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Ensslin: “Este año podría ser récord en los precios para el arroz”

Su abuelo fue pionero en la producción de arroz de Uruguay, y si bien Ensslin se fue a cursar sus estudios a Brasil y dedicó parte de su vida a la docencia, cuando tuvo la oportunidad regresó al campo en el este del país y en 2007 empezó a plantar arroz. El directivo de ACA dice que después de muchos ciclos negativos el arroz atraviesa una coyuntura internacional favorable, y por eso puede capturar buenos valores de cara al precio definitivo de la zafra pasada y esta campaña en su totalidad. Finalmente, Ensslin expresó que podría ser una buena idea utilizar la nueva cláusula que permite vender el 20% del arroz fuera del precio convenio rápidamente, para aprovechar estos buenos valores.

Eduardo Ensslin.
Eduardo Ensslin.
Eduardo Ensslin

—¿De qué forma se dio su llegada al sector agropecuario y más específicamente al arroz?

—Tenemos una historia familiar en el arroz, que va a cumplir 100 años ahora en 2027. Mi abuelo entró a Uruguay a plantar arroz, pero ya venía plantando en Brasil. Pasé toda mi infancia y adolescencia involucrado en las chacras de mi padre. Me fui a estudiar a Yaguarón, en la frontera entre Uruguay y Brasil, pero no había universidad y tuve que elegir entre Montevideo, Pelotas o Porto Alegre. Elegí Pelotas primero y después me fui a Porto Alegre. Una vez que ya estaba estudiando empecé a trabajar, y aproveché para estudiar un poco más haciendo una maestría que siguió en un doctorado. Pero cuando empecé con ese doctorado y estaba por terminar la tesis, apareció la oportunidad de un campo para la familia, allá por el 2000, que es el que estamos hoy. Era una época de crisis en Uruguay y aprovechamos para adquirir esa propiedad. Yo vine a revisarla con mi padre, que quería mi opinión. Y después de eso me quise venir a trabajar, entonces a finales de 2000 vine y empecé, aunque primero lo hice con ganadería, porque mi padre ya no estaba plantando arroz en ese período. En 2007 empecé mi primera siembra de arroz.

—¿Te imaginabas que ibas a terminar de nuevo en el campo?

—Sí, en algún momento sí, pero en 1995 mi padre se decidió a cambiar de rumbo y dejó de plantar arroz por la docencia en Santa Catarina, en Florianópolis. En mi adolescencia siempre me imaginé plantando arroz, pero en ese período que él salió yo estaba terminando la facultad y pensé que iba a tener que hacer otra cosa. Me dediqué a estudiar y a la docencia, pero cuando surgió la oportunidad de ese campo quise aprovechar para volver a plantar arroz, que es lo que me gusta. No sé si era por la sangre o qué, pero yo tenía que volver.

— ¿Cómo has visto la evolución del arroz en ese período?

—De 2007 hasta ahora, que es el momento en el que yo empecé a plantar, veo una estabilidad del área que se mantiene en el eje de las 160.000 hectáreas, a veces más o a veces menos. Lo que sí mejoró, a través del manejo de nuevas tecnologías y variedades, es la producción por hectárea en este período. Justo yo entré en la época del final de la variedad El Paso 144. El Merín fue entrando y tomó su lugar. Cuando yo entré en el rubro y en el sistema, fue un año de récord histórico de precios, que pienso que vamos a superar este año. Luego tuvimos un bajón de valores para mantenerse en US$ 10 u US$ 11 la bolsa. En aquella época también los productores arroceros pudieron subsistir gracias a los fondos arroceros. Pasamos unos 4 o 5 años con rentabilidades negativas. En 2007 recuerdo también la compra de Saman por parte de Camil. Se generó una incertidumbre grande en el sector. Camil es una empresa grande, perspicaz, habilidosa, que venía de operar en el negocio en Brasil pero de una forma diferente. De todos modos, reconoció el sistema que veníamos manejando en Uruguay hace más de 60 años, que es el del precio convenio. Se adaptaron muy bien al modelo de producción uruguaya, que es diferente al brasileño y es único en el mundo. En los últimos años se revirtió un poco la situación y pasamos a tener una buena rentabilidad, que permitió pagar el fondo arrocero, que era un préstamo al sector en su conjunto. Se bajaron muchas deudas, con bancos, con maquinaria. La situación cambió para la producción de arroz.

— ¿Cómo evalúa esta siembra?

— Fue una siembra complicada. A pesar de que un 80% aproximadamente se plantó en octubre, que es el período ideal de siembra, no tuvo la calidad del año pasado. Veníamos con una previsión de año Niño, con mucha lluvia, y los productores se preocuparon por sembrar en fecha más que por la calidad de siembra, que es tener un buen piso, control de maleza, buena sistematización y entrenamiento de los campos, que lleva más días. La ventana de siembra del arroz es muy cortita: son 30 días hábiles, usualmente desde el 20 de setiembre hasta el 10 de noviembre. En noviembre empezó a llover mucho y el último 20% se dispersó entre los últimos días de noviembre y diciembre. Por mediciones establecidas, estamos un 30% abajo en luminosidad en enero, y eso afecta el período vegetativo de la planta. Se ven chacras lindas, pero hay que considerar que no vamos a llegar al potencial de producción del año pasado probablemente, que fue todo perfecto. También es cierto que el año pasado tuvimos algunos días con temperaturas debajo de 13 grados en período de floración, y también días arriba de los 40, que afecta mucho a la producción. Puede ser que la naturaleza nos de una sorpresa y nos de algunos kilos más en cosecha por estos factores. Estimo un promedio abajo del año pasado, pero ahí entre 8.700 kilos y 9.000, unos 500 o 700 kilos abajo del año pasado.

—¿Cómo ve las condiciones del negocio hoy en día?

— Estamos con una expectativa grande. No solo para el precio definitivo, que se empieza a negociar a fines de febrero, cuando termine el ejercicio fiscal de la industria, sino también para la zafra que vamos a cosechar ahora. El precio provisorio al 30 de junio de 2023 fue de US$ 13,50, y después empezó la suba fuerte del arroz por varios factores: el mercado asiático, India con algunas restricciones a las exportaciones o el Mercosur con falta de arroz. No había forma de aguantar un año entero de consumo. Por otro lado se armó una tormenta perfecta, ya que en América Central también hay un déficit de arroz grande. Los precios se dispararon por todo esto. Por el sistema convenio que tenemos, que negociamos el promedio de todas las ventas, se capitalizó esa suba de precios sobre el tercio final porque las industrias ya habían vendido un 60% o 70%. De todos modos, ese aumento de precio en la recta final que tenemos que negociar ahora, es muy positivo.

— El precio convenio tuvo un ajuste que permite vender un 20% en cualquier momento en mercado spot, ¿cómo piensa que puede usarse?

— Sí, eso es una novedad, un plan piloto para este año que la industria nos propuso. Ese 20% se vende a un precio que se va actualizando cada 15 días, es un precio spot. En un año normal, generalmente la suba de precios se da en el segundo semestre, entonces quizás es mejor guardar ese 20% para ese momento. Este año capaz sea el inverso, porque los precios ya están muy altos y vamos a empezar la cosecha así. No sé si serán los mejores o no. Pienso que va a depender mucho de las decisiones de la India. Si liberan la exportación de su nueva zafra, los precios vuelven a caer. Por eso quizás sea una buena oportunidad de vender ese 20% ahora para aprovechar los buenos precios.

Eduardo Ensslin.
Eduardo Ensslin con su familia.

— ¿Cómo ve el recambio generacional?

- El arroz brinda facilidades para quienes quieran entrar al negocio, por cómo está armado y articulado. Está todo muy aceitado. Pero tenemos ese tema del recambio generacional, que es complejo, porque la competencia con la ciudad es muy grande. La comodidad, los servicios que hay en la ciudad y que no hay en el campo, hace que los jóvenes no quieran venir. Por otro lado, hay cierto grado de desprestigio de la ciudad con el hombre de campo, el que se dedica a producir alimentos. Siempre ha sido un tipo, “no tan bueno”, por así decirlo, cuando es justamente al revés. El hombre o mujer de campo, arrocero, lechero, ganadero es el que alimenta a la ciudad, porque sin ellos nadie come. Y mucho más en un país como Uruguay, que es básicamente agroexportador. Todo el país vive del campo. Hay muy poca motivación para ese joven, porque se tiene que ir a Montevideo a estudiar y después volver al campo. Eso es una preocupación muy grande para mí. Mis descendientes no sé si van a querer seguir. Y creo que debe ser una preocupación de todo el productor agroexportador uruguayo. Veo compleja la situación.

— ¿Cómo ve la competitividad?

Esto siempre fue una preocupación de la ACA, y es una tradición de la gremial de los arroceros llevar estas inquietudes al gobierno, conjuntamente con una propuesta de solución. El sector arrocero sufre algunos puntos en específico: la tasa de cambio está desfasada un 15% a 20% de lo que debería estar, hay un costo logístico alto porque es de los sectores que más kilómetros recorre hasta llegar a puerto, y además exporta el 95% de su producción. ACA propone, entre otras cosas, implementar los sistemas de camiones, bitrenes y tritrenes para poder llevar más toneladas. La otra solución sería la hidrovía o el nuevo puente del río Yaguarón, que podría hacer un bypass con el puerto de Río Grande. Se podría cargar en Vergara o Varela y llevar a puerto. Son inversiones a largo plazo.

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