Mientras el contagio por Coronavirus avanza lento, la economía entra en lo que se vislumbra como la etapa más difícil: en abril y mayo el impacto de la reclusión voluntaria y el distanciamiento se hace más agudo. El gobierno instrumentó varias medidas de alivio financiero, pero la principal medida es retomar la actividad.
Ing. Agr. MBA, Nicolás Lussich.
La epidemia por Coronavirus parece haberse contenido en Uruguay, al menos por ahora (gráfica). El contagio avanza lento, aunque hay muchos casos asintomáticos y sub diagnóstico; por eso no se puede cantar victoria y -más que nunca- es necesario mantener y enfatizar el distanciamiento y la reclusión, si no hay necesidad de salir.
El gobierno ha dispuesto medidas varias de alivio, además de los beneficios ya existentes, que tendrán en estas semanas un uso intenso. Es el caso de los subsidios por desempleo: cifras preliminares del BPS ponen el número de beneficiarios en casi 110.000 en marzo (gráfica), número que -sin dudas- aumentará en abril. Estimaciones del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE) indican que la tasa de desempleo puede marcar un máximo de más de 16% en el mes de abril, para luego descender rápidamente a un rango de 12-13% (gráfica).
La proyección del CINVE es que la economía caerá algo más de 3% este año, y que las medidas de reclusión se irán aliviando a partir de mayo. Y es precisamente lo que está sucediendo: la construcción volvió a trabajar, se instrumentan protocolos para el comercio minorista y las clases en escuelas rurales se han retomado, lentamente, con una asistencia de alrededor de 30%. En la segunda quincena de mayo se prevé que retomen la actividad los centros comerciales (shoppings), varios sectores de la administración estatal retoman en los próximos días y luego el resto del sistema educativo se irá incorporando.
La estrategia de sumar sectores a la actividad y componer una “nueva normalidad”, no está exenta de riesgos: el contagio del Coronavirus en Uruguay comenzó por los barrios costeros de Montevideo, los de mayor ingreso promedio, cuyos vecinos -en general- tienen más capacidad para sobrellevar la situación. Pero el virus viaja, a pesar de las medidas de contingencia, y casos como los de San José, El Monarca y la situación en la frontera, preocupan. Por eso, mantener e incluso reforzar las medidas de distanciamiento, uso de tapaboca y reclusión voluntaria (quedarse en casa si no hay necesidad ineludible de salir), es clave.
Inversiones pese a todo. La reactivación de la construcción le ha dado un empuje notorio a la economía; son miles de trabajadores, con ingresos que han mejorado en los últimos años, y cuyo gasto se multiplica en mayor consumo, así como se reactivan las compras de insumos y materiales para las obras. Se estima que la construcción tiene un efecto multiplicador de 1 a 4 (casi tan algo como el agro, que multiplica de 1 a 6). Tomada la decisión de volver a la actividad, salud y economía van juntas: se aplican protocolos estrictos para mantener la salud de los trabajadores y para darle continuidad a la actividad, pues un caso sospechoso de Coronavirus hace que la obra se paralice nuevamente.
En este contexto, hay que remarcar particularmente el impacto de las obras de UPM. Las condiciones económicas de inversión para su segunda planta de celulosa generaron una intensa polémica en Uruguay, con argumentos legítimos en ambos lados de la discusión. Más allá de esto, hay que destacar que el proyecto y sus obras relacionadas -que también retomaron la actividad - tienen un efecto en la economía doblemente positivo.
Por un lado, el efecto directo: cerca de US$ 3.000 millones de inversiones este año y los próximos (UPM ampliará su capital invertido en unos US$ 1.000 millones solo este año por el proyecto de Uruguay, según se informó esta semana en Helsinki). Las obras están en sus primeras etapas, pero la reactivación se siente fuerte en Paso de los Toros y zonas cercanas, incluyendo Durazno. Entre Paso de los Toros y el puerto, hay cerca de 1.000 trabajadores ocupados. En Paso de los Toros se hacen test de Coronavirus a todos aquellos que lleguen desde departamentos que tengan casos del virus. La empresa ha hecho unos 500 desde que se retomó la actividad (el 5% del total nacional).
Y hay un segundo efecto de oportunidad: en medio de la crisis global por Coronavirus, tener una inversión de gran escala ya comprometida es muy valioso. Uruguay tiene crédito externo como para sobrellevar los problemas financieros de la circunstancia, pero más valioso aún es contar con una inyección de capital en la economía de gran porte, que va a amortiguar significativamente la previsible caída en la actividad general por la epidemia. Dicho de otra forma: si no estuviera la inversión de UPM, el pozo en el que caería la economía este año sería más profundo.
Esto ha sido posible no solo por las condiciones de viabilidad que ha dado el Uruguay a la inversión, antes en el contrato y ahora por la buena gestión de la emergencia sanitaria; también es posible porque la empresa está sólida y con una situación financiera “extraordinaria”, tal como dijo su presidente y CEO, Jussi Pesonen, al presentar los resultados del primer trimestre, esta semana. Otra sería la historia si la epidemia hubiera impactado más seriamente a la firma, como podría haber sido el caso (pensemos en sectores como la aviación, el transporte, el turismo o la energía).
A pesar de la caída en el precio de la celulosa -que venía de valores muy altos-, y de un paro de los sindicatos que detuvo las plantas por 2 semanas- UPM tuvo buenos resultados en el primer trimestre y sigue adelante con su inversión en Uruguay, así como en otros emprendimientos (entre los que se destaca una planta de bioquímicos en Alemania).
Las ventas cayeron 15%, por la baja en el precio del papel y de la pulpa (-30% anual), y una caída de 8% en las ventas de papel, entre otras cosas por un paro de trabajadores en Finlandia. Como resultado, el EBITDA (ganancias antes de depreciaciones, amortizaciones, impuestos e intereses) cayó 26% respecto al récord del año pasado (de 374 a 279 millones de euros en el trimestre), aun así un muy buen resultado. UPM tiene 400 millones de euros cash, en su balance.
Datos similares presentó esta semana Stora Enso, accionista principal de Montes del Plata, junto a la chilena Arauco. La empresa escandinava tuvo un EBITDA de 180 millones de euros, a pesar de la caída en las ventas, con 750 millones cash en el balance. Los productos de celulosa, papeles especiales y para etiquetas han resistido mejor el impacto de la crisis por el Coronavirus, mientras que otros productos forestales -madera aserrada, tableros, papel de impresión- han sufrido más, pues su consumo puede postergarse más tiempo.
Problemas tenemos todos. En otros agronegocios, la alegría va por barrio. La cosecha de soja sigue avanzando, con rendimientos debajo de lo esperado por efecto de la seca y estimándose una producción que puede estar en torno a 2,3 millones de toneladas, sensiblemente inferior a la zafra pasada. Los precios -en torno a 300 U$S/ton puesta en Nueva Palmira- siguen sin ser atractivos, más aun cuando los rindes no son buenos. En trigo el mercado está presionado por alta oferta y en Chicago se registraron bajas; no ayuda la situación del maíz (principal cultivo del mundo), cuyo precio se ve afectado por el petróleo a través de su impacto en el mercado de etanol (destino importante del maíz en EEUU). Aún con todas las dificultades, que la agricultura siga activa es clave para la economía. El arroz sigue dando novedades positivas, luego de años de retrocesos: México reabrió su mercado para el arroz uruguayo y se retoma un destino importante para vender.
En el sector cárnico la faena se recuperó y los valores de la reposición están firmes, muestra de las buenas perspectivas de largo plazo. También se han afirmado los valores del ganado para faena, ante la recuperación de la demanda externa. Es que no solo Uruguay está con problemas: Australia sigue en fase de recomposición de stock por la sequía, Argentina está en una crisis económica que le impide desplegar más oferta y China -que está saliendo de la crisis por el Coronavirus, aunque se teme una “segunda ola”- sigue aquejada del impacto de la fiebre porcina, que generó un importante faltante de carne. En EEUU varios proveedores están en dificultades y Brasil parece -dentro de los grandes jugadores- el de mayor capacidad de respuesta. Uruguay está retomando los negocios con China a valores buenos, comparados con el año pasado, con la posibilidad de colocar especialmente vacas gordas. La gran preocupación sigue siendo Europa, donde la epidemia pegó fuerte en el consumo de carne de alto valor.
Es un escenario movido y con riesgos aún muy presentes en el plano sanitario. Pero esto no puede distraernos de las tareas pendientes, ya planteadas antes del coronavirus: más mercados, más productividad, más competitividad. Si eran imprescindibles antes de la llegada del virus, ahora son casi urgentes.