilos por hectárea al año con 50% soja y 50% maíz, luego pasa a terreno positivo de 43 con un pastoreo extensivo, se ubica en 15 también positivo con un planteo semiextensivo y cae a negativo en -263 con el esquema de “pasto semiintensivo” de mayor carga. En tanto, si se introduce un 10% de forestación se está en un terreno positivo de 58 kilos por hectárea al año y salta a +379 con un 20% de forestación. Incluso se puede apuntar a una repuesta más positiva con mayor forestación.

Según el experto, importando soja del Mercosur China se ahorra un 29% de tierra arable y un 33% de agua dulce. Pero no es lo único. También se ahorra un 12% de emisiones de carbono, 4% de potasio, 7% de fósforo, 4% de nitrógeno y un 9% de plaguicidas. “Cuando exportamos soja exportamos seguridad alimentaria y servicios intangibles”, señaló Viglizzo.

Guillermo Crampet
Un total de 550 productores respondieron encuesta RING del IPA

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