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De Bonn a Bakú: La Agricultura Sostenible y el Financiamiento Climático en Juego

Sin un respaldo financiero sólido y políticas públicas claras, la transición hacia una agricultura sostenible no será efectiva ni viable, especialmente en las regiones donde más se necesita

Cebada.
Cebada.
Ricardo Bachmann "Agricultuber"

Por Daniel Werner*

En junio pasado, se celebró en Bonn la Pre-COP, un evento crucial como antesala a la Conferencia de las Partes (COP). Este encuentro permitió evaluar el impacto de las decisiones tomadas en la última COP y establecer el marco de trabajo que se llevará a cabo en noviembre en Bakú, Azerbaiyán, durante el próximo noviembre.

Las extensas deliberaciones en Bonn no lograron concretar acuerdos sobre el nuevo financiamiento climático, lo que implica que se arribará a Bakú sin un consenso definido. Esta situación refleja los desacuerdos persistentes entre los diferentes bloques de países. Mientras que países en vías de desarrollo reconocen su responsabilidad como emisores de gases de efecto invernadero, insisten en que los países industrializados, que históricamente han sido los mayores contaminantes, deben asumir los costos y acciones específicas para mitigar el cambio climático. Además de estos desacuerdos entre el "norte y sur", también existen diferencias significativas dentro de los propios países industrializados, donde algunos abogan por ampliar la base de los contribuyentes incluyendo al sector privado, mientras que otros proponen un financiamiento anual para enfrentar los desafíos climáticos.

Este panorama es aún más preocupante al considerar la parte del financiamiento destinada a la agricultura. Aunque este sector es un contribuyente significativo a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), también representa una gran oportunidad para el almacenamiento de carbono, un aspecto esencial en la lucha contra el cambio climático, además de su alta relevancia en temas como la seguridad alimentaria.

El volumen de financiación climática destinado a los sistemas agroalimentarios en general, y a la agricultura en particular, sigue siendo relativamente bajo. Esto es especialmente crítico para las más de 500 millones de pequeñas fincas responsables de hasta el 70% de los alimentos en países de renta baja y media, en donde se carece de verdadero acceso a recursos esenciales como financiación, mercados, fertilizantes, semillas, electricidad y datos. La financiación destinada para este segmento de agricultores en el año 2023 no alcanzó el 1% de la financiación climática total.

Avances significativos se registraron durante la COP 28 en Dubái, donde 134 países firmaron una declaración conjunta sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción climática. Aunque el documento no tiene carácter vinculante, es la primera vez que se establece un compromiso para incluir la alimentación y la agricultura en los planes nacionales de lucha contra el cambio climático y aumentar la financiación destinada a estos sectores.

La problemática del cambio climático en la agricultura solo puede resolverse adaptando las prácticas tradicionales a modelos sostenibles, que puedan adaptarse y contribuir a la mitigación del cambio climático y sus impactos en el sector. Para lograr esta transición, es esencial contar con financiamiento que impulse una agricultura sostenible, capaz de cumplir con las exigencias medioambientales, garantizar la rentabilidad del agricultor y generar beneficios sociales.

Para que esto sea posible, es fundamental contar con políticas públicas coherentes y el apoyo financiero adecuado. No menos importante es poder generar plataformas de trabajo que brinden al productor asistencia técnica y un seguimiento continuo para acompañarlo en todo el proceso de adopción e implementación de estos modelos de producción sostenibles. Esto, es especialmente crítico en los países en vías de desarrollo, donde la agricultura representa entre el 10% y el 30% del PIB y es un pilar esencial para el empleo y el sustento de la población.

En conclusión, sin un respaldo financiero sólido y políticas públicas claras, la transición hacia una agricultura sostenible no será efectiva ni viable, especialmente en las regiones donde más se necesita. Es imprescindible que se actúe con determinación para garantizar un futuro agrícola resiliente y sostenible.

*Director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional en el Ministerio de Agricultura y Seguridad Alimentaria de Israel

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