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La economía responde

El dato del PBI del tercer trimestre muestra que la economía alcanzó los niveles pre pandemia. Al empuje del agro, la industria y la construcción, se suman ahora el comercio y los servicios. Mantener la situación sanitaria y avanzar en la apertura comercial, son algunos de los puntos clave para seguir creciendo

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El PBI de Uruguay creció 2,7% en el tercer trimestre respecto al trimestre anterior, según las cifras divulgadas por el Banco Central (BCU) esta semana. Respecto al mismo trimestre del año pasado, el aumento es de casi 6%. De esta manera la economía uruguaya acumula un crecimiento de 4,2% en lo que va del año (enero-setiembre) y podría cerrar 2021 con un crecimiento cercano al 4%, casi un punto por encima de lo estimado previamente por la mayoría de los analistas.

Es un dato alentador e ilustra que la economía se muestra ahora más robusta y con una base de crecimiento más amplia. En efecto, durante el primer semestre del año hubo sectores con buen desempeño, conviviendo con otros con serias dificultades. Entre los primeros encontrábamos al propio sector agropecuario, la industria y la construcción. Entre los segundos teníamos los servicios presenciales, los locales comerciales en todo su abanico, la gastronomía y - por supuesto- el golpeado sector turístico; todos estos ámbitos de actividad muy restringidos por las limitaciones a la movilidad que impuso la lucha contra el coronavirus.

En la medida que la vacunación fue avanzando y los contagios fueron bajando -luego de la terrible ola de contagios del otoño-, la movilidad se ha ido recuperando y con ella la actividad en los sectores más afectados. Por ejemplo, el sector comercio y gastronomía creció 15% interanual, según las cifras del BCU. Con la mayor movilidad, también hubo más actividad en servicios básicos como educación y salud, que crecieron 4% interanual.

Los datos del PBI del tercer trimestre son coherentes con el avance que venía mostrando el empleo en los últimos meses. La recuperación de los puestos de trabajo ha sido un objetivo principal del gobierno y su política económica, y en este plano se están logrando avances que - esperemos- perduren.

Estos avances en el comercio y los servicios, se concretaron al tiempo que se mantuvo la dinámica en el agro, la industria y la construcción, sectores en los que hay una gran incidencia de los agronegocios. En efecto, en la construcción sigue siendo clave el impacto del proyecto agroindustrial de UPM 2 y sus obras conexas. En la industria hay un claro liderazgo de la Industria frigorífica, acompañada de otras agroindustrias cómo la láctea. Otros rubros agroindustriales tuvieron cierto retroceso, como la elaboración de raciones, pero todo indica que son movimientos circunstanciales, pues la tendencia de demanda es firme por estos productos.

En el campo, porteras adentro, ganadería y agricultura han liderado el aumento en el PBI agropecuario, mientras la forestación mostró cierto retroceso por la reducción en las exportaciones de madera bruta. Pero son movimientos puntuales en una tendencia general positiva.

El hecho de que la economía avance ahora más equilibrada es doblemente positivo. Por un lado tiende a emparejarse la situación de los distintos sectores, algo siempre deseable. Se aguarda ahora por el turismo y una temporada que será mejor que la anterior (en el primer mes de reapertura de fronteras - noviembre- se registraron ingresos de divisas por U$S 74 millones, por el gasto de los turistas llegados a nuestro país, según datos del ministerio de Turismo divulgados por Búsqueda).

Por otro lado, que la movilidad se haya recuperado permitirá que el ingreso agregado en los sectores que ya venían creciendo se canalice en mayor medida al consumo en comercio y servicios, con su impacto positivo en el empleo y la distribución del ingreso. Más que “derrame” es la esperable dinámica de una economía más equilibrada.

Por supuesto, consolidar esta situación alentadora depende mucho de la situación sanitaria. Uruguay ha hecho un destacado avances en la vacunación, por lo cual ha sido reconocido a nivel internacional; por esto es de los países que se juzga entre los mejor preparados para enfrentar la llegada de nuevas variantes del coronavirus, como la Ómicron. Pero no hay que bajar la guardia: sí bien se han flexibilizado las cuarentenas para permitir una actividad social y económica más amplia, al virus hay que seguirlo de cerca. El aumento reciente en los casos registrados enciende una luz amarilla que nos pone en alerta. Y por supuesto, la vacunación tiene que seguir con nuevas dosis para preservar la situación sanitaria y con ella apuntalar la economía.

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Chinos y turcos. El comportamiento de la economía ha mejorado entonces, pero aún hay camino para afirmar una tendencia de más crecimiento de mediano plazo. En el plano fiscal se mantiene la línea de seguir reduciendo el déficit sin aumentar impuestos, capítulo que ha obtenido logros como la reciente mejora en la perspectiva de la deuda soberana por parte de la calificadora Fitch. Se espera que el gasto extraordinario debido al Covid vaya reduciéndose, aunque el virus está rebelde.

En el plano laboral, el objetivo sigue siendo reafirmar el empleo. Sin embargo, la apertura de la novena ronda de Consejos de Salarios ha abierto espacio a la demanda de los gremios para recuperar los niveles salariales pre-pandemia, En este plano es importante contextualizar: el salario medio de la economía uruguaya había alcanzado máximos históricos de más de cuatro décadas, pero se hizo en un contexto de retroceso en el empleo que hay que recomponer. El salario en efecto ha retrocedido (Entre 3 y 4% en el acumulado de los últimos dos años) pero no es un derrumbe ni un desplome. Si se logra bajar la inflación en el próximo año, y la economía mantiene dinámica, será más factible frenar la caída del salario e iniciar la recuperación. En este plano, hace ruido el hecho de que más de la mitad de los acuerdos en los consejos tripartitos de salarios se hicieron con el voto de empresarios y trabajadores, con la abstención del gobierno porque se acordaron aumentos por encima de su pauta. Posiblemente algunos sectores tengan productividad y dinámica para sostener esos aumentos, pero otros seguramente van a pasar parte de los aumentos salariales a precios de venta, lo que hará más difícil el control de la inflación.

Otro de los capítulos clave para promover un mayor crecimiento de mediano plazo es la apertura comercial. En este sentido, a lo avanzado con China se suma ahora la intención de hacer un acuerdo de libre comercio con Turquía.

A buena parte de los uruguayos les debe resultar difícil responder qué comerciamos hoy por hoy con Turquía. Pero no a los productores ganaderos: dicho país ha sido el principal comprador de ganado en pie en los últimos años, llegando a moverle el piso a la cadena cárnica en los años 2017 y 2018, con importaciones récord de terneros. Fueron momentos de buenos negocios para muchos criadores, y de mucha preocupación para la industria frigorífica y - en menor medida- para los invernadores.

En aquel momento los industriales denunciaban que Turquía se llevaba los terneros pero no compraba nuestras carnes, lo que configuraba un tratamiento asimétrico e injusto sobre la cadena cárnica uruguaya. la postura Industrial resultaba comprensible, aunque -como hemos dicho en éstas páginas- mantener la puerta de salida de ganado en pie es clave para garantizarle opciones comerciales a los productores ganaderos criadores, lo que es de beneficio para toda la cadena a largo plazo.

Con un acuerdo de libre comercio, esa asimetría entre carnes y ganado en pie no debería mantenerse: en un TLC- teóricamente- el comercio se abre para todos los rubros y todos los eslabones. Por esto, si se sigue avanzando con los turcos es clave exigir un acceso parejo a ese mercado para todos los eslabones de la cadena cárnica; los negociadores deberán tenerlo claro. Sí bien Turquía está hoy en una situación económica muy difícil, es un mercado de más de 80 millones de personas con gran potencial.

Mientras, Uruguay volvió a trancar fuerte en el Mercosur negando el consenso para bajar aranceles externos. Es algo en lo que Brasil -que hizo el planteo original- y Uruguay están de acuerdo. Pero nuestro país reclama que se habiliten las negociaciones con terceros países para cada miembro individual del bloque, de lo contrario no habrá consenso para los aranceles. La posición de Uruguay luce entre firme y arriesgada, porque lo que está en juego no es el Mercosur (ya muy debilitado), sino la relación con Brasil, mercado clave para Uruguay (disputa el segundo puesto con la UE), en especial para varios agronegocios. Nuestro país tiene que tener mucho equilibrio para no quedarse sin el pan y sin la torta.

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