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Guillermo O´Brien: “El sector arrocero transforma técnicos y empleados en empresarios”

Entrevista al presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz

Guillermo O´Brien.
Guillermo O´Brien.
Hernán T. Zorrilla.

Es ingeniero agrónomo, planta arroz en Artigas y es el nuevo presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz. Guillermo O´Brien establece como desafío prioritario acceder a la certificación de la totalidad de los productores del país, como un mecanismo que permita “blindar el valor histórico del arroz uruguayo” y acceder a nichos de mercado muy exigentes, en un trabajo que se desarrollaría en conjunto con la industria. Acerca del próximo gobierno, el presidente de ACA se mostró optimista y entusiasmado, manifestando que lo primero es “darnos a conocer”, y mostrar la importancia de un sector que ha transformado muchos técnicos y empleados en empresarios. Por su parte, dijo que el precio definitivo de la zafra anterior a fijarse en los próximos meses será muy bueno, “seguramente récord”, y que la campaña que ya está sembrada permitirá tener la cosecha más voluminosa de la historia, por superficie y por rendimientos. Para la comercialización de esta próxima cosecha, con un panorama internacional que puede marcar precios a la baja en un país caro para producir y con problemas de competitividad, O´Brien puso énfasis en el expertise comercial de las empresas y defendió la posibilidad de vender arroz cáscara a Centroamérica, entre otros aspectos.
—¿Con qué expectativas asume como nuevo presidente de la ACA?

—Encabezar la directiva es un orgullo personal luego de formar parte del equipo por 9 años. Estoy muy cómodo y muy contento, con compañeros de muchos años. El relacionamiento y la confianza sin dudas ayuda a trabajar en equipo, lo cual es la base de este trabajo gremial. Respecto de las expectativas, vemos un sector consolidado en el entorno de las 180.000 hectáreas, con un volumen de producción alto. Este año esperamos la mayor zafra de la historia, por la superficie y los buenos rendimientos. Trabajar en conjunto con la cadena, sobre todo la industria, sigue siendo clave. Queremos seguir abriendo mercados y aprendimos que eso es un trabajo del sector, con ACA y la Gremial de Molinos juntos. Es determinante seguir buscando nichos, porque vemos oportunidades pero también amenazas. El Mercosur seguirá aumentando su volumen por el crecimiento de Paraguay, con el aterrizaje de Camil, que tiene un gran conocimiento del arroz en Uruguay. Es un modelo que pueden intentar replicar. Tienen 200.000 hectáreas de arroz, pero un horizonte de crecimiento de 500.000. Uruguay tiene que subir un escalón, diferenciar su arroz aún más. Entendemos que eso pasa por la certificación de procesos, con buenas prácticas, con sostenibilidad. Europa lo reclama cada vez más. Hay que proteger esos mercados a través de la certificación, que debe ser llevada por el sector con un plan de trabajo conjunto. Permitirá blindar el valor histórico del arroz uruguayo y hacernos de esos nichos.

—¿Qué piensan del próximo gobierno y del ministro designado Alfredo Fratti?

—Primero nos debemos dar a conocer, es un ida y vuelta. Contar quiénes somos y la importancia del productor arrocero uruguayo. Tenemos esperanzas en el MGAP con Fratti, que es del agro y es del interior. Lo primero es transmitir que el sector arrocero, si uno lo mira en su conjunto, arrienda tierra y agua en un 75%. Hay muchas historias de empleados o técnicos vinculados, que el sistema les permitió transformarse en empresarios. Es la esencia del sector arrocero, por eso también reivindico la importancia del crédito en el BROU.

—Una de las primeras negociaciones que tendrá con la industria es la del precio definitivo de la zafra anterior, ¿cómo ve esto y el próximo precio?

—Creemos que va a ser un muy buen precio, seguramente récord. Hace dos meses veníamos a un ritmo de ventas muy acelerado, pero hoy tenemos un enlentecimiento, con un 15% por colocar. Los niveles de precio han sido buenos y esta dinámica en la historia del arroz se da. Recordemos el impacto de la reapertura de India. Para el precio de la zafra que tenemos sembrada ahora, pensamos que debería ser de buena ecuación. Entendemos que de todos modos será a la baja, pero no sabemos el nivel de precio. Todos los actores saben que el mayor o menos éxito de esta campaña dependerá del expertise comercial de las empresas. Es una zafra de mucho volumen, de mucho producto. Se podría valorizar muy bien ese crecimiento con la exportación de arroz cáscara. Nos dimos a conocer en Centroamérica, que es un mercado determinante para desarrollarlo aún más. En Uruguay cuesta hablar de que somos exportadores de arroz cáscara, pero no hay que temerle porque es una variable de alivio. Conformamos los precios con base en la diversificación de productos. Son lugares a tiro de flete donde ya nos valoran y nos conocen.

—¿Cómo ve el tema competitividad para el sector arrocero?

—Somos un país chico con competitividad floja. El precio de equilibrio más alto, ha sido por la calidad y la característica de país serio. La competitividad permite procesar más o menos kilos. Como presidente de la gremial de productores, debemos defender el precio que llega al productor. Al tipo de cambio actual, influenciado por la situación de Brasil, lo vemos con alegría, pero debemos atacar los problemas estructurales como los costos del combustible o la energía eléctrica. Se ha ido mejorando a través de descuentos especiales para regadores, lo que ayuda a hacerlo paliativo, pero debemos buscar mecanismos que fomenten el uso de la energía. La logística es muy cara, sin dudas, sobre todo llevar granos y en particular el arroz. Precisamos bi trenes, tri trenes y si se pueden reactivar las vías del tren, también. Nos va la vida en eso y en el arroz más que a ningún otro producto, porque su valor por tonelada es bajo y debe ser así porque es un alimento básico que no resiste picos de precio. Hay que ver al nuevo gobierno y sus cartas, pero acompañar a los vecinos es fundamental, no separarnos mucho del camino de Brasil. El gobierno saliente controló la inflación con éxito, pero quedó en el debe la competitividad a través de la tasa de cambio.

—¿De qué forma piensan avanzar con la certificación antes mencionada?

—Es uno de los principales desafíos para la gremial, el de liderar esto y hacerlo con la industria. La diferencia con los procesos de la industria cárnica a nivel individual, ha sido que parte de nuestro éxito fue con medidas en conjunto. El uso de semilla certificada por ejemplo, algo manejado entre ACA y la Gremial de Molinos Arroceros. Años hacia adelante puede haber un valor a captar en eso, pero en el corto plazo los beneficios son mejorar en la interna de cada productor los sistemas, con buenas prácticas de trabajo. Queremos permitir a un tercero certificar lo que se hace bien, que creo que ya está por encima del 85% de los temas diarios. Que se muestre el valor, el cuidado del ambiente, del ser humano, del producto... Como productores chicos tenemos que darnos cuenta de la línea a seguir en los commodities, y en el arroz es importante que lo hagamos en conjunto. Queremos ponernos un objetivo alto: buscar con los molinos el 100% de la certificación de los productores.

—La gremial ha participado de diferentes proyectos de investigación o desarrollo, como el de UPIC o el de transferencia de tecnología, ¿cómo se seguirá avanzando en eso?

—Hay que seguir apoyando la investigación, en comunión con el INIA. Mostrar alternativas es lo que nos ha ido permitiendo esa escalera ascendente de rendimientos. El desafío sigue siendo tecnificar y enseñar más a nivel de productores el desarrollo tecnológico, donde ACA invita a marcar a hacer escuela y sacar jugo a la tecnología. Hay muchas tecnologías nuevas que deberíamos ayudar a popularizar, muchas que también permitirán ingresar a las nuevas generaciones.

—Para cerrar, en la campaña electoral se habló mucho del riego como una necesaria política de Estado. ¿Qué rol puede jugar el sector arrocero como tutor para las demás explotaciones, y cómo puede crecer el área del propio cereal?

—El sector está ahora en el entorno de las 200.000 hectáreas. A partir de ahí, necesitamos un desarrollo que escapa a la intención individual, y es donde entra el riego. El rol del Estado tiene que ser facilitar la inversión privada, pero no hacerse cargo de las obras. Hasta ahora es muy engorroso. Una obra hidráulica está compartimentada en secciones del MGAP o Ministerio de Ambiente, todos separados. Precisamos una oficina sola y con reglas claras, no compartimentos estancos, liderada por personas con conocimiento real. Si crece el agua y crece el negocio, el arroz también va a crecer.

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