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Una fractura en Corea y la tenacidad que dio vida a un libro

Defensor del productor, hincha de la oveja y conocido por todos: las huellas que ha dejado Jorge Bonino

Jorge Bonino Morlan

Es médico veterinario, nacido en Montevideo y criado en Florida, en la zona de El Tornero. Hace 54 años comparte la vida junto a María Elena Leániz. Tiene cinco hijos, 10 nietos en la tierra y una en el cielo. Le dicen ansioso, pero él sostiene que es tenaz. Organizado, le gusta cumplir los objetivos. Gran hincha de las asociaciones público-privada, de la integración, de los trabajos en grupo y de las "cosas valiosas" que tiene Uruguay. Sueña con que la sanidad sea una política de Estado. Gran defensor del productor, de la oveja y es un convencido de hacer cadena. A sus 71 años Jorge Bonino Morlán sacará adelante, en breve y con la pluma de Javier Pastoriza, un libro que recoge los recuerdos y las vivencias de su actividad internacional como veterinario (de 1977 a 2024). Acá escribimos una pequeña parte de ella.

Jorge Bonino Morlán ha dedicado gran parte de su vida profesional a la ganadería, especialmente al trabajo con ovinos. Graduado en 1977, su carrera comenzó al año siguiente con su ingreso al Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y a la Facultad de Veterinaria, en donde trabajó en la Cátedra de Clínica de Rumiantes y Suinos.

Bonino, además de su labor académica, ejerció la práctica profesional de manera independiente, centrándose principalmente en la especie ovina, aunque sin dejar de lado a los bovinos y suinos.

Su profundo vínculo con el campo y los animales comenzó mucho antes de su formación universitaria. Criado en Florida, en la zona de El Tornero, su vida rural estuvo marcada por la influencia de su padre y su abuelo, quienes tenían campos en la zona.

A los siete años Bonino se convirtió en socio vitalicio de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), gracias a su padre. A temprana edad, participaba en exposiciones ganaderas, acompañando a su padre, quien tenía una cabaña de Romney Marsh reconocida.

Desde joven, Bonino mostró un interés por el trabajo gremial, involucrándose en actividades de la ARU y el SUL.

Su labor gremial, sin embargo, no se limitó solo a la representación, sino que también se destacó por buscar soluciones concretas a problemas del sector. “Siempre me gustó la acción rural, me sentía a gusto en ese entorno”, comentó Bonino, quien recuerda con cariño las noches que pasaba preparando animales para las exposiciones, tanto en el Prado como en el interior del país.

Con el tiempo, su habilidad y experiencia lo llevaron a participar en exposiciones internacionales en países como Argentina y Brasil. “A los 16 o 17 años, ya me dedicaba a preparar animales y me encantaba”, comentó. Este entusiasmo por la ganadería lo acompañó durante toda su carrera.

Desafíos. En 1990, Bonino enfrentó uno de los mayores desafíos de su carrera cuando se detectó la mosca de la bichera en Libia, una amenaza potencial para las exportaciones ovinas uruguayas.

Fue entonces cuando, en colaboración con otros colegas, trabajó para desarrollar estrategias de control que protegieran al país de posibles afectaciones. Este logro fue solo uno de los muchos hitos importantes en su carrera, que incluyó el desarrollo de técnicas para el control de parasitosis y la certificación de predios libres de pietín.

Uno de los momentos más influyentes en la carrera de Bonino fue su primer viaje a Nueva Zelanda. Inspirado por las prácticas agrícolas y ganaderas que vio en ese país, decidió implementar algunos de esos métodos en Uruguay.

En su campo arrendado en San José, en donde mantenía una alta carga ovina y algunos vacunos, comenzó a experimentar con agricultura forrajera, algo que había observado en Nueva Zelanda.

“Fue un momento de osadía”, recordó. Junto con dos ingenieros agrónomos, uno del Plan Agropecuario y otro del SUL, trabajó en un predio en la zona de Dolores que, según él, sigue siendo un ejemplo de sustentabilidad después de más de 40 años de funcionamiento.

“Demostramos que el manejo intensivo de ovinos puede ser altamente rentable y sustentable en el tiempo”, explicó.

Este viaje no solo influyó en su forma de trabajar, sino que también lo llevó a involucrarse más en el ámbito internacional. A partir de ese momento, Bonino comenzó a participar activamente en congresos y foros internacionales, en donde compartió sus conocimientos y aprendió de expertos de todo el mundo.

Uno de los mayores logros de Bonino fue su participación en la apertura del mercado de Estados Unidos para la carne ovina con hueso. Este proceso, que tomó más de una década, fue posible gracias al trabajo conjunto de diferentes actores del sector, desde productores hasta políticos. “Fue un verdadero trabajo en equipo”, afirmó Bonino. “Logramos romper paradigmas y demostrar que Uruguay podía cumplir con los estándares sanitarios requeridos para exportar carne ovina de alta calidad”, agregó.

Bonino atribuye gran parte de este éxito a su enfoque colaborativo. Siempre rodeado de personas clave en el sector, tanto en el ámbito técnico como en el productivo, su capacidad para coordinar y liderar equipos fue fundamental para lograr estos hitos.

El compromiso de Bonino con el sector ovino no solo se limitó a su trabajo técnico. A lo largo de su carrera, también abogó por la integración público-privada en el ámbito de la sanidad animal.

“Soy un firme defensor de las asociaciones público-privadas”, comentó. “La sanidad debe ser una política de Estado, y debe beneficiar tanto al país como a los productores”, añadió.

Su rol en la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal, hoy OMSA) también fue clave para posicionar a Uruguay en el ámbito internacional. Desde 1990, participó activamente en las reuniones de la OIE, representando a los productores uruguayos y defendiendo sus intereses en temas tan críticos como la fiebre aftosa. “Logramos que Uruguay fuera reconocido como un país libre de fiebre aftosa con vacunación, lo que abrió muchas puertas para nuestras exportaciones”, señaló. A lo largo de su carrera, Bonino también formó parte de diversas iniciativas para mejorar la sanidad animal en el país, incluyendo la certificación de predios libres de pietín y el control de la resistencia a parasitosis internas. Estos logros, según él, fueron posibles gracias al trabajo en equipo y la colaboración entre diferentes actores del sector.

Después de una larga y exitosa carrera en el SUL, Bonino se retiró formalmente, pero su vínculo con la institución y con el sector ovino nunca se cortó. “Cuando me retiré del SUL, al mes ya me habían contratado como consultor”, comentó. Además, continuó su labor en la ARU, donde sigue siendo directivo y un referente en temas de sanidad ovina.

“Dicen que soy ansioso, pero yo lo llamo tenacidad”, comentó Bonino sonrisa mediante. Esto, sumada a su capacidad de organización y liderazgo, ha sido clave para llevar adelante algunos de los logros más importantes del sector ovino en Uruguay. “Soy un convencido de que la sanidad debe ser una política de Estado y que las asociaciones público-privadas son esenciales para el desarrollo del sector. Esa ha sido mi bandera durante toda mi carrera”, dijo.

Jorge Bonino ha dedicado más de cuatro décadas a la ganadería ovina, tanto en Uruguay como en el ámbito internacional. Su pasión por la mejora continua, su capacidad para liderar equipos y su compromiso con el sector lo han convertido en un referente indiscutido en el campo de la sanidad animal.

Para Jorge Bonino, el éxito en su carrera no ha sido un camino solitario, sino un esfuerzo colectivo. “Siempre me acompañé de colegas y amigos, no me gusta trabajar solo. Lo que logramos fue gracias a la colaboración de muchas personas, tanto en Uruguay como en el exterior. Lo más importante es aprender y compartir lo que uno sabe”, reflexionó.

El futuro del sector ovino en Uruguay sigue siendo incierto, pero con figuras como Bonino, comprometidas con la innovación y la defensa de los intereses rurales, es probable que las próximas generaciones de productores continúen construyendo sobre los cimientos que él y sus colegas han dejado.

“Siempre digo que lo más importante es no quedarse quieto. Hay que seguir aprendiendo, viajando, viendo qué hacen los demás y cómo podemos mejorar. Ese es el legado que quiero dejar”, concluyó, dejando claro que su amor por el campo y los animales sigue tan vivo como siempre.

La odisea de Corea: desafío personal y profesional

El origen del libro de Jorge Bonino, titulado “Sarna con gusto no pica. Recuerdos y vivencias de mi actividad internacional como veterinario”, tiene su origen en un viaje que lo marcó profundamente. Mientras asistía a un foro sobre fiebre aftosa en Corea, sufrió una fractura de cadera que lo dejó seis días en condiciones extremas, enfrentando las barreras idiomáticas y culturales del país. A pesar de las dificultades, contó con el apoyo de colegas y su familia, quienes fueron claves para su recuperación.

La experiencia fue tan intensa que su amigo Javier Pastoriza insistió en que debía plasmarla en un libro. Aunque reticente al principio, Bonino finalmente accedió a grabar su relato, que luego fue transformado en una obra que no solo aborda las adversidades enfrentadas en Corea, sino también su extensa trayectoria en temas sanitarios, especialmente relacionados con la fiebre aftosa.

El libro entrelaza anécdotas de sus viajes como disertante en foros internacionales, colaboraciones en eventos y su participación en decisiones clave que impulsaron mejoras en sanidad animal.

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.

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