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El dato preocupante del stock bovino

Los datos de existencias bovinas y ovinas al 30 de junio no depararon mayores sorpresas

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy

Los datos de existencias bovinas y ovinas al 30 de junio no depararon mayores sorpresas. Tal como se preveía, hay un aumento en la cantidad de vacunos en el país (algo menor del proyectado) y un descenso a un mínimo histórico en la cantidad de ovinos.

Los datos preliminares del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) indican que al 30 de junio había en el país 11,69 millones de vacunos, unos 150 mil más que en el mismo día del año anterior. El aumento se da como directa consecuencia de la drástica disminución de la faena, que pasó de 2,75 millones de cabezas en el ejercicio 2021/22 (máximo histórico) a 2,16 millones en 2022/23, un descenso de 590 mil cabezas. Por lo tanto, el crecimiento del rodeo se dio fundamentalmente en las categorías de invernada debido a la desaceleración de la terminación y salida de animales a frigorífico.

Por ende, las categorías que más aumentaron son la escalera de novillos (principalmente los formados, de más de 3 años) y las vacas de invernada. El crecimiento de estas últimas fue muy significativo, de 31% anual a 583 mil cabezas. Sin embargo, difícilmente esto sea indicador de una intención de liquidación de vientres, sino que se basa en la lentitud de salida de los animales a faena, junto con una mayor proporción de vientres que no se preñaron en el último entore como consecuencia de la intensa sequía y que fueron retirados del rodeo de cría. Los datos del Taller de Preñez del INIA daban cuenta de una tasa de preñez de 71%, nueve puntos porcentuales menos que en 2022.

De allí deriva el dato más preocupante del informe del SNIG, que es el descenso en la cantidad de vacas de cría. Se contaron 4,12 millones, una caída anual de 100 mil cabezas y la menor cantidad en 11 años, desde mediados de 2012. El descenso no es muy drástico, pero al combinarlo con el dato de preñez recién mencionado es cuando se genera el principal foco de preocupación pensando en la oferta ganadera para los próximos años.

La sequía durante el entore determinará que una menor proporción de vientres se preñe, pero, además, la cantidad de vientres se redujo, por lo que la cifra será menor. Es cierto que la mayor salida de vacas del rodeo de cría por no haber quedado preñadas tenderá a disminuir la diferencia entre las tasas de preñez y la de destete, pero la expectativa para el primer semestre del año que viene es que la exportación en pie se mantenga relativamente fluida, dado que las necesidades de importación de Turquía se prevén en los mismos niveles que este año. Esos terneros que se embarquen en los últimos meses del ejercicio 23/24 no llegarán a ser contabilizados el 30 de junio.

Este último ejercicio la diferencia entre tasa de preñez y destete fue de 11,5%, algo por encima de lo usual, en parte como consecuencia de la salida de más de 80 mil terneros en pie en el último cuatrimestre de este año. Asumiendo una brecha algo menor entre preñez y destete el año próximo, de todas maneras el destete oscilaría en 61-62% del rodeo de cría, con lo que se llegaría a una cifra de 2,50-2,55 millones de terneros, la menor cantidad desde 2010 —justamente, luego de la anterior gran sequía de 2008/09— y cerca de 400 mil cabezas menos que en el promedio de los últimos cuatro años.

Terneros destetados

Ese es el dato más preocupante de los informados por el SNIG respecto al rodeo vacuno. Los alrededor de 400 mil terneros menos serán un faltante en la cantidad de animales que estarán llegando a peso de faena entre el último tramo de 2025 y buena parte de 2026. Asumiendo que la mitad son machos y un descarte de vaquillonas, estarán determinando un faltante del orden de las 60-65 mil toneladas de carne. A un valor medio moderado, del orden de los US$/t 4.000, serán unos US$ 250 millones que no estarán ingresando al país por concepto de exportaciones de carne.

Es bien sabido por el sector productor que las consecuencias de las sequías no quedan de lado al momento que empieza a llover, sino que se extienden a los años siguientes, fundamentalmente en el caso de la ganadería, donde los ciclos son largos. Esta sequía 2022/23 no solo se está sintiendo en el ingreso de divisas de este año (las exportaciones de soja, por ejemplo, se redujeron en el entorno de 70%), sino que se seguirá sintiendo al menos hasta 2026, elevando la capacidad ociosa de la industria frigorífica, complicando sus números y reduciendo al ingreso de la ganadería como consecuencia de una menor cantidad de animales vendidos.

El dato del stock ovino por cierto que también es preocupante, aunque en el sector hubo cierto alivio, porque se temía que la baja fuese mayor. Los 5,85 millones de lanares en el país son 281 mil menos que un año atrás y la menor cantidad desde que se llevan registros. Pero estos datos ameritan dedicarle otra columna en semanas venideras.

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