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Con riego, el PBI de Uruguay crecería un 4,8%

Ceres presentó estudio con el impacto de regar 300.000 hectáreas agrícolas y 200.000 de pasturas

Riego de arroz.
Riego de arroz.
Freddy Lago

El 12 de setiembre de 2023, Ceres presentó un estudio acerca del impacto económico del aumento del riego en Uruguay, coordinado por el economista Ignacio Munyo, que dejó cifras contundentes. En casos como este, poner número a la infinidad de opiniones, colabora con tener una idea más concreta del asunto.

En primer lugar, se establece que el impacto económico del aumento del riego en Uruguay va ligado a una demanda incremental por agua para plantaciones y ganado. A eso hay que agregar que el aumento de temperaturas y más olas de calor, entregan año tras año precipitaciones más disperas y aumentan las chances de sequía. En otras palabras y para el que prefiera rotularlo de forma más breve: consecuencias del cambio climático.

Precisamente por esto, el año pasado, el Ministerio de Economía y Finanzas estimó una pérdida directa por sequía cercana a los US$ 2.000 millones, lo que representó un 3% del PBI.

Ahora, las cifras que plantea el estudio de Ceres entregan una idea más acabada de los impactos de un Uruguay que pudiera aplicar de forma significativa el riego en soja, maíz y pasturas.

Soja y maíz. En 2002 regar una hectárea agrícola en Uruguay era igual a comprar 1,3 há. En 2022, equivale a comprar un tercio de esa hectárea.

El riego entrega seguridad y asegura rendimientos mínimos imposibles de obtener en secano. Valga el juego de palabras: el riego reduce el riesgo.

Los productores están ávidos de estas tecnologías y eso se nota: en 6 años se duplicó el riego de maíz y soja y se cuatriplicó frente a 2010. Ese aumento promedio de un 30% en 3 años se debe fundamentalmente a los incentivos entregados por la COMAP.

Para la inclusión del riego en 100 hectáreas de maíz y soja, se requiere una inversión total de US$ 160.000 con beneficios de 60% en la COMAP, con un repago en 8 años, lo que traería un aumento en las ganancias de US$ 18,500 por año. Una vez que se complete el repago y el pago de intereses: US$ 60.000 por año.

Uruguay cuenta con disponibilidad hídrica suficiente para llegar a las 300.000 hectáreas de riego de maíz y soja, sin afectar objetivos ambientales. Hoy hay casi 40.000 hectáreas bajo riego, con una tasa de crecimiento anual en los últimos años cercana al 30%. Ceres propone intentar llegar a 2030 con 300.000 hectáreas regadas.

Pasturas. En el riego de pasturas, se produce un aumento en la producción de materia seca, además de que el ganado que lo utiliza como alimento lleva a un incremento de la tasa de preñez y kilos obtenidos.

Al incorporar riego, Ceres supone que la tasa de procreo pasa de 66% a 80% y hay un incremento del 56% en los kilos por hectárea.

Analizando también un módulo de 100 hectáreas, en un predio de 1.200 hectáreas, una inversión de US$ 4.000 por há aproximadamente, con beneficio fiscal por la COMAP de 60% con repago en ocho años, generaría ganancias de US$ 10.000. Cuando se complete el repago y el pago de intereses: US$ 40.000 al año.

El país cuenta con la disponibilidad hídrica sufiente para regar 200.000 há en ganadería sin afectar objetivos ambientales.

Impacto económico. Para 2030 el impacto total por incremento de producción de maíz, soja y carne sería de alrededor de US$ 2.500 millones, un 3,1% de crecimiento del PBI. El impacto total acumulado, agregando exportaciones, sería cercano a US$ 10.000 millones.

Puesto de otro modo, el incremento de la actividad por alcanzar este número de hectáreas regadas en 2030, por productividad e inversión sería de US$ 3.900 millones: un 4,8% del PBI, comparado a un escenario con las mismas hectáreas regadas que en la actualidad.

Luego, dejaría un piso de crecimiento de 3,1%, únicamente por el aumento en la productividad que supone el riego.

Esto trae otros beneficios, como más recaudación del estado por IRAE, aportes patronales, consumo de energía: US$ 555 millones para 2030.

Recomendaciones. Ceres establece como sugerencias que los productores podrían asumir el costo de la inversión con financiamientos especiales y cubrir parte del repago por aumento de la recaudación de UTE por mayor consumo de energía.

Para el financiamiento, la extensión COMAP y créditos blandos a pequeños productores cumplen un rol fundamental, así como la capacitación a productores para una profesionalización del riego y la difusión, presentando casos reales, feria, seminarios.

Parece ser que un Uruguay regado entrega externalidades espectaculares, por las que aún no tomamos dimensión.

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