En el marco de Protagonistas del Agro, Valor Agregado de radio Carve entrevistó a Tomás Molina, un productor destacado del departamento de Flores. A través de la charla, no solo conocimos su perspectiva sobre la situación actual del sector, sino también el lado humano detrás del empresario. Molina, quien a los 20 años asumió el control de su empresa familiar, contó cómo fue ese proceso y qué valores lo guían tanto en lo personal como en lo profesional.
Cuando se le pregunta quién es Tomás Molina, dejando de lado su faceta empresarial, su respuesta es clara: "Soy uno más de ese grupo de gente que hace el país, que disfruta de la vida, del trabajo y de estar entre amigos", afirma con humildad. "Me gusta estar en el mundo de los negocios, en la operativa, pero también ser amigo de los amigos", agrega. Para Molina, ser recordado como un "buen loco" es fundamental: "Alguien que escucha, atiende a todos y da una mano cuando puede."
Este "buen loco" se define por su honestidad y su activa participación en la vida. "Ser buena gente no alcanza, hay que tener un rol que sume para que la sociedad en su conjunto crezca", sostiene.
El inicio en los negocios y el armado de un equipo de confianza
A los 20 años, debido a una enfermedad familiar, Molina asumió el control de la empresa agropecuaria, en un momento que recuerda como desafiante y lleno de incertidumbre. "Quizás fue un poco de inconsciencia, pero me abracé con pasión al negocio y le puse mucha dedicación", comenta. Su clave fue rodearse de confianza: "No sé moverme si no es en un entorno de confianza, ya sea dentro o fuera de la empresa. Eso es fundamental para mí."
Un pilar en esa transición fueron dos personas clave que trabajaban con su padre desde antes de su nacimiento. "Para mí fueron como hermanos mayores y desempeñaron un doble rol: como empleados y como familia", relata. Ambos colaboradores se jubilaron después de muchos años de trabajo conjunto, un hecho que Molina valora profundamente.
La situación actual del agro: desafíos y expectativas
En cuanto al panorama de la actual campaña de invierno, Molina es realista. "Es un resultado ajustado, sobre todo en trigo y cebada. Cuando los precios estaban alrededor de los 250 dólares por tonelada, la cuenta era más fácil de hacer, pero ahora todo es más apretado." A pesar de tener buenos cultivos, considera que los precios no se han ajustado en sintonía con los costos de los insumos. "En canola la situación es algo mejor, pero en general necesitamos que los precios suban un poco más para tener márgenes aceptables".
Con respecto a la campaña de verano, la situación es incluso más compleja. "Para que la cuenta cierre, necesitamos que la soja esté por encima de los 400 dólares", comenta. Los costos de fertilizantes siguen altos, y aunque la diversificación con cultivos como el maíz o el sorgo es una posibilidad, Molina explica que en su zona, el maíz solo es viable bajo riego. "Si los precios del maíz rondan los 250 dólares por tonelada, el número empieza a ser tentador, pero solo si se cuenta con riego, porque el riesgo es muy alto", aclara.
El sorgo, por otro lado, es un cultivo que su empresa ha dejado de hacer con frecuencia, debido a la falta de costumbre en su rotación. Sin embargo, para Molina el verdadero equilibrio en la producción está en el doble cultivo, combinando cultivos de invierno y soja de segunda: "Eso nos permite obtener márgenes globales aceptables y mantener la empresa funcionando todo el año."