Publicidad

Luciano Dabalá: “La siembra directa fue traída para cuidar el suelo y los recursos, fue un cambio de paradigma”

El productor de Soriano y presidente de la Asociación Uruguaya Pro Siembra Directa se refirió a los más de 30 años de la asociación en el país, el contexto en el que llegó la siembra directa, el impacto que tuvo en los primeros años, las transformaciones con la llegada de los grandes grupos argentinos y la situación actual, en la que supera el 90% de adopción en siembra de cultivos y forrajeras. Dabalá dijo que cuando el glifosato comenzó a tener un precio más accesible fue un punto de inflexión para la adopción de la tecnología y destacó la importancia de tener el suelo cubierto, así como de hacer una buena rotación de cultivos. Acerca de los beneficios, el presidente de AUSID afirmó que algunos aspectos se ven enseguida que se deja de laborear, pero muchos de ellos cobran relevancia con el paso de los años implementando la siembra directa. Para cerrar, destacó las principales líneas de trabajo de AUSID, entre las que están proyectos en investigación de los beneficios ecosistémicos, la rotación de cultivos, el uso de bioinsumos y cuestiones referidas a un mejor manejo de la agricultura nacional.

Luciano Dabalá.
Luciano Dabalá.
Luciano Dabalá.

—¿En qué año se funda la Asociación Uruguaya Pro Siembra Directa?

—AUSID se funda en junio de 1991. Uno o dos años antes, un grupo de productores que estaba en CREA, con una persona que fue fundamental para esto como Enrique Marchesi, empezaron a buscar algo que fuera distinto a lo que se venía haciendo. En aquel momento lo normal era una rotación agrícola ganadera, basada en 4 años de pasturas y después se pasaba a una fase agrícola relativamente corta, dominada por la agricultura de invierno principalmente. Ahí lo que se hacía era mover la tierra antes de plantar el cultivo de invierno, dos años de agricultura y volvíamos a las pasturas. Ya en la última parte se pasó al laboreo mínimo, vertical, que buscaba no tocar demasiado el suelo. Estos productores sabían que eso no era sustentable en el tiempo, por eso buscaron algo distinto. Fueron a Argentina y Brasil principalmente, que estaba sonando con el tema de la siembra directa como la nueva técnica para dejar de mover y trabajar más sostenible. Ahí arranca la traída, y si bien la asociación tiene ese nombre lo que más se buscaba era cuidar el suelo principalmente y cuidar los recursos, que es lo que más promovió este cambio de paradigma.

—¿En qué momento diría que pasó a ser una técnica habitual?

—La adecuación vino de la mano de varios aspectos. Primero, no había maquinaria para siembra directa. Sí habían sembradoras acá, pero no eran de directa, o sea que las hubo que traer para ese fin. Ese fue el primer escalón. El segundo fue que no había fumigadoras tampoco. Y el tercero fue que hubo que vencer, entre comillas, al precio del glifosato, porque en esa época valía carísimo. Entre el 1995 y 1997 cae la patente de Monsanto y pasa a ser replicado por cualquiera. Ahí fue un punto de inflexión en la adopción de la siembra directa en el mundo. En Uruguay se venía estudiando y adaptando, pero cuando pasó esto comenzó a ser más generalizado. En ese momento, la zona más agrícola pasó a ser casi toda bajo siembra directa. A veces se quemaba el rastrojo de invierno en el doble cultivo, pero todavía tampoco estaba del todo claro cómo hacer doble cultivo. Se pasaba de trigo a girasol, por ejemplo. Imaginate que en esa época en Uruguay habían 3.000 hectáreas de soja, de las cuales 2.000 estaban en Soriano.

—Cuando llegaron los grupos argentinos, ¿ya era una técnica instalada?

—Sí, como tecnología estaba adoptada. Lo que los pooles trajeron fue mayor disponibilidad de maquinaria. Se le agarró más la mano a un montón de detalles de aplicación. Recordemos que AAPRESID tiene solo un par de años más de vida que AUSID, en Brasil sí ya tienen bastante más, estamos hablando de casi 50 años. Si bien los principios son los mismos, Uruguay tiene sus diferencias frente a Argentina, sobre todo porque seguimos más los esquemas de rotación de cultivos. Primero continuamos la fase de pasturas hasta mediados de la década del 2000, donde finalmente entran los pooles de siembra con fuerza y termina de caer ese esquema agrícola ganadero pasando a ser básicamente dominado por la agricultura, principalmente en la zona núcleo.

—¿Qué porcentaje de productores usa hoy esta técnica?

—Según DIEA, la variación en estos últimos 10, 15 o 20 años va entre 90% a 95% del área agrícola, que comprende grano y forrajeras. O sea que, básicamente, hoy el esquema dominante es la agricultura bajo siembra directa. De ahí a que realmente se esté utilizando de la forma en la que tiene que ser usada, te diría que el porcentaje baja. Hay muchas siembras de ese 90% que son ocasionales, principalmente en las zonas que son netamente agrícolas. Y en zonas de verdeo hay laboreos puntuales. En las zonas netamente agrícolas, lo que tenemos acá, tiene más de 20 años de agricultura continua sin problemas, o con ellos más atenuados. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el suelo esté siempre cubierto, esa es la ley número uno para cualquier siembra directa. El segundo pilar es la rotación de cultivos y después un montón de anexos de manejo que traen beneficios ecosistémicos. Una vez que dejamos de mover el suelo y lo mantenemos cubierto, atenuamos cerca de un 80% o 90% de los problemas de degradación por erosión. Después hay un montón de otras condicionantes que seguimos estudiando y trabajando.

—¿Qué pasa con la productividad?

—Los beneficios de la siembra directa también vienen condicionados por la cantidad de años que lo apliques. Dejar de laborear el suelo automáticamente mejora un montón de cosas. Ahora, los beneficios se dan una vez que eso se vuelve sistemático. Lo que vemos es que cuando manejás un sistema con las rotaciones adecuadas, la productividad no tendería a bajar sino por el contrario, mantenerse o empezar a subir dependiendo de la cantidad de cultivos que hagas, la secuencia y el tiempo. Si vos hacés 5 años seguidos de trigo o soja, probablemente tu productividad termine bajando porque hacés monocultivo en invierno y verano. Tu sistema está condenado a tener muy poca vida biológica en el suelo y por lo tanto vas a tener enfermedades y malezas. Cuando la secuencia de cultivos y rotacion incluye cultivos de servicio, maíz de primera y segunda y otros cultivos de invierno, la productividad sube.

—¿Cómo estamos frente a otros países? ¿Por qué en Estados Unidos, por ejemplo, se usa muy poco?

—En términos regionales, frente a Argentina, Paraguay y Brasil, tenemos la mayor proporción de áreas cultivables bajo siembra directa. La diferencia con Estados Unidos es grande. La zona netamente agrícola de ellos es un plato, la erosión es baja y tienen nieve en invierno que nosotros no. La agricultura de Uruguay es casi artesanal al lado de eso, no todos los años son iguales bajo ningún concepto y la clase de suelos nos limita la agricultura continua. En Uruguay, si no cuidamos el perfil de los suelos que tenemos, estamos condenados al fracaso. Estados Unidos tiene muy buenos suelos y la zona núcleo de Argentina también, incluso con un condicionamiento mejor que es que no tienen nieve en invierno y pueden hacer doble cultivo. Ellos se pueden dar otro tipo de lujos.

—¿Cuáles están siendo las principales líneas de trabajo de AUSID?

—El año pasado tuvimos el Segundo Encuentro Nacional de Agricultura Sostenible, que se hace cada dos años. Estuvo enfocado en beneficios ecosistémicos, rotación de cultivos e insumos. Estamos finalizando un FPTA de difusión de cultivos de servicio y arrancando otro de investigación, porque tenemos que empezar a manejarlos mucho mejor por la incidencia directa en el manejo de malezas, la cantidad de nitrógeno que podemos agregar o disminución de cantidad de productos fitosanitarios a usar. El otro punto es la parte de bioinsumos: el mundo está yendo hacia ese lado y como buenos productores tenemos que estar a a vanguardia y cuidando los recursos.

Publicidad

Publicidad