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El valor de la palabra...

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Una palabra es un vocablo, una voz, una expresión. También puede referirse a la facultad de hablar de una persona: “La palabra distingue al hombre de los otros animales”. Palabra es también la promesa u oferta que le hace una persona a otra: “Te doy mi palabra que…”. Más allá de las definiciones que se le quiera dar, incluso de la acentuación que las clasifica en agudas, graves o esdrújulas, o en base a la función gramatical que desempeñen dentro de la oración: verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio, conjunción, preposición, pronombre, interjección, etc., también se pueden referir al empeño que pone una persona en la verdad o confiabilidad de lo que dice o afirma: “no tiene palabra”, se dice al querer casi insultar a alguien en este país.

A esta altura el lector se estará preguntando hacia dónde voy…

Pues bien, en el negocio ganadero en particular, pero en cualquier actividad en general, los uruguayos nos preciamos de tener palabra.

Desde nuestros abuelos hemos escuchado la frase que dice: “no hay más contrato refrendado que la palabra dada y la mano apretada”.

Y eso, que nos distingue, no se debería perder. Por el bien de todos.

¿A dónde voy?

En estas horas el mercado ganadero se vio algo convulsionado con cruce de comunicados entre los consignatarios de ganado y voceros de uno de los grupos frigoríficos que operan en el país: Minerva.

La directiva de la Asociación de Consignatarios de Ganado publicó en redes sociales su “preocupación ante la insinuación de determinada empresa frigorífica, de no dar cumplimiento a negocios acordados; y brinda total respaldo a los socios involucrados, como lo ha hecho por más de 100 años”.

Este comunicado generó diversas lecturas en el sentido que, al no citar específicamente a qué planta se hacía referencia, se involucraba a toda la industria frigorífica de algún modo. Fuentes de la industria hicieron saber su malestar por este tema. Incluso, alguno afirmó, en confianza, “es como que los industriales sacáramos un comunicado mencionando que podría haber consignatarios que no cumplieran con el pago acordado. O sea, no se puede generalizar”.

Pocas horas después, el directivo de ACG Facundo Schauricht, le puso nombre a la planta en cuestión e informó (en el programa Valor Agregado), que se decidió sacar el comunicado porque en Uruguay “no estamos acostumbrados a no respetar lo convenido”. Según dijo, “ACG habló con representantes de Minerva para ver cuáles eran sus argumentos”. Y agregó que les dijeron que “los negocios de exportación no convalidan los valores de ganado que se comercializan en Uruguay, hay números en rojo y decidieron tomar esa posición, que se revirtió porque no es lo más conveniente para ninguna de las partes. De haber seguido adelante con esa posición el daño sería mayor”, dijo Schauricht. Destacó que la palabra en Uruguay vale y mucho. “No se firman papeles, sino que la mayoría de los negocios son de palabra y se respetan. Por eso, si hay una alarma, la ACG va a hacer todo lo posible para que se respete”, aseguró el directivo de los consignatarios de ganado.

Al mismo tiempo, Rurales El País consultó a voceros de Minerva quienes dieron un punto de vista diferente. “No hay incumplimiento de ningún tipo, eso es bien claro”, indicaron. Argumentaron que “no le debemos dinero a nadie” y se mostraron extrañados “que se piense eso”. Los industriales consultados pusieron énfasis en que no hay incumplimiento comercial, el que sí se hubiera generado “si le levanta un ganado a un productor y cuando llega a la planta se le cambia el precio”. Pero dijeron que esa situación no se dio. “No se levantó. No hay ningún ganado que haya tenido precio y no se haya levantado”, afirmaron.

Aclaro que no soy quien para opinar sobre un arreglo entre privados. Tampoco estuve en la concreción del, o los negocio entre los involucrados. Pero sí, lo que “hace ruido” es que se rompa de alguna manera eso tan sagrado que tienen los negocios ganaderos en el país. En definitiva, que se dañe la palabra clave más respetada: “la confianza”. No es bueno para el negocio, ni para el país. Y, además, los uruguayos no somos así...

Pablo D. Mestre es editor de Rurales. Ingresó a EL PAÍS en el año 1981. Primero desempeñó tareas en el Departamento de Corrección y luego, desde el año 1992, pasó a integrar la Sección Rurales donde fue periodista, productor comercial y hoy se desempeña como Editor. Además, fue fundador y Director de La Vanguardia Melense, trisemanario que se publicó en el departamento de Cerro Largo durante una década. Es también socio director de Mesol Comunicaciones, empresa que lleva adelante, en sociedad con el diario, el Portal Rurales El País y diversas actividades en el sector agropecuario. Es también codirector del programa #HablemosdeAgro que se emite los domingos en Canal 10.

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