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"País de Guasqueros"

Ya se palpita la cuarta edición

Milagros Herrera

Hay cosas que uno lleva adentro y no sabe ni por qué. A veces son heredadas, a veces nacen con uno. En mi caso se conjugan tres: un profundo respeto y amor a lo nuestro, una inquietud permanente de tomar desafíos y un inagotable placer por las historias de vida. Es como golpear una yesca, algo se enciende y luego no puedo dejar de admirar el fuego. Algo así sucedió con “País de Guasqueros”.

En el marco de la Expo Prado se dará la cuarta edición. Serán 25 los participantes de distintos puntos del país, cada uno con su estilo, cada uno con su historia. Historias que, si gustan arrimarse, podrán ir conociendo cada domingo hasta el momento que entre lonjas y tientos nos volvernos a encontrar.

Altamir Sosa: "Pasar el conocimiento a otro es lo más importante..."

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Tiene 57 años, nació en Caraguatá en el paraje Cerros de Pereyra departamento de Tacuarembó. Criado en campaña en una estancia donde su padre era el capataz y su madre la cocinera, fue el menor de 9 hermanos.

-¿Cómo empezó en el oficio?

-Nació conmigo, porque en el establecimiento siempre había alguno que trabajaba en soga, los días de lluvia no se salía al campo y siempre había alguno que estaba trabajando ahí, haciendo algún remiendo, alguna cosa y estaba un hermano mío que también trabajaba en soga y que fue de quien aprendí bastante. Mi padre no era guasquero, hacía alguna cosa, pero lo básico, lo que necesitaba. Siempre me gustó y cuento que cuando iba a la escuela había un día que se hacía manualidades y artesanías, entonces yo le pedí a la maestra si podía llevar unos tientos que era lo que me gustaba hacer y me dijo que sí. No me salía nada, pero con alguna trencita me entretenía mientras los otros hacían otras cosas.

-¿Cuál fue la primera pieza que hizo y qué hizo con ella?

-La primera fue una asidera trenzada de 8 para un gaucho de un establecimiento. Y al tiempo, el hombre ya cuando era grande y nos volvimos a encontrar me dijo que le salió muy fuerte. Pero claro, yo en aquel entonces no sabía hacer el botón de 11 y le escondí algunos tientos que se desengancharon, pero la asidera siguió andando (risas). Ese, fue el primer trabajo que me pagaron y quedé contento.

-¿Se dedica sólo a esto o tiene otro empleo?

-Antiguamente trabajaba en el trabajo rural, hacía de todo, pero ahora solo esto.

-¿Cree que el oficio cambió con el paso del tiempo?

-Creo que se mantiene casi igual, se cambió un poco por la tecnología, pero el trabajo en el cuero siempre es el mismo, lo que hay es otras ideas, maneras más eficientes, acceso a los libros, a internet. Aunque no soy muy ducho para eso, igual uno se va actualizando.

-¿Ve posible conservar la tradición a futuro?

-Creo que se va a mantener, incluso hay más pedidos de trabajo que algunos años atrás, ha avanzado.

-¿Cuál fue la pieza que más le gustó hacer? ¿La conserva o qué se hizo de ella?

-No la conservo, hice un preparo, era un trabajo muy lindo que tenia platería. (preparo completo).

-¿La pieza más difícil o que no sabe hacer?

-Siempre hay algo que uno no hace muy seguido, pero me gusta todo, uno vive de esto así que tiene que hacer lo que le pidan, el cliente es el que manda.

¿Alguna anécdota, recuerdo, aprendizaje o similar que se lleve de “País de Guasqueros”?

-Me encantan estas salidas de encuentros de guasqueros, si pudiera salir a todas seria un lujo. En cuanto a lo que me llevo, el compañerismo, la amistad y el intercambio de conocimientos de trabajos. Yo le trasmito a otro y otro a mí, eso es lo esencial.

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-¿Donde nació?

-Nací en 33, en ese entonces mis padres vivían en José Pedro Varela y era el hospital más cercano para tenerme. Pero vivo, hace 23 años, en Minas

-¿Cómo empezó en el oficio?

-Desde muy chico, como quien dice cuando abrí los ojos ya vi una persona trabajando en soga, era mi viejo. Me familiaricé primero que nada con el oficio, que me parece una parte muy importante, conocer los materiales, su preparación y el propio entorno. De chico empecé a pedir tientitos y cueritos para ir armando rebenquitos que era lo que yo quería para jugar a que era jinete. Tenía un banquito que me había regalado mi abuelo, mi padre le ponía un peleguito por arriba y ahí jugaba a que jineteaba rebenquito en mano.

-¿Cuál fue la primera pieza que hizo, y que hizo con ella?

-Las conservo. El primer juego de riendas y cabezada, el primer pretal y estriberas los tengo y uso muchísimo. Cuando yo empecé a ir a campaña con mi padre ya quise tener mis cosas. A los 12 o 13 años ya había hecho mi primer juego de rienda y cabezada con el famoso corredor charrúa que me enseño él. El corredor charrúa es el que es un corredor que permite hacer de todo, tapar botones y hasta un cabo de rebenque, que era el que hacía el famoso Martin Sierra.

-¿Se dedica sólo a esto o tiene otro empleo?

-Hace ya 12 años doy clase a través de la Intendencia, y ahora estoy trabajando también de profesor a través de secundaria en el Liceo rural de Villa del Rosario. Además, este año me llamaron de la Escuela Agraria de Minas, esto de las clases me parece importante por la difusión que se le da al oficio en edades tempranas.

-¿Cree que el oficio cambió con el paso del tiempo?

-Sí, yo creo que ha cambiado. La figura del guasquero a evolucionado. Me acuerdo de mi padre trabajando en un galpón en Pirarajá donde llegaban paisanos de todo tipo, desde el peón de campo hasta el comisario del pueblo a hablar y a encargarle algún trabajo, era como una visita social. Pienso que ahora Guasqueros como aquellos quedan muy poco. Mi definición de Guasquero es más aquel que tiene una relación intima con el campo, directa y hace todo el proceso de punta a punta, desde el cuero recién carneado hasta la pieza terminada. Ahora lo que hay son también lo yo que llamaría artesanos en cuero crudo, que esta bueno también porque mantiene el viejo saber de la guasquería y son más comerciales.

-¿La pieza más difícil o que no sabe hacer?

-Saber, sé hacer todas. Aprendí porque tuve que aprender, me han hecho encargues de todo tipo, hay piezas que como que me quedan más incomodas de hacer entonces me dan más trabajo y si puedo evitarlas las evito.

-¿La que más le gusta?

-La que más me gusta es cualquiera que desafíe mi imaginación y diseño. Por ejemplo, cuando viene una persona y me dice te doy toda la libertad, quiero que me sorprendas, con esa antesala yo estoy más que contento

-¿Una anécdota, recuerdo, aprendizaje o similar que se lleve cada año de “País de Guasqueros”?

-Muchísimas cosas. El hecho de estar en el Prado, para mi representa más que nada retomar mis principios, fue donde comencé a salir con mi padre, primero a ver y después a concursar, es algo tradicional para mi familia. Por otro lado, me quedo con el desafío tan grande que tomó el evento en épocas tan difíciles de volver a hacer algo que se había perdido en la Rural del Prado como era un concurso de guasqueros. Y justamente en una época crucial de pandemia, cuando estaba la cosa bastante jodida, nos dio la esperanza a todos, porque en lo personal, estaba todo cerrado y nos dio la posibilidad de salir, de volver a mostrar nuestro trabajo y reencontrarnos.

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