
En un emotivo y evocativo remate, se vendieron los Polled Hereford y Angus de Santa Inés y La Sorpresa a valores sumamente destacados, ratificando que la tradicional estancia ubicada en Estación Queguay, Paysandú, es una verdadera “Tierra de Toros”.
Con suma agilidad, bajo el martillo de Alejandro Zambrano Zerbino, se dispersaron los 69 toros a un valor promedio de US$ 4.988. A saber, los 25 Polled Hereford hicieron promedio en US$ 6.125, cifra que marca un crecimiento del 93,95% si se compara con la alcanzada hace un año atrás. El máximo valor para los pampas fue de US$ 7.680, por un toro adquirido por Gonzalo Pepe, y el mínimo de US$ 2.880, por un único ejemplar.
Luego, con la misma agilidad, se comercializaron los 44 toros Angus, a un promedio de US$ 4.342, un 16,16% superior al remate del año pasado. Fueron: 11 Red Angus: 6.720, 3.960 y 4.865 y 33 Aberdeen Angus: 6.240, 3.240 y 4.167.
Ese fue el resumen de los números. Pero, previo a los negocios, en la celebración del décimo remate Tierra de Toros, hubo lugar para el recuerdo. En primer lugar, Carlos Arocena le entregó a la familia Pereira una foto del 27 de agosto de 1952. “Hace 70 años en mi primera visita a Santa Inés, doña Chola me pegó un reto: venís a enseñarle a correr carrera de caballo a Cuqui, me dijo. En este tiempo hemos hecho muchos negocios con Santa Inés, recuerdo muchas charlas con don Carlos. Por eso me gustaría compartir con Uds. esta foto que encontré hace unos días”, afirmó Arocena, quien tuvo el privilegio además de dar el primer martillazo de la tarde.
Luego, la gente de Zambrano & Cía., le regaló a Cuqui y familia una campana, “un símbolo para ser parte de este hermoso lugar”, dijo Alejandro Zambrano. Y el martillero reflexionó sobre la importancia de generar vínculos. “Cuando una empresa realiza una venta a un cliente, es un objetivo cumplido, cuando son varias ventas, va formando un vínculo. Pero, además, el caso de esta familia tan vinculada, cuando el cliente que compra, repite y le cuenta a otros, se genera una marca. Y es lo que hay en Santa Inés”, dijo Zambrano. Y cerró, afirmando que “hay un camino trazado para que lo recorran las nuevas generaciones”. Porque, cerró, "la marca de Santa Inés, es una familia que no sólo vende genética, genera vínculos en contacto con los clientes durante todo el año, todos los días habrá siempre un Pereira atendiéndolos, solucionando problemas, o conversando simplemente”.