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Buenas y malas

Los negocios agroexportadores son un puntal de la economía en tiempos complicados de pandemia. Pero los casos de coronavirus aumentan en la industria frigorífica y en instalaciones graneleras, entre otras, dificultando la actividad. El escenario para el campo es bueno, pero no se puede bajar la guardia.

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Nicolás Lussich /Ing. Agrónomo MBA / Periodista

Mientras los ciclos productivos avanzan con las cosechas de cultivos de verano, y las lluvias cargan de agua los campos para afirmar la producción ganadera y lechera, la pandemia se agrava. Ya hay más de 32,000 casos activos de coronavirus comprobados (puede estimarse que los casos reales son cerca del triple), y los CTI comienzan a saturarse. El proceso de vacunación también avanza y es alentador, pero no es suficiente para evitar que la situación sanitaria empeore.

Si no hay un cambio apreciable en las tendencias de contagio, el gobierno y la sociedad deberán incorporar nuevas medidas de reducción de actividad -al menos transitorias- para frenar la expansión del virus. En la economía hay sectores muy afectados, pero los agronegocios están bien, aunque el virus impone dificultades.

Frigoríficos complicados. Un buen ejemplo de este escenario contradictorio de la actividad y los agronegocios, lo expone la industria frigorífica. Las colocaciones de carne han mostrado un potente aumento en el arranque del año, con la demanda china liderando las compras (cuadro). Sin embargo, la reiteración de casos de coronavirus en varias plantas tiene la actividad a maltraer.

Varias industrias importantes debieron suspender la faena por unos días y se estima que hoy cerca del 10% de la plantilla total esta cuarentenada. Esto es una seria complicación para el funcionamiento del sector.

Los protocolos se están aplicando y el MGAP (con el respaldo de INAC y los frigoríficos) ha pedido al MSP anticipar la vacunación a todos los trabajadores del sector, en el entendido de que es clave para la economía. Sin embargo, al cierre de esta nota no había respuesta.

El gobierno y los empresarios tienen su responsabilidad en la situación, pero de poco sirve la mejor gestión si los trabajadores - ejecutores finales y esenciales de las tareas- no tienen la conducta que permita contener el virus. Transcurridos ya varios meses de esta grave ola de coronavirus, el diagnóstico en la industria es claro: la mayoría de los contagios no se originan en el lugar de trabajo sino que llegan desde afuera. Y contra eso no hay protocolo que valga.

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Claro está, los frigoríficos no son los únicos afectados: se están registrando más casos en instalaciones portuarias, graneleras, otras agroindustrias, transporte, etcétera. El virus comprueba día a día su capacidad de contagio y daño.

Por si fuera poco, las industrias alimentarias - como es el caso de la frigorífica- tienen que cumplir a rajatabla otras múltiples exigencias más allá de lo que imponen los protocolos contra el coronavirus. Esta semana las autoridades sanitarias chinas suspendieron transitoriamente al frigorífico BPU, localizado en Durazno, por un error en el etiquetado de productos cárnicos. La situación no reviste ningún riesgo ni sanitario ni alimenticio, pero complica.

En un comunicado, el MGAP explicó que se trata de un error en la nominación de los “Trimmings Bovinos”, que según el nuevo protocolo de exportación a China deben denominarse ahora de otra forma, como “Recortes Bovinos”. Agregó que la Dirección de Industria Animal de la Dirección General de Servicios Ganaderos, elevará en forma inmediata a la autoridad china “un informe pormenorizado, dando las debidas explicaciones del error de denominación en la etiqueta y documentación, pero también otorgando plenas garantías técnicas de que se trata de un mismo producto que está autorizado e incluido en el protocolo signado por ambos países”. El MGAP confía en que la situación será aclarada y subsanada a la brevedad. Esto es clave porque puede haber otros lotes de producto en situación similar.

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Sirva esto como ejemplo de que las restricciones, trabas y dificultades en la tarea exportadora son de todos los días. El empuje que las exportaciones están exhibiendo es alentador, pero está lejos de ser un escenario garantizado hacia adelante. La competencia internacional es intensa, las exigencias se suman y todo tiene costos.

Panorama agrícola auspicioso. Está desarrollándose la cosecha de soja, con una sensación agridulce. Por un lado, el fuerte empuje que tuvieron los precios no podrá captarse en su totalidad porque las siembras y primeras etapas del cultivo se desarrollaron con precios menores a los actuales, y muchos productores vendieron parte de su cosecha futura a valores por abajo de 400 U$S/ton. Los precios luego subieron y se acercaron a 500 U$S/ton, pero no todas la zafra se venderá a estos valores: en el mejor de los casos el promedio no iría mucho más allá de 450 U$S/ton, dependiendo de la estrategia de cada productor.

Además, el clima no acompañó: faltó agua en etapas clave, en especial en zonas agrícolas relevantes como Soriano, Flores y parte de Río negro. Así, el menor rendimiento y las ventas anticipadas harán que el resultado quede lejos del que hubiera sido en caso de una cosecha plena con buen rinde y precio alto.

Las lluvias tardías de marzo mejoraron la condición de los cultivos de segunda, en especial el maíz.

Se confirma que -con las variaciones anuales siempre esperables- el maíz de segunda es una opción atractiva, en la medida que combina el doble cultivo con el “escape” hacia adelante de las etapas más sensibles del ciclo, que evitan las semanas más duras del verano.

En cualquier caso, todo indica que la zafra 2020/21 ha tenido su punto fuerte en los cultivos de invierno. Los rendimientos récord y la posibilidad de colocar a buen precio los granos de categoría forrajera han configurado un muy buen desempeño. Eso se vislumbra en las exportaciones (cuadro) y en un mejor ánimo de los agricultores, que ampliarán las áreas de trigo, cebada y colza en la próxima zafra. Puede estimarse que el avance sea en torno a 20%, aunque los más optimistas vaticinan aumentos mayores en la superficie sembrada.

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De confirmarse estas intenciones, serían un aporte muy relevante para la economía. Hay que considerar -de todas formas- que aún están pendientes reducciones de costos y mejoras en la competitividad. Sin ir más lejos, en los próximos días seguramente habrá un aumento en los combustibles, lo que no es la mejor noticia para la ecuación del resultado agrícola y los fletes, si bien el gobierno ha estado activo en promover rebajas para ciertos sectores productivos (como el arroz). Por otra parte, el escenario de altos precios no está garantizado eternamente: la próxima zafra agrícola estaría mostrando valores muy buenos, aunque algo por debajo de los actuales. Más allá de ese horizonte es difícil pronosticar, por lo que sigue siendo importante avanzar en competitividad.

Para el sector y la economía toda, será importante que efectivamente se adelanten los proyectos de infraestructura del gobierno, especialmente las anunciadas inversiones en rutas. En su uso las producciones tradicionales conviven con la forestación. Este rubro también ha entrado en un escenario auspicioso, con una mejora en los valores de la celulosa - que se acerca a los 600 U$S/ton- y también en los productos de madera sólida. El proyecto de inversión de UPM 2 sigue avanzando (a pesar del lamentable atraso del Ferrocarril Central) y motiva - entre otros factores- más inversiones en camiones y maquinarias (gráfica).

Así las cosas, mientras la actividad urbana está totalmente alterada por la pandemia, la producción del campo, las agroindustrias y las exportaciones siguen adelante. Hoy por hoy, son la base sobre la que sustentar la recuperación, una vez que - y esperemos que sea pronto- pase la pandemia.

 

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