El arroz genera más de US$ 500 millones en exportaciones y más de 30.000 puestos de trabajo.
Foto: Ec. María Noel Sanguinetti (ACA)
Siete mil años atrás, ya lo cultivaban en China e India. Actualmente lo consumen en el mundo más de 3.000 millones de personas asiduamente.
El cultivo del arroz en el Uruguay, se inició hace más de 100 años, impulsado por productores visionarios, quienes no sólo entendían su importancia como alimento, sino que además sabían que su implantación se desarrollarían zonas marginales de muy baja productividad.
Hoy, la zona arrocera se extiende en 10 departamentos: Rocha, Lavalleja, Treinta y Tres, Durazno, Cerro Largo, Tacuarembó, Rivera, Artigas, Salto y Paysandú.
El productor arrocero fue, desde sus inicios, transgresor, desafiante, ingenioso, tuvo que aprender a trabajar en equipo, ser solidario, así como valerse de su inteligencia y de la tecnología para dominar la tierra, el agua y las inclemencias del tiempo.
Con esta filosofía de trabajo, se forma, en 1947 la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), con la misión de proteger, orientar, así como representar sus intereses a nivel nacional e internacional.
El cultivo del arroz exige de una rigurosa planificación disciplinaria, con mucho movimiento de mano de maquinaria y mano de obra especializada. En cada etapa hay un gran esfuerzo humano y económico.
Todo comienza con la adecuada selección de la semilla que deberá pasar por una serie de rigurosos controles de aptitud en los laboratorios especializados y campos experimentales del INIA.
El productor inicia la preparación de la tierra, su afinado y su preparación, hasta formar una buena “cama de siembra”.
Realizada esta e implantada correctamente la semilla, comienza el riego.
Una gran red de canales y obra de ingeniería que, partiendo de embalses, tomas y represas, deben hacer llegar a todas las chacras, el agua necesaria para su crecimiento.
Hay un cuidado constante del medio ambiente, de tal forma que la acción del hombre, sea moderada y equilibrada.
En las chacras, se puede apreciar un sinnúmero de aves y mamíferos, que son parte del escenario de este cultivo.
Una vez el agua en la chacra, el riego es una tarea artesanal. El aguador, camina, observa y maneja el agua cuadro a cuadro, abriendo y cerrando taipas para que llegue a cada planta.
El productor arrocero, se apoya en la asesoría de Ingenieros Agrónomos y Técnicos que están siempre atentos al buen desarrollo del cultivo. Así como a las plagas, hongos y malezas y demás detalles que hacen a los resultados finales.
Al comienzo del otoño, el cultivo está maduro y listo para ser cosechado.
La cosecha implica un gran despliegue de operarios y maquinaria de alta tecnología: cosechadoras, tractores, carretones y camiones que acompañan para la carga y descarga del grano.
Una enorme red de caminería interna, permiten el traslado del grano desde las chacras a los Molinos, para iniciar los procesos de industrialización.
Una vez en los Molinos, es secado, pelado e industrializado, quedando listo para su traslado a Montevideo y posterior exportación al mundo.
Uruguay es el séptimo exportador a nivel mundial. Y nuestro arroz llega a más de 60 países, alimentando a más de 17 millones de personas.
Uruguay es campeón mundial en producción, calidad y rendimiento por hectárea. Genera anualmente unos 500 millones de dólares en exportaciones.
El arroz en Uruguay es una obra social en sí misma, genera más de 30.000 puestos de trabajo directos e indirectos y provee de mano de obra genuina. Mejora la calidad de vida de ciudades y pueblos, estimula la ciencia y tecnología.
Cada grano de arroz, es portador de la inteligencia y el esfuerzo de nuestra gente.
Cuidemos las fuentes productivas ya que, gracias a ellas, dignificamos el trabajo de todos los uruguayos.
(Extraído de un video de la Asociación Cultivadores de Arroz en el lanzamiento de la zafra).