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Columna del Ing. Agr. Nicolás Lussich: los árboles hacen historia

UPM invertirá más de US$ 3000 millones.Será de las industrias más competitivas del mundo y causará un impacto profundo en la zona.

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Nicolás Lussich | [email protected]

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Después de varios meses de negociaciones con el gobierno y luego de que se cumplieran ciertos pre requisitos planteados por la empresa, UPM anunció su decisión de construir una planta de celulosa de última generación en Uruguay. Será sobre el río Negro, en Pueblo Centenario (Durazno), a pocos kilómetros de Paso de los Toros (Tacuarembó).

Para la economía la decisión llega casi como una salvación, pues está estancada y con riesgos de una recesión. La nueva planta (que ya comienza a construirse) será un impulso potente a la actividad: si sumamos lo que invertirá UPM, más el ferrocarril (que corre por cuenta del Estado), se superan los US$ 4.000 millones, la mayor inversión (estatal o empresarial) en la historia del Uruguay. El gobierno estima que este año el PBI crecerá apenas 0,6%, pero en 2020 avanzará 2,6% por la intensa actividad de construcción, tanto de la planta como del tren.

Para el gobierno es un logro muy relevante, luego de haber apostado a esta inversión por casi 2 años, con grandes esfuerzos en la negociación y en el cumplimiento de los requisitos. Además, le llega en tiempos de adversidad política, por lo que tiene doble valor. Por supuesto, no es un logro exclusivo del gobierno actual: el desarrollo de la industria celulósica es la culminación del desarrollo forestal de las últimas décadas, pero la negociación para concretar la inversión se hizo en los últimos meses, durante el gobierno de Vázquez. Desde la oposición se respaldó -en general- la inversión, aunque se criticó al gobierno por no haber negociado en forma más transparente y junto con todo el abanico político.

Números robustos. De los múltiples datos que divulgó UPM, hay uno novedoso y muy relevante: la planta producirá a un costo estimado de 280 US$/ton de celulosa despachada, lo que la convierte en una de las más competitivas del mundo. Esto se logra -según la empresa- por una combinación de producción de madera eficiente, escala, la aplicación de las Mejores Técnicas Disponibles (BAT, su sigla en inglés) y alta eficiencia logística. Dicho monto incluye el costo variable y fijo de las plantaciones, la provisión de madera, la operación de la planta y la logística de despacho a los principales mercados. Según UPM “este costo competitivo permitirá atractivos retornos para la inversión, en varios escenarios de mercado. Más aún, se espera que la seguridad y sustentabilidad del desempeño de la cadena de valor, de la plantación al cliente, ubique a esta planta entre las líderes globales”.

Si la planta producirá 2,1 millones de toneladas anuales, con exportaciones previstas por US$ 1.100 millones anuales, se deduce que el precio de exportación estimado es de unos 524 US$/ton. Esto implicaría un margen por tonelada producida de unos 244 US$/Ton, lo que resultaría en unos US$ 512 millones de ganancia anual cuando la planta esté en plena producción. Es muy buen desempeño, aunque son cifras estimadas, de escritorio: las circunstancias del mercado pueden variar, también la producción y los costos, todos riesgos que corre el inversor al tomar la decisión de disponer su capital a producir. Además, no se está incluyendo en este cálculo la inversión ya realizada en el campo (tierra, bosques, maquinaria, etc.), que seguramente se acerca a US$ 1.000 millones más. Tampoco se incluye el costo del capital, que si bien es bajo por estos tiempos de caída en las tasas de interés, no es despreciable. En cualquier caso, es un negocio tremendamente robusto y -a tenerlo claro- para Uruguay es clave contar con inversiones grandes y rentables para seguir creciendo.

Podrá argumentarse que -con tal rentabilidad- la empresa debería pagar impuesto a la renta (IRAE) como cualquier industria y no tener régimen de Zona Franca. Es un argumento razonable, aunque una inversión de este calibre conlleva riesgos asociados a su propia escala, que no tienen otros negocios. Además, los precios varían, tanto para el producto como para los costos, y las circunstancias del mercado pueden cambiar. En todo caso, las Zonas Francas no son el único mecanismo de promoción de inversiones: todo el régimen de la ley de inversiones está disponible para prácticamente cualquier emprendimiento que agregue valor, con exoneraciones correspondientes. UPM no es la única que obtiene beneficios.

Para viabilizar la inversión de UPM, Uruguay se comprometió a construir un ferrocarril con prestaciones suficiente para garantizar la salida de la celulosa al puerto. Si esta inversión no se hubiera planteado, difícilmente Uruguay haría un tren de este tipo: el resto de los posibles negocios para el transporte ferroviario no serían suficientes para justificarlo. El tren se construye porque hay que viabilizar la segunda planta de UPM, pero esto no quiere decir que sea de uso exclusivo para la empresa finlandesa: ésta puso una serie de condiciones lógicas para que el uso sea fluido (la salida de la celulosa desde Durazno al puerto debe ser continua, una “hot line”, la describió un experto), pero no quita que tenga -como seguramente sucederá- otros usos.

En el capítulo laboral, el gobierno finalmente definió -a través de resoluciones ejecutivas del MTSS- una serie de protocolos en los capítulos de servicios, capacitación y seguridad, así como un protocolo de prevención de conflictos. Es un esquema que -sin alterar la ley nacional- resulta específico para UPM, y se aplica con la instalación de 2 oficinas del MTSS (Dinatra e Inspección) en la propia planta. Constituye -es cierto- un trato especial, que el gobierno justifica por la dimensión de la inversión (se estima que trabajarán 6.000 personas en el pico de actividad).

¿Y en el campo? Si bien al comienzo las grandes empresas pulperas apuntaron a tener un área propia amplia, que garantice una base forestal suficiente para su inversión, de un tiempo a esta parte han desarrollado programas de asociación con productores (Montes del Plata Alianzas, y UPM Fomento), de forma de evitar la adquisición de tierras (hoy por hoy bastante más caras) y captar áreas 100% forestales dentro de cada establecimiento, en diversas modalidades de contrato (arrendamiento, aparecería o tomando los productores el riesgo del negocio).

Seguramente esto se extenderá con la nueva planta. Respetando los criterios de uso de suelo establecidos, la forestación puede ser un excelente complemento para la ganadería, diversificando y sumando ingresos para el productor. Con la inversión de UPM la celulosa se afirma como el sector líder exportador del Uruguay y aportará para que el resto del sector forestal (madera aserrada, tableros, etc.) también crezca.

Guillermo Crampet

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