La agricultura no para. Mientras se levantan las últimas chacras de maíz de segunda -confirmando muy buenos rendimientos- se avanza con las siembras de cultivos de invierno, en medio de los fríos con heladas que ha traído un invierno adelantado. El escenario de mercados es dinámico y exige afinar el lápiz para definir la mejor rotación, equilibrando sostenibilidad y rentabilidad.
Esta semana Urupov divulgó sus cifras de intención de siembra para los tres principales cultivos de invierno y -como se esperaba- se registra un fuerte aumento en la intención de siembra de colza y otras brassicas. Las cifras muestran que el área en este caso más que duplicaría la del año pasado: Urupov estima unas 280.000 hectáreas, de las cuales 85% serían colza y el resto carinata y camelina.
Algunos productores y técnicos opinan que el área efectivamente sembrada estaría algo por debajo de esa cifra, porque el mes de mayo -clave para las siembras de este cultivo- llegó con frecuentes lluvias que complicaron el trabajo de las sembradoras; incluso algunas de las chacras prontas debieron re sembrarse por el impacto del agua. Estos problemas ocurrieron sobre todo en el sur del país; en los primeros días de junio y hasta esta semana todavía hubo cierto margen para avanzar, a contrarreloj, y cumplir con el máximo posible las intenciones de siembra de colza. De manera que el área efectiva estaría más cerca de las 250.000 hectáreas, aunque son cifras preliminares.
En cualquier caso, se trata de un muy importante avance de esta oleaginosa de invierno, que ubica la superficie de este año como la mayor de la serie histórica (sólo superada por la zafra 2022/23) (gráfica). La colza y sus “hermanas” se afirman como componentes clave en la rotación. Obviamente, el principal factor que explica este aumento en el área es la mejor proyección del resultado económico en colza frente a los cultivos alternativos (trigo y cebada). La ecuación precio-rendimientos-costos en las oleaginosas de invierno es bastante más atractiva respecto a lo que ofrecen los cereales.

En efecto, si bien los rendimientos de trigo y cebada no han hecho otra cosa que aumentar permanentemente en las últimas décadas, por la adopción de nuevas variedades de mejor desempeño y un manejo cada vez más ajustado para lograr productividad, ocurre que los precios actuales -aún proyectando muy buenos rendimientos- arrojan márgenes bastante acotados, en la medida que los costos del cultivo también están en niveles muy elevados.
Recientes cálculos realizados por la Sociedad de Fomento Rural de Valdense (Sofoval) ponían los rendimientos de equilibrio del trigo (el rinde que cubre los costos), en 4.200 kg/ha (toma un precio de 200 US$/ha). Hay chacras y productores que pueden estar arriba de eso, con rindes de 5 a 6 mil kilos por hectárea, pero el promedio nacional está muy cerca de ese nivel de equilibrio (el rinde promedio de los últimos 4 años fue 4.350 kg/ha); de manera que los márgenes promedio esperados son estrechos (en torno a 60 US$/ha).
En el caso de la colza, Sofoval estimó un costo total de 715 US$/ha (sin renta). Al hacer el cálculo del rinde de equilibrio (en abril) Sofoval tomó un precio de 457 US$/ton, lo que daba un rendimiento de equilibrio de casi 1.600 kg/ha. Pero el precio ha mejorado en las últimas semanas y el viernes -por el impacto del petróleo por el conflicto en Medio Oriente- subió 1,5% en el Matif (mercado de futuros en París). De manera que hoy se consiguen 500 US$/ton o algo más; esto daría un rinde de equilibrio más cercano a los 1.400 US$/ton, cuando el promedio de los últimos 4 años se ubicó en casi 1.700 kg/ha. De manera que podría aspirarse a márgenes de 150 US$/ha o más.
Este escenario comparativamente mucho mejor para la colza no es nuevo. El año pasado las comparaciones eran similares, con diferencia apreciable a favor de la oleaginosa, pero el clima -con un otoño lluvioso como pocas veces se vio- impidió que se concretara un área mayor; este año sí se logró.
Además de las notorias ventajas en la comparación cultivo a cultivo, la siembra de colza permite una cosecha más temprana que los cereales (trigo y cebada), y deja un rastrojo más fácil para las siembras de segunda. De manera que éstas se hacen mejor y más temprano. Esto tiene un gran impacto positivo en el caso de la soja; esta última zafra se registró con claridad el aumento en los rendimientos de segundas tempranas, que dieron 300 o más kilos por hectárea por encima de sojas que -en similares condiciones- eran sembradas 15 0 20 días más tarde. Esta ventaja que ofrece la colza también se aprovecha si el cultivo de segunda es maíz.

De todas formas, ya en estos días se ha visto un mayor movimiento de reservas y retiro de semilla de cereales (cebada y trigo) de las empresas comercializadoras, lo que refleja que el tiempo óptimo para la siembra de la colza pasó y los productores se enfocan a los cultivos que tradicionalmente han predominado en el área de invierno.
El excelente momento de precios que están atravesando la ganadería vacuna y la lechería está motivando también una mayor área de cebada forrajera, que Urupov estima en un 15% de las 190.000 hectáreas totales de cebada estimadas (serían unas 18.500 hectáreas de cebada forrajera, aunque esto puede variar en estas próximas semanas). El objetivo de esta producción es abastecer principalmente feedlots y tambos; la cebada forrajera es un excelente grano para el consumo de los vacunos.
Agricultura y economía
Mientras se van concretando las tareas en las chacras, está saliendo la cosecha récord de soja, movilizando toda la cadena comercial hasta los puertos. Se estima que ya se puso precio a más de la mitad de la producción, con ventas que han sido tardías porque los productores esperaban precios mejores. El conflicto (¿guerra?) que estalló entre Israel e Irán impulsó al alza el petróleo y también a los granos, por su vínculo con los biocombustibles. A su vez, el anuncio del gobierno de Donald Trump de que aumentará la mezcla de biocombustibles impulsó el precio de los aceites comestibles. Esto mejoró el viernes el precio de la soja, consiguiéndose negocios en 365 US$/ton. Y también puede ser alcista para la colza.
El impacto de la actividad agrícola en la economía está demostrado. Esta semana se divulgaron los datos del PIB de la economía uruguaya, con un aumento de 3,4% interanual en el primer trimestre. En el caso del agro, el aumento fue de 4%, con incidencia positiva de la ganadería y también de la cosecha récord arrocera, por el aumento del área. La cosecha récord de soja y maíz seguramente apuntalará también a la economía en el segundo trimestre.
Para sostener toda esta producción y venderla se precisa logística y allí se anuncian inversiones, que también tienen alto impacto en la actividad y el empleo. Corporación Navíos, operador portuario de la Zona Franca de Nueva Palmira y uno de los principales complejos portuarios graneleros del país, presentó al Poder Ejecutivo un nuevo plan de inversiones por US$ 100 millones para ampliar sus capacidades en dicho puerto; es tanto para granos como para minerales, para producción local y regional. La empresa ya está en plena ejecución de una inversión por US$ 150 millones en su terminal de mineral de hierro, a lo que hay que sumar la nueva, que está a estudio del gobierno. Se estima que las nuevas inversiones emplearán unas 300 personas en la construcción y sumarán 100 nuevos empleos, una vez en funcionamiento.