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La cultura americana empieza con el farmer

La agricultura de Estados Unidos tiene sus ventajas, pero seguro entre ellas también encontramos pasión, trabajo y sentido de pertenencia. Hay que contar 6 generaciones hacia atrás para registrar la llegada de sus antepasados a Estados Unidos, pero Kassi Rowland asegura que fue su abuelo el que se instaló en una pequeña granja con caballos al norte de Indiana. Hoy, Tom Farms produce maíz, soja, ganado y le da trabajo a 25 personas.

Tom Farms
Atardecer en Tom Farms
Kassi Rowland

Estados Unidos es el mejor lugar del mundo para hacer agricultura. Hay suelos negros, ricos y profundos que entregan producciones asombrosas año a año, beneficiados por un regimen de lluvias que nunca falta a la cita, como sí podría suceder en otras tierras privilegiadas, como pasa en Ucrania o provincia de Buenos Aires.

Entender la agricultura en Estados Unidos no es solamente leer informes donde los kilos por hectárea, (o booshes por acre), el volumen vendido en el mercado interno, puesto en exportaciones o las divisas en dólares te dejan boquiabierto. Acercarse a la agricultura norteamericana, permítanme decir, es remontarse varias generaciones hacia atrás, donde barcos de inmigrantes europeos llegaron con fortuna a tierras privilegiadas, y no solo las sembraron bien sino que imprimieron unl legado que hoy se encargan de mostrar orgullosos.

Hace tres meses, en el viaje de la Agropecuaria de Dolores por el cinturón maicero norteamericano, pudimos visitar 5 estados productores de alimentos. En el norte de Indiana se encuentra Tom Farms, un establecimiento espectacular donde se produce maíz, semilla de maíz, soja y ganado, entre otros.

Kassi Rowland (quien tomó el apellido de su esposo Greg) creció cerca de donde hoy se ubica el establecimiento, porque con motivo del divorcio de sus padres, ella y sus 4 hermanos se mudaron a la ciudad con su madre. Los fines de semana visitaban a su padre Kipp Tom en la “farm”, y allí se comenzó a despertar en ella el deseo de trabajar en el campo. Una vez que terminó sus estudios, y después de trabajar varios años en otros rubros, decidió aceptar una oferta de trabajo de su padre.

Kassi Rowland
Kassi Rowland, productora agrícola de Indiana, Estados Unidos
Kassi Rowland

“Hace 17 años que estoy aquí. Cuando empecé trabajaba en logística y manejaba la empresa de camiones, pero en su momento vendimos esa sección a otra compañía y pasé a la parte productiva”, dice Kassi del otro lado de una videollamada, mientras comenta que el invierno está llegando, ya que el domingo pasado tuvieron la primera nevada.

Hoy, Kassi y uno de sus hermanos se encargan del trabajo en el establecimiento, si bien su padre y su tía aún se encuentran en labores.

Kassi tiene 2 hijas: Regan de 22 años que estudia agronomía y Reece de 18 que estudia “retail management”, que sería algo parecido a la gestión de comercios minoristas en nuestro país.

“No las forzamos, pero es muy importante pasar hacia abajo la empresa de la familia. Por suerte Regan, desde que tiene 12 años se interesa: pasaba los veranos enteros en el campo viendo los grupos de plantas”, dice orgullosa. Si bien la llegada de su familia se remonta 6 o 7 generaciones hacia atrás a barcos que arribaron desde Alemania, ella prefiere decir que es la tercera generación de la empresa tal como se la conoce. Su abuelo y su abuela la crearon cuando era una granja de 40 hectáreas, su padre la hizo crecer y ella la continúa. Es interesante saber que, por política de la empresa, es obligatorio para los chicos terminar sus estudios en la universidad y trabajar 3 años fuera, antes de decidir volver al establecimiento.

PERTENENCIA Y PASIÓN.

El sentimiento de pertenencia es vital, “sin eso no podríamos hacer nada”, dice Kassi.

Recuerda que sus antecesores comenzaron una pequeña granja con caballos, probaron papas, tomates y pepinos, para llegar luego al maíz, la soja y el ganado.

“El ganado era la pasión de mi abuelo, y hoy si bien no son muchos animales, mi tía lo continúa”, expresa.

El establecimiento tiene hoy unas 7.200 hectáreas en producción, pero solo el 10% de la tierra es propiedad de la familia. El resto, se reparte en un montón de otros propietarios con los que establecen contratos de arrendamiento de 1 a 8 años, aunque el más común es de 3. En el equipo trabajan 25 personas, contando a Kassi, su esposo, su tía y su hermano. Los 21 restantes son contratados, entre los americanos y algunos extranjeros con Visa, donde se destacan los sudafricanos por la forma de producir. “Espero ahora tener más interesados de Uruguay”, afirma Kassi, entre risas.

CONOCIMIENTO.

En Uruguay discutimos mucho acerca de la conciencia agropecuaria. Si bien Estados Unidos abrazó desde hace muchos años la producción del campo como un aspecto vital de subsistencia, en un país de 330 millones de habitantes hay espacio para el desconocimiento. “Solo el 2% somos farmers”, afirma Kassi, mostrando la relevancia.

“Queremos abrir las puertas de nuestro establecimiento o nuestras redes sociales y dar esta discusión, para llegar juntos a un acuerdo”, establece Kassi, y agrega “todo lo que hacemos como cultura y como país empieza en el farmer”.

En este sentido, se refiere al desconocimiento existente en la sociedad sobre la forma en la que los productos y alimentos llegan a las góndolas del supermercado, independientemente del apoyo que se brinde desde el Estado en cuestiones como seguros agrícolas, acceso a tecnologías, subsidios, créditos y demás.

“Es un gran desafío contar nuestra historia. Veo ecologistas que hablan de emisiones, de ensuciar el agua, del ganado... Necesitamos hacer un mejor trabajo en la educación, explicar por qué usamos cada cosa. Los autos contaminan mucho más, pero claro, eso no está en discusión como sí lo está la producción de alimentos para todos”, expresa.

Hacia el futuro, a Kassi le preocupa la mano de obra, porque las personas “no quieren trabajar tan duro como lo hicieron nuestros antecesores”. Además, habló de la adquisición de tecnología en la semilla. “Estuvimos probando un maíz que se denomina “smart corn”, que es de baja estatura, y funcionó muy bien: es realmente emocionante ver lo nuevo y aplicarlo, no puedo imaginar lo que será en 10 años”, aclaró Kassi, agregando además la tecnología en la maquinaria.

“Tengo 47 años, pero quizás dentro de 20 decida retirarme, y 20 años pasan muy rápido”, dice, con el anhelo de que su familia continúe la empresa.

En Estados Unidos hablamos de tierras extremadamente productivas y un respaldo al productor, pero también hablamos de empeño, trabajo duro y orgullo por sus raíces.

En Tom Farms se aplica riego y se usan los seguros agrícolas

Son dos temas en agenda permanente en Uruguay en el último tiempo, pero en Estados Unidos se utilizan como algo normal. En el caso de los seguros agrícolas, están subsidiados por el Estado y respaldan la producción en caso de un accidente climático importante. Si bien son optativos, suelen usarse, como pasa en Tom Farms.

Con el riego sucede algo similar, e incluso en este establecimiento es obligatorio de usar por contrato para la producción de semilla de maíz. Cuentan con unos 100 pívotes centrales, la mayoría de ellos eléctricos y unos pocos a gas oil, que disminuyen completamente el riesgo de sequía.

Este año tuvieron que usarlos poco porque llovió lo suficiente. Por si fuera poco, el respaldo en caso de sequía es doble.

Este 2023 tuvo cosecha récord: 15 ton. de maíz y 5 de soja

“Fue un gran año, estamos muy contentos”, dijo Kassi refiriéndose a la cosecha de maíz y soja, que estableció un nuevo récord en su establecimiento, batiendo la producción de 2022 que ya había sido su marca más alta también.

En maíz se cosecharon 15.300 kilos por hectárea en promedio, al tiempo que en soja fueron 5.100 kilos.

La noche antes del día de Acción de Gracias se apagaron las cosechadoras en Tom Farms, y justamente ese día tan importante en la cultura americana tuvo espacio para celebrar y agradecer.

La producción en Tom Farms tiene enormes ventajas, especialmente por contar con acceso a tecnología de última generación. La flota de maquinaria John Deere, salvo las plantadoras, es retirada íntegra de los galpones cuando se termina la zafra, y reemplazada por equipos totalmente nuevos. De este modo, la empresa se beneficia de la reventa de equipos con muy pocas horas de uso y los Tom evitan cualquier tipo de problema o costo de manteminiento.

La producción agrícola norteamericana tiene una fuerte presencia en los tres estados con I del cinturón maicero: Indiana, Illinois e Iowa. Si bien en esta región de Indiana quizás todavía no se equipare a algunos campos que sí hay en la región central de Illinois, donde pueden valer hasta US$ 50.000 la hectárea, la variación interanual productiva no se aleja del 10%.

El sistema americano soporta de diversas formas la producción agropecuaria, porque si bien solo el 2% de la población son farmers, son los encargados de producir alimentos para el 98% restante y buena parte del producto para los mercados internacionales.

Por eso, más allá de hablar de seguros agrícolas, riego, drenaje o crédito, los servicios están bien derramados a la población que vive lejos de las grandes metrópolis. La educación, la salud, la caminería o el acceso a servicios de calidad en el interior “profundo” del país productivo representan algo habitual. Al igual que la bandera de Estados Unidos en todas las casas.

Desde luego que todo trabajo requiere de inversión y compromiso individual, pero las facilidades establecidas brindan al farmer americano una mejor calidad de vida que redunda en beneficios productivos para todo el país.

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