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Lo que la Expo Prado nos dejó... ¡Por fortuna!

“El futuro de las razas son los niños y verlos competir en la pista divirtiéndose es algo increíble”, aseguraron los criadores de distintas razas que participaron en la Expo Prado

Isabel Dighiero
isadighieroc@gmail.com

El campo que se acerca a la ciudad es mucho más que una imagen, mucho más que animales en un galpón en exhibición. Son olores, costumbres, ilusiones, son pilchas de “paquetear”, son meses de trabajo y dedicación, son noches de desvelo imaginando la pista y días eternos de cuenta regresiva y son, sobre todo, posibilidad de encuentro.

Detrás de esos 10 días donde la Rural del Prado es sede de las más diversas razas y rubros que engloban todo lo que conlleva la actividad agropecuaria, hay un sinfín de cuestiones desconocidas, algunas más extrañas, otras más previsibles, pero todas tan necesarias para que la logística funcione, la muestra sea un éxito y cada expositor pueda cumplir con creces su propósito.

Hay cuidados, hay shampoo, hay cepillos, hay balanzas, hay secadores, hay rutinas y detalles que hacen la diferencia. Toda la magia se pone a trabajar en pos de lograr que cada animal que es parte de la Expo Prado se luzca en su máximo esplendor, se destaque y logre dejar alguna huella en los visitantes. Llevar y mostrar ejemplares dóciles y lindos, que corroboren el estándar de cada raza y que al entrar a la pista “rompan los ojos” y deslumbren al jurado, al público y a los apasionados. La fórmula parece simple, conseguirla puede tardar años.

Para todos los gustos.

Había cientos de caballos, como para enriquecer la retina de todos según sus preferencias. Los Paint y su típico pelaje manchado; piel moteada con zonas oscuras intercaladas con piel rosada que identifica a los Appaloosa; la distintiva cabeza de los Árabes y sus colas al viento; la fuerza y medidas livianas y moderadas del tradicional Criollo; la velocidad y ductilidad de los Cuarto de milla.

Cada estándar es conocido de memoria por los diferentes jueces que entraron a cada pista a jurar y evaluaron caso a caso si los pingos se adaptaban o no. De a poco se fueron dando a conocer los nuevos grandes campeones de cada raza, pero también se vieron promesas aparecer en la pista y algunos nombres que seguro en años venideros serán de la partida de esta muestra y de otros ruedos, con certeza.

Las pruebas funcionales fueron la nota alta de la semana, en cada oportunidad el ruedo se llenaba de gente que se acercaba a la valla para disfrutar el espectáculo. La prueba tiene eso de que, aunque no se conozcan los reglamentos, ver a esos pingos de cuatro patas imprimir velocidad en un recorrido, mostrar su destreza y lucirse, terminan embelesando al pasar a todos los presentes.

“El futuro de la raza son los niños, verlos competir en la pista y verlos divertirse fue algo realmente increíble” dijo Carlos Ramos presidente de la Sociedad de Criadores de Appaloosa. Y cuánta razón lo asiste porque si hay menores en el ruedo la hinchada lo hace sentir, se vibra con más intensidad y la prueba tiene otro color.

También fueron parte del festín las tropillas entabladas. Dieron clases magistrales de docilidad, respeto al comando; se ganaron el aplauso del público con sus destrezas y enaltecieron a los comprometidos tropilleros y su dedicado trabajo. El ruedo lleno de potros corriendo, sonido de los cencerros en una tarde primaveral, seguro es una imagen digna de una película y si algún dron capturó esas imágenes tendrá un material exquisito.

Si sos un apasionado de los caballos, sin importar la raza de tu preferencia, seguramente estés empezando una nueva cuenta regresiva para esperar una nueva edición de Expo Prado donde palpitar con cada jura y cada prueba y disfrutar la nobleza de esos gigantes de cuatro patas. Si aún no te descubriste apasionado queda la invitación hecha para que te acerques al ruedo, lo vivas de cerca, sientas la adrenalina y la entrega y descubras que por fortuna los entretelones del prado tienen sorpresas increíbles, emociones fuertes y mucho por enseñarnos. Lo único que podemos garantizar es que después de vivirlo querrás repetirlo… Porque si todo esto no alcanzara, está la certeza del encuentro con otros, ese que borra las fronteras campo-ciudad y devela la magia de la metáfora.

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