Estrategia está definida, pero se analizan costos para pedir crédito internacional para el proyecto

Pablo Antúnez
El grupo de trabajo que impulsa el proyecto para el control y erradicación del gusano barrenador (mosca de la bichera), está afinando los números y estima que para los tres años de ejecución, las acciones para controlar este parásito tendrán un costo de alrededor de US$ 50 millones.
Tener los números claros permitirá salir a buscar el financiamiento internacional para este emprendimiento, que busca cambiarle la vida al productor y disminuir las pérdidas económicas en la ganadería ovina y vacuna, pero también mejorar la vida en el campo, pues el gusano barrenador del ganado es una zoonosis.
En 1996, según un relevamiento en Uruguay del MGAP, se estimó que el gusano barrenador del ganado ((Cochliomyia hominivorax) causaba pérdidas por US$ 24.596.000. Posteriormente, en 2006, otro relevamiento marcaba pérdidas por US$ 38.400.000 y mostraba que la mosca se había fortalecido, incidiendo más en las economías de los establecimientos agropecuarios por la mortandad de animales y por el gasto en “cura bicheras”. En 2014, otro relevamiento mostró mayor cantidad de animales afectados. Previo a comenzar a avanzar en este proyecto se hizo un nuevo estudio y los números dieron cifras muy parecidas.
Recientemente, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aportó US$ 450.000 para el proyecto genómico que llevarán adelante el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Instituto Pasteur, donde se apunta a crear moscas estériles. El proyecto en sí, apunta a soltar en el medio ambiente moscas irradiadas (estériles), aportadas por la única planta dedicada a este trabajo, ubicada en Panamá. Uruguay ya trabajó con este sistema en el marco de un proyecto regional que mostró excelentes resultados en el norte del país. La otra buena noticia es que el Río Uruguay oficia de barrera y eso permite focalizar más acciones en el norte del país, donde en algunos establecimientos el gusano barrenador del ganado es un problema serio y un verdadero dolor de cabeza, además de atentar contra el bienestar animal.
“Todavía no están los números definitivos del costo del proyecto”, aclaró Romeo Volonté, gerente del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), institución que junto con Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Instituto Plan Agropecuario e Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, conforman el grupo de expertos.
La planta que produce las moscas estériles en Panamá, aún no terminó de aportar sus costos, pero además hay que afinar los gastos de distribución, ingreso de los insectos a Uruguay (que seguramente sea por vía aérea), posterior suelta y personal que trabajará en territorio.
La mosca de la bichera (Cochliomyia hominivorax), es originaria de las zonas tropicales y templadas de América. Su ciclo de vida tiene 3 fases: Mosca adulta, que vive en la vegetación y busca un animal donde poner sus huevos. Larvas, que viven parasitando una herida y pupas, que viven enterradas en el suelo.
Proyecto. Volonté explicó a El País que lo que viene previsto el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca “es llevar una propuesta de ley de creación de un programa que tenga la figura de un Instituto pero sin crear uno nuevo, pero sí que tenga el financiamiento y una estructura que sea dependiente del MGAP. Será a término hasta que finalice el programa”.
El costo del control y la posterior erradicación será asumido por los propios productores, a través de la creación de una tasa y con ese dinero se pagará el crédito que se pida al Banco Mundial o al organismo internacional de financiación con el que se asuma el compromiso.
El proyecto en sí, se estaría comenzando a ejecutar en 2022, porque “el plan de trabajo tiene previsto un año de preparación, de capacitación de los técnicos y personal de campo, el armado de la infraestructura y dos años de largar moscas al campo. En tres años quedaría absolutamente controlada”, estimó Volonté.
Se sigue avanzando, porque mientras tanto, hay distintos grupos de trabajo que tienen diferentes cometidos. Uno de los más importantes, es el que está trabajando directamente con John Welch, el especialista del Departamento de Agricultura de Estados Unidos que llevó adelante el programa de erradicación en su país y en Panamá. Se trata de la máxima inminencia científica en este terreno.
Más allá del asesoramiento, hay un documento que determina cómo se hará la estrategia en caso de Uruguay.
El otro avance importante es que Brasil y Argentina también están interesados en sumarse a este proyecto de Uruguay, donde las acciones regionales serán fundamentales para lograr una mayor efectividad. Si todo sale bien y si bien Brasil acompaña, en 10 o 12 años Uruguay podría estar libre de la mosca de la bichera y dejará de perder anualmente entre US$ 45 millones y US$ 100 millones por este flagelo que ataca a la producción ganadera, tanto ovina como vacuna. En años más calurosos y cuando las condiciones climáticas favorecen el desarrollo y reproducción de la mosca, esta parasitosis complica el trabajo en el campo. Demanda personal y recorridas constantes, mano de obra que se podría dedicar a otras tareas más redituables.