Bastante atrás quedaron las épocas de monocultivo en nuestro país. Con excepción del arroz, y algún otro cultivo tradicional como el trigo o el maíz para alimento de ganado, Uruguay supo ser un país que en la parte agrícola, se volcaba casi en su totalidad al cultivo de soja. Esto, en cierto momento tuvo su afectación incluso en el deterioro de los campos, por ello, la diversificación con una paleta más amplia de cultivos (principalmente siete) es una gran noticia: diversifica riesgos, hace un uso más responsable y sustentable de los campos y genera caja en al menos dos momentos del año. Y además, hoy disfrutan de una buena rentabilidad.
En la campaña de verano cosechada en los primeros meses del año, las lluvias que se descolgaron alrededor del 14 de enero fueron una bendición. En muchas chacras de soja del país los promedios anduvieron arriba de los 2.700 kilos por hectárea o hasta más.
Es preciso aclarar que hubo chacras con picos por encima, pero lamentablemente en otras del norte del país o lugares aislados en el territorio el déficit hídrico fue irremediable. Por eso, nos referimos a generalidades a la hora del balance.
Es así que se espera al menos una superficie igual que este año, pero hay estimaciones de crecer entre un 5% y un 10%. El Centro de Estudios para el Desarrollo marcó que este año por concepto de exportación de soja, se estará cerca de los US$ 2.000 millones, marcando que es la segunda mejor zafra de la historia detrás de 2014.
En arroz, fue la segunda zafra con mayor cantidad de kilos por hectárea de la historia: más de 9.200 kilos en promedio en una superficie de algo más de 164.000 hectáreas, sobre todo en el este, norte y centro, en ese orden de importancia.
En 2021, el precio provisorio fue de US$ 12,30 por la bolsa de 50 kilos, y el definitivo subió 5 centavos: cerró en US$ 12,35. Este año se empezó negociando en US$ 11,20 sin acuerdo de partes, pero ACA y la Gremial de Molinos Arroceros cerraron en octubre un provisorio de US$ 11,45.
Para esta zafra, se sembraron 159.700 há según el relevamiento de ACA, con una leve caída de área sustentada en el deterioro de las condiciones de negocio y algunas represas del este del país a las que le faltó agua. Hoy, el costo de 1 há de arroz pisa los US$ 2.200.
En el caso del maíz, se sembraron 150.000 há y se vuelca cada vez más a una implantación de segunda, para esquivar el período crítico de las épocas menor cantidad de precipitaciones. Su desempeño está muy vinculado a los valores de la carne y la realidad de los corrales. La gran noticia como sustituto es la firma del protocolo para exportar sorgo a China. Esta última gramínea sustituye al maíz en campos más restrictivos, pero la consolidación de un canal comercial permite estabilizarlo en las rotaciones, ponerle un piso al precio, y producirlo sin el “miedo” de qué hacer con el excedente.
La campaña de invierno volvió a sorprender: más de 800.000 há entre canola, trigo y cebada. Si bien las heladas y el déficit hídrico pegaron un buen susto, la prolongación de bajas temperaturas hasta entrado noviembre lograron alargar el período de llenado de grano y de esa forma compensar. Los rindes sorprendieron gratamente.
Según el informe de teledetección de URUPOV se sembraron 345.000 há de canola en todo el territorio, lo que lo ubica como el principal cultivo de invierno en superficie y el segundo principal cultivo de grano en todo el país. “La soja de invierno” pintó los campos de amarillo en todo Uruguay.
Para el trigo (aprox. 300.000 há), y la cebada (aprox. 220.000), las noticias también son buenas: luego de dos zafras excelentes los rindes volvieron a ser buenos pero además, la calidad de la cosecha estuvo muy bien también.
Si bien esta zafra de invierno se sembró con costos más altos y los precios no fueron tan superlativos como hace unos meses, el negocio en líneas generales cierra bien y el doble cultivo está cada vez más afianzado.
Este período de bonanza favoreció la renovación de maquinaria en todos los rubros, impulsados en gran medida por la normalización post pandemia y sobre todo, los proyectos de la COMAP. Beneficios coyunturales que se transforman en ventajas estructurales.
La forestación acompañó el proceso de mejora de precios iniciado en principios de 2021. La celulosa escaló de US$ 404 por tonelada en 2020 a un promedio de US$ 658 en setiembre de 2022, con picos de hasta US$ 750 valor FOB.
El Ministerio de Ganadería acompaña también otros proyectos industriales como los de la transformación mecánica de la madera y sus usos en la construcción nacional, pero la atención está puesta en UPM 2, y se espera que inicie trabajos en los inicios de 2023.
Cierra un buen año para la agricultura nacional. Como aspectos negativos: costos que crecieron desde que Rusia invadió Ucrania, precios que ya no son extremadamente buenos y sobre todo, un dólar que se ha debilitado mucho.
Como aspectos positivos: rotaciones agronómicamente estables con lugar para todos los cultivos (soja, canola, trigo, cebada, arroz, maíz, sorgo, y hasta girasol, que viene creciendo paulatinamente) y una demanda estructural internacional por materias primas.
Se viene un 2023 desafiante, pero la cadena de producción nacional ha tenido la sabiduría de transformar ganancias del momento en ventajas estructurales y se ve un sector maduro e integrado con el resto de las actividades agropecuarias, especialmente la de Uruguay por excelencia: producir carne.