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Sin cámaras ni candados: el productor que apostó a la honestidad y se gana la vida vendiendo verduras sin estar presente

En Ombúes de Bentancor, Nicolás Viera deja su verdura a la vista, en un puesto de autoservicio y el resultado lo sorprendió: todos pagan

Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.
Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.

A los 32 años, Nicolás Viera decidió confiar plenamente en las personas y desafiar la lógica tradicional del mercado agrícola. Oriundo de un pequeño poblado sobre la ruta 12, kilómetro 95, Ombúes de Bentancor, en el departamento de Lavalleja, Viera implementó un original sistema de venta autoservicio para sus productos hortícolas, donde la confianza es el único supervisor.

La historia de Nicolás en el campo comenzó desde niño, cuando ayudaba en las labores agrícolas a su padre, un chacrero que cultivaba zapallos, aunque más tarde se dedicó a la construcción. Luego de terminar el liceo, estudió psicología, pero abandonó. Retomó las actividades rurales hace aproximadamente una década, trabajando en un campo perteneciente a la Facultad de Veterinaria. Al disponer de tardes libres y tener acceso a un tractor adquirido por su padre, comenzó a dedicarse a la quinta, inicialmente con herramientas prestadas por vecinos y familiares.

“En realidad empecé fuerte durante la pandemia. Teníamos más tiempo libre y comenzamos con casi todo prestado. Ahora ya tengo algo más de herramientas propias y estoy más organizado”, explicó Nicolás.

Lo que inicialmente fueron pequeñas parcelas se transformaron hoy en aproximadamente cinco hectáreas dedicadas principalmente al cultivo de zapallos, papas y boniatos, irrigadas mediante un sistema de riego por goteo desde una represa ubicada en el predio familiar.

Nicolás vive junto a su pareja, Yuliana, y su hijo de un año y medio, a escasos 100 metros del puesto autoservicio que instaló al borde de la ruta. La tienda opera bajo un principio sencillo pero audaz: la verdura está expuesta con sus respectivos precios y el cliente simplemente toma lo que desea, deja el dinero en una caja metálica o transfiere el monto directamente a la cuenta del productor.

Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.
Nicolás Viera.

“Hago bolsitas de cinco kilos de papa o boniato por 150 pesos y vendo el zapallo a 50 pesos la unidad, o 350 pesos la bolsa grande”, detalló Viera.

La caja receptora del dinero está fija al suelo, pero él pasa dos veces al día por allí: temprano en la mañana antes de ir a trabajar y nuevamente al regreso, para reponer productos y retirar el dinero acumulado.

Lo que más sorprende del sistema es la confianza que deposita Nicolás en los demás, algo que asegura siempre haber sentido.

“La gente responde divino, nunca tuve un problema. Algunos no tienen cambio o me avisan después que transfirieron, pero todos cumplen”, comentó con tranquilidad.

La decisión de comenzar con este sistema no fue improvisada; la pensó durante todo un año, esperando que la calidad de sus productos estuviera a la altura de la expectativa del consumidor.

“El año pasado no pude hacerlo porque llovió mucho y no tuve calidad suficiente. Yo sabía que la gente necesitaba productos duraderos y no quería quemarme. Este año, en cambio, la calidad es excelente y la respuesta ha sido muy positiva”, explicó Nicolás con satisfacción.

La motivación principal detrás de este novedoso modelo de negocio fue acercar productos frescos directamente al consumidor, eliminando intermediarios y ofreciendo precios más accesibles.

“El productor siempre vende barato y al consumidor final le llega caro por todos los intermediarios que hay en el medio”, señaló. “De esta forma, puedo vender barato y justo, y es casi que trabajar para que me vean, porque realmente el margen es poco”.

Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.
Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.

Inicialmente algunos vecinos dudaban de la viabilidad del proyecto. “Algunos me dijeron que estaba loco, pero yo estaba convencido desde el principio que iba a funcionar porque la gente valora un buen precio y un producto de calidad”, aseguró el productor rural.

La realidad terminó dándole la razón: ahora incluso vecinos cercanos compran más regularmente, pero el grueso de las ventas proviene de viajeros ocasionales atraídos por la curiosidad o la comodidad del autoservicio.

“El movimiento en la ruta ayuda mucho, la gente pasa, lo ve, se sorprende, saca fotos y compra. Hasta le manda fotos a la familia, es como novedoso”, contó entre risas.

El trabajo en la quinta también tiene un fuerte componente familiar. “Mis padres me dan una mano enorme, sobre todo cuidando a Benjamín, mi hijo, cuando estoy en el campo o en el puesto. Eso me permite moverme más tranquilo”, destacó Nicolás.

Yuliana, su compañera, además de trabajar fuera del hogar, colabora diariamente en el armado de las bolsitas de verdura. “Cuando vuelve de su trabajo, me ayuda a embolsar. Es un apoyo fundamental para que esto funcione como funciona”, reconoció.

En los tiempos de mayor cosecha, cuando el trabajo se multiplica y la demanda se acelera, Nicolás cuenta con la colaboración de Karina y Yonatan. “Les pago y me ayudan muchísimo a levantar zapallos y embolsar. Llega un momento en que se desborda todo y uno solo no da abasto”, comentó.

Gracias a ese apoyo extendido, tanto familiar como contratado, Nicolás puede sostener una operación constante y ordenada, manteniendo siempre el puesto abastecido y el vínculo de confianza con los clientes intacto.

Lo que más valora el productor de esta experiencia es haber aprendido a confiar más profundamente en la honestidad de la gente, algo que cree que muchas veces queda opacado por la constante visibilidad de las malas noticias.

“Creo que se promociona demasiado lo malo. Lo bueno, que también existe, no se ve tanto”, reflexionó. Y esa confianza no distingue clases sociales: Nicolás afirmó que tanto clientes en camionetas lujosas como en autos modestos son igualmente honestos al pagar. “Todos pagan, nadie se lleva nada sin pagar”, insistió con firmeza.

Puesto autoservicio de verduras de Nicolás Viera en el km 95 de la ruta 12.
Tractor con calabacín de su chacra.

Mirando hacia el futuro, Nicolás tiene claras sus aspiraciones. Quiere diversificar aún más la oferta, reduciendo volumen por producto, pero aumentando la variedad disponible. Su objetivo es seguir creciendo sin necesidad de recurrir a intermediarios o grandes distribuciones externas.

“Ahora tengo muchos zapallos, pero mi idea es plantar menos de cada cosa y ofrecer más variedad, así el cliente tiene más opciones”, proyectó con entusiasmo. Sabe que deberá adaptarse constantemente a las demandas del mercado, pero también tiene claro que seguirá confiando en las personas, tal como lo hizo desde el primer día que instaló su autoservicio en plena ruta.

Mientras tanto, Nicolás Viera continúa viviendo y trabajando con tranquilidad, disfrutando del sencillo pero significativo gesto diario de retirar el dinero dejado en la caja por clientes que, quizá sin saberlo, están construyendo junto a él una pequeña revolución basada en la confianza.

Licenciada en Comunicación por la Universidad ORT (2017) y máster en Dirección de Comunicación Corporativa (2024). Desde agosto de 2020 forma parte del equipo de Rurales El País. Actualmente colabora con la revista de la Asociación Rural y produce el programa #HablemosdeAgro, que se emite los domingos por Canal 10. Además, acompaña a empresas del sector agropecuario en el diseño y la implementación de sus estrategias de comunicación. Anteriormente trabajó como periodista agropecuaria en El Observador y fue productora del programa radial Valor Agregado, en radio Carve.

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