En un rincón rural del departamento de Rocha, un emprendimiento familiar ha logrado transformar un fruto silvestre en una propuesta gastronómica con identidad, innovación y sabor. Se trata de Caseras de India Muerta, una iniciativa familiar liderada por Cecilia González, quien desde hace más de dos décadas convierte el butiá -símbolo vegetal del este uruguayo- en mermeladas, chutneys, licores, jugos y hasta galletitas con fibra.
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Tuve la oportunidad de conocer a Cecilia y probar sus productos en el marco de la Nacional Hereford , el viernes 16 de mayo en Rocha, durante una degustación organizada por Sabores de Rocha. La propuesta sorprendió por su calidad, originalidad y el relato detrás de cada preparación. Junto a otros emprendimientos locales, Caseras de India Muerta integró una mesa que celebraba no solo los sabores autóctonos, sino también la cooperación entre productores y cocineros del departamento.
Un fruto silvestre como bandera
El butiá -ese pequeño fruto anaranjado que crece en las palmas del este uruguayo- es el protagonista absoluto de la línea más distintiva del emprendimiento. Su sabor ácido y aromático, su color vibrante y su pulpa fibrosa lo hacen complejo de trabajar, pero justamente ahí reside el desafío que asumieron.
El butiá no solo destaca por su sabor único, sino también por sus propiedades nutricionales y su arraigo geográfico. Rico en vitamina C, antioxidantes y fibras, este fruto contribuye a fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la digestión. Se cosecha principalmente en los palmares del este uruguayo, como los de Rocha, Castillos e India Muerta, donde crece de forma silvestre en suelos arenosos y bañados de sol. Su recolección, además de mantener una tradición ancestral, fomenta la conservación del ecosistema nativo.
“La zafra del butiá es entre febrero y abril. Se cosecha, se lava y se congela para tenerlo disponible todo el año”, explica Cecilia. Para eso, desarrollaron una tamizadora especial que permite separar el carozo de la pulpa, un trabajo artesanal pero fundamental, ya que el butiá tiene un “coco” duro que no puede procesarse con cualquier maquinaria.
Con la pulpa extraída, comienzan a aparecer las múltiples versiones: jugo natural, mermeladas, jaleas para postres o carnes, el clásico licor de butiá, y el chutney, una salsa agridulce que combina cebolla, especias y trozos de butiá tamizados. “El chutney gusta mucho, llama la atención y pega muy bien con platos salados, con carnes, verduras o picadas”, dijo. Pero no se detienen ahí. Un nuevo desarrollo ha sido trabajar con la fibra que antes descartaban.
“Se extrae, se seca en horno y se muele. Con eso hacemos galletitas, alfajores, y se lo agregamos a otras preparaciones. Le aporta textura y fibra. Estamos aprovechando prácticamente todo. Solo nos faltaría la almendra que está dentro del carozo, pero ahí todavía no llegamos”, bromea.
Sabores nacidos del territorio
Instalada en una pequeña planta de elaboración a 25 kilómetros de la ciudad de Rocha, la familia de Cecilia produce sin conservantes ni colorantes. Todo es artesanal. Y aunque comenzaron vendiendo para un circuito reducido, hoy los productos de Caseras de India Muerta se pueden encontrar en Montevideo, Rocha, Maldonado, Canelones y otros puntos del país. “Nuestros productos viajan. Hacemos envíos, llegamos a locales que nos contactan o que nosotros identificamos. Nos interesa seguir creciendo y que estos sabores puedan llegar a más lugares”, comenta.
Sin embargo, la expansión no ha alterado la esencia del proyecto. El emprendimiento sigue siendo familiar, con participación de trabajadores de la zona que viajan regularmente al establecimiento. El arraigo con el lugar y la comunidad es parte fundamental de su identidad.
Durante la jornada de la Nacional Hereford, Caseras de India Muerta compartió espacio con otros emprendimientos que integran Sabores de Rocha, una red que promueve la identidad gastronómica del departamento uniendo a pequeños productores y actores del sector gastronómico. “La idea es potenciar lo local. Nosotros con el butiá, otros con quesos, con panes, con postres. Vamos armando una propuesta colectiva que busca visibilizar los sabores de Rocha para el turismo, pero también para nosotros mismos”, resalta Cecilia.
Ese viernes, la mesa de degustación fue un ejemplo claro de lo que se puede lograr cuando el trabajo artesanal se cruza con la visión colectiva. Quesos saborizados, panes caseros, postres y las creaciones a base de butiá ofrecieron un recorrido gustativo por el territorio.
Detrás de cada frasco de mermelada hay mucho más que fruta y azúcar. Hay una historia de familia, de territorio, de mujeres y hombres del campo que apostaron por agregar valor a lo que tenían a mano. Caseras de India Muerta es una muestra palpable de cómo la innovación puede surgir en un entorno rural, sin perder el vínculo con la tierra ni con los sabores que la definen.
Con el butiá como bandera y la convicción de que “lo hecho en casa” también puede conquistar mercados más amplios, Cecilia y su equipo siguen amasando futuro, uno que se cuece a fuego lento, como las buenas mermeladas.