El desempeño de la economía de China (el principal mercado para muchos rubros) sigue preocupando. Pero además, por otro lado, la confirmación de una producción récord de granos en Brasil, líder en producción y exportación de soja, entre otros rubros, también .
China.
La economía china creció un 4,6% interanual en el tercer trimestre, una cifra que quedó por debajo de las expectativas del mercado. La conducción política china está mostrando creciente preocupación por el desempeño deficiente de la economía, particularmente afectada por la crisis inmobiliaria y problemas financieros. Si bien se han tomado medidas de estímulo para mejorar los niveles de actividad, las mismas no han logrado el resultado esperado, al menos hasta ahora, y son consideradas insuficientes por muchos analistas. Siempre es difícil hacer un seguimiento en una economía con un régimen político de partido único, pero hay suficiente información como para estar preocupados. Esto porque China ha sido clave en el despegue de los agronegocios en Uruguay y la región ya desde mediados de la década de los 2000, con el gran impulso de la demanda de granos y otros productos.
Hoy China sigue siendo el principal mercado para las exportaciones del Uruguay, y además es clave para economías como Brasil y en cierta medida también Argentina. Allí el efecto es indirecto pero muy importante también.
Más allá de los factores de oferta y demanda que inciden en cada mercado, es bastante claro que si China afloja su demanda eso se refleja en los precios y mercados de los diferentes productos. Lo que está sucediendo en la soja es bastante elocuente: es cierto que hay una gran presión de oferta, pero también es cierto que China ha optado por regular sus compras y buscar los menores precios posibles. De tal manera que China ha mantenido los niveles de demanda en términos de volumen, en general, pero ha comprado cuando los precios bajaron, y de allí no han salido; lamentablemente la soja ha vuelto a acercarse a los 350 US$/ton y con esos valores los chinos están cómodos.
Algo similar sucedió en el mercado cárnico: luego del excepcional año 2022 en que los chinos pagaban precios inauditos para importar mercadería, los valores han corregido sustancialmente. Si bien en las últimas semanas han mejorado los precios en China, estamos lejos de aquellas referencias.
Los problemas de la demanda china también llegan al sector forestal: en esta semana la empresa UPM, principal en nuestro país en el sector forestal celulósico, hizo una advertencia de mercado señalando que las ventas y los precios de los productos que comercia a nivel global no están tan dinámicas como se preveía. No es que la empresa esté ganando menos sino que las proyecciones eran más auspiciosas de lo que está efectivamente comprobándose. A modo ejemplo, la celulosa de fibra corta -que cotizaba arriba de los 650 US$/ton y en algunas ocasiones cerca de 700 a comienzos del año, en Shanghai- ahora no alcanza los 600 US$/ton.
En el caso de los lácteos, China hace ya varios meses que no hace compras relevantes y el sector ha debido diversificar sus destinos. Hoy por hoy Conaprole ha abierto múltiples mercados en África y en algunas otras regiones, compensando la caída en la demanda china en este rubro. Si bien los precios han tenido cierta recuperación, en el caso de los lácteos la llegada a China no es sencilla por la fuerte competencia de Nueva Zelanda que -además de su alta productividad- goza de aranceles menores que Uruguay para entrar al mercado del gigante asiático.
Brasil.
En otro plano, esta semana se divulgaron los datos del primer relevamiento de la zafra de granos 2024/25 en Brasil, que elabora y actualiza todos los años la Conab (Empresa Nacional de Abastecimiento). Los datos prevén una nueva cosecha récord de granos en Brasil, alcanzando 322 millones de toneladas, 8,3% por encima del año anterior.
En el caso de la soja, los productores brasileños aumentarían 2,8% la superficie respecto a la campaña pasada. Sin embargo, el porcentaje de crecimiento del área oleaginosa se ha desacelerado en esta cosecha, siendo el tercer porcentaje de aumento más bajo registrado desde el ciclo 2009/2010. El retraso en el inicio de las lluvias, especialmente en los estados de la región Centro-Occidente, viene dificultando las labores de preparación del suelo y siembra. Aún así, la producción se estima en 166,05 millones de toneladas (gráfica).
Para el maíz, la Conab proyecta una recuperación del 3,5% en la producción, con una cosecha total estimada en alrededor de 120 millones de toneladas, quedando la superficie en 21 millones de hectáreas.
En este ciclo también se espera que el arroz en Brasil muestre un crecimiento del 9,9% en la superficie sembrada, estimulada por los buenos precios recientes, lo que daría lugar a una producción de 12 millones de toneladas, recuperando el volumen obtenido en la zafra 2017/18, una de las mayores cosechas de arroz de su historia (gráfica). Los precios subieron por las restricciones a las exportaciones que impuso India, que ahora fueron levantadas. Por esto y por la mayor producción en Brasil, seguramente los precios en la región tengan cierta presión a la baja. Son datos importantes en la medida que Uruguay ha aumentado sensiblemente el área arrocera con una estimación que supera las 180.000 hectáreas.
En el caso del trigo, Brasil vio reducida su previsión de cosecha a 8,3 millones de toneladas. por problemas climáticos. Esta menor producción en Brasil podría dar espacio a cierta mejora en los precios en la región, incluyendo Uruguay.
Todo esto permite afirmar que -más allá de los vaivenes de mercado- Brasil fue, es y seguirá siendo una potencia cada vez mayor de los agronegocios a nivel global, definiendo las tendencias de la oferta en varios productos. La caída de los precios seguramente puede acotar la expansión de la producción, pero Brasil tiene dos grandes ventajas: es muy competitivo intrínsecamente y, además, cuando la competitividad se complica habitualmente el tipo de cambio responde responde a favor de los productores. Eso no quiere decir que Brasil las tenga todas consigo: hay problemas fiscales, cierta incertidumbre política y otras cuestiones. Pero en agronegocios es un referente ineludible para Uruguay.
Más alentadoras han sido las noticias del sector cárnico brasileño, con aumento en el precio de exportación promedio en las últimas semanas, lo que le da una buena base de comparación a la propia ganadería uruguaya. Esto reafirma que hoy es la producción ganadera la que -en términos comparativos- se muestra con mejores perspectivas.
Tierra.
También esta semana DIEA-MGAP divulgó los datos correspondientes al mercado de tierras en el primer semestre del año. El precio promedio se ubicó en 3.910 US$/ha, aumentando respecto al año pasado y acercándose al récord histórico del año 2014. La sostenida firmeza en el precio de la tierra es una muy buena noticia para el sector y para la economía. Más allá de los vaivenes de mercado, el precio de la tierra se ha mantenido en niveles de los más altos en términos históricos, lo que estimula la búsqueda de productividad en todos los rubros, porque es necesario aumentar el retorno sobre un capital más valorizado.
Esa necesidad de una mayor productividad ha estado en la base de la dinámica del sector en casi todos los rubros, en especial en la agricultura, llegándose en los últimos tiempos a impulsarse tecnologías que por décadas estuvieron soslayadas en el Uruguay, como el encalado de los suelos y otras medidas de mediano y largo plazo para apuntalar la productividad.
Este escenario virtuoso para la producción podría verse desafiado si es que los valores -en especial de la soja- permanecen en los niveles actuales, cercanos a los mínimos históricos. Los márgenes del rubro están muy exigidos y si bien las rentas en kilos de producto hasta el momento se han mantenido, no sería extraño que haya algún tipo de corrección en la medida que permanezca este escenario de precios más deprimidos.
Con este panorama resulta especialmente valioso un escenario ganadero más firme como el que efectivamente se está vislumbrando. Más allá de que el clima afecta a todos los sectores, la ganadería tiene otros resguardos respecto a la agricultura, que en general está más expuesta. Esta configuración agrícola ganadera de la producción uruguaya es una fortaleza que permite una mayor flexibilidad ante los permanentes cambios climáticos y de mercado.