“Cuando hace ya varios meses les vengo presentando a los distintos integrantes de “País de Guasqueros”, me doy cuenta que nunca hice una presentación del propio oficio. Nada raro en mi, siempre me dijeron para hablar de la oveja, siempre arrancaba por hablar de la esquila.
Pidiendo las disculpas del caso, les propongo entonces hacer una pequeña introducción histórica a este oficio para luego seguir conociendo a nuevos integrantes del evento. Y si están de acuerdo le damos una vueltita más al mate y los acompaño en esta lectura que no pretende más que mantener firme y viva parte de nuestra identidad paisana.
“Guasqueria” es una expresión que viene del vocablo “guasca” (waskha en Quechua) y que quiere decir tira o ramal de cuero sin curtir. Guasqueria entonces nos habla de una técnica artesanal ancestral, que usa como materia prima el cuero crudo vacuno y caballar para confeccionar muchos y variados implementos del hombre y mujer de la campaña en otros tiempos y hoy para éstos y todos aquellos que gusten de este estilo.
Sin embargo, es importante destacar que trabajos con cuero, según Fontana (1988, p. 11,) datan de 3.000 anos A.C., con los fenicios, seguidos por los árabes y los españoles. Especialmente estos últimos serian quienes en sus incursiones ultramarinas, trajeron una serie de conocimientos sobre guasquería a nuestra región.
De acuerdo con autores de las escasas ediciones impresas didácticas sobre guasqueria conocidas hasta la fecha, editadas y publicadas en Argentina y en el Brasil, como las de Mario López Osornio (1995), Luis Alberto Flores (1960), Enyltho Paixão Coelho (1978), Angel Fontana (1988), Hilario Faudone (2005), César López Osornio (2008), el término “guasquero”, refiere a la persona que tiene por oficio la guasquearía. Es decir, aquellos que trabajan con el cuero crudo y con el cuero sobado para confeccionar, con ambos tipos de cuero, según la necesidad o la ocasión, fundamentalmente, a las diversas prendas del apero de montar que hacen al estilo de equitación gaucha (Justo P. Sáenz h, 1997). Técnicamente, la guasqueria es empleada para la realización de trenzas, revestidos, pasadores, corredores, bombas, sortijas, costuras, hendiduras y remates. Son elaboradas piezas trenzadas, redondas, achatadas , cuadriformes, torcidas, o combinaciones de ambas, para producir lazos, cabezadas, bozales, riendas.
Podría afirmarse que la guasquería surge y se desarrolla como parte de una cultura rural por dos factores: como una necesidad imperiosa de arreglar piezas damnificadas por el uso excesivo o, para crear nuevas; y también por singularidad de contar con la materia prima en abundancia: el cuero crudo, factor este que se ocasiona desde el momento en que el ganado vacuno y caballar se reprodujeron cuantiosa y libremente en estas tierras.
Fuente: Gonzalo Prudkin LA GUASQUERIA EN LA SOCIEDAD Y EN LA CULTURA SUR-RIOGRANDENSE CONTEMPORÁNEA: UN ABORDAJE SOBRE QUÉ REPRESENTA “SER GUASQUERO” Y “HACER GUASQUERIA” EN PLENO SIGLO XXI
Pablo Reyes: Una pasión que “el loco del retazo” heredó de su familia
Nació en el campo, en la zona del Tornero, se mudaron a la ciudad de Florida para estudiar como tantos. Desde muy chico prefirió siempre estar en la vuelta del campo, así que siendo muy joven salió a hacer changas, la primera que recuerda fue arrancando boniatos en una chacra. “Lo que sea, pero en el campo” dice convencido. Ni bien cumplió su mayoría de edad salió a trabajar ya de fijo en estancias. “Pero siempre mejorando, buscando la mejora”, comenta.
El gusto por la guasquería viene de su padre quien trabajaba en cuero y también de su abuelo materno de apellido Acosta.
Su padre falleció cuando él era chico, tenía unos 13 años, Pablo reflexiona sobre esto diciendo: “Es lo que a veces pasa, como siempre estuvo ahí y uno no piensa que no va a estar, no lo aproveché para aprender, lo hice ya más de grande con mi abuelo”
El abuelo Acosta vivía y trabajaba de casero en un campito cerca, así que Pablo los fines de semana agarraba la bicicleta y se iba a visitarlo. Siempre recolectando algún pedazo de cuero por ahí o en el camino para que el abuelo, a base de retos, mucha paciencia y cariño, le enseñara. De esa época quedan lindos recuerdos entre chiveos de campo y cuero. “A la hora del mate le agotaba la paciencia para que me enseñara. Yo creía que con 3 o 4 tientitos podía hacer un mundo de cosas” recuerda entre risas.
Lo que aprendió se lo enseñó él, el resto lo aprendió mirando otros trabajos o conseguía trabajos viejos que encontraba tirados en los galpones de las estancias, los desarmaba, los estudiaba y después no los podía volver a armar y allá acudía al abuelo viejo de nuevo a que se los explicara un poco hasta que enganchaba y así, fue aprendiendo.
Cuenta Pablo que cuando su abuelo lo veía aparecer en la portera le pegaba el grito “¡allá viene el loco del retazo!” porque siempre andaba con algún pedazo de cuero.
En honor a su abuelo es que su taller fue bautizado “El retazo”.
Hoy prepara los cueros el mismo, ya que una de las cosas que siempre le decía es que los mejores materiales son los que prepara uno. “Pudiendo, prefiero ser yo quien saca los cueros” dice.
El oficio de guasquero es un complemento del trabajo en el tambo, en las horas libres, el mate siempre acompañado de un pedazo de cuero en el que trabajar. Cuenta que cuando va al pueblo apronta el mate “y si no tiene algún un tiento a mano quedo rabioso”.
Es que el apodo “El loco del retazo” se ve que estaba bien puesto por el abuelo.
Facundo Maradei: Mirar, aprender y pasar las noches enteras “empacado”
Coordinamos para realizar esta entrevista luego de las 8:30 AM porque Facundo iba a comprar cuero al frigorífico temprano. Pero, por la lluvia que caía esa mañana no pudo ir. Cuenta que prefiere guardar los cueros bajo techo, no le gusta que se mojen y no tiene lugar donde resguardarlos. Quedará para mañana ya que no dan lluvia, mientras, hay que aprovechar la humedad de este día que deja bien blanditos los cueros, ideales para trabajarlos, explica Facundo.
Prefiere el cuero de algún animal que sea pampa colorado, dice que a la gente le gusta más que el negro, aunque no tiene fundamento ya que son iguales. Lo importante es el peso, que pase más de 45 kg porque eso le sirve para garantizarse que es un cuero grueso. Cuando Facundo llegue con su cuero pampa colorado fresco, lo primero que hará será estaquearlo, luego a lonjearlo, desgrasarlo y seguirá este largo proceso.
Arrancó con el oficio mirando a un guasquero del barrio. A dos cuadras de su casa, en el Barrio Nuevo París vivía Raúl Valle, quien hacía y vendía en la feria vecinal sus trabajos en cuero. Facundo tendría unos 13 o 14 años y un día se animó a conversar con él, agarraron confianza y terminó yendo su casa a aprender. No era muy afecto a los estudios así que cada vez las tardes se hacían más largas junto a Raúl y su gusto por la guasquería iba creciendo.
Algún tiempo después, se mudó a la zona de Melilla, y si bien no volvió a contactarse con Raúl, la semilla había prendido y con el libro “Trenzas Gauchas” como biblia comenzó a largarse y a comercializar sus primeras piezas.
Hoy lo que más le gusta es trabajar en tiento fino, tarea difícil y compleja, pero, como Facundo dice “en el error es donde se aprende. Yo soy de aprender por vista, miro trabajos y voy inventando. Me gusta analizar cómo están hechos, me rompo la cabeza en eso y me encanta. Hasta que no lo saco, no paro, igual, quedo toda la noche empacado”.
Esta será su primer experiencia en País de Guasqueros, seguramente habrá muchos otros trabajos para mirar, seguir aprendiendo, y quedando desvelado las noches enteras.