EUROCARNE | La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Layen, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, han sellado en Escocia un acuerdo comercial por el que la mayoría de las exportaciones europeas serán sometidas a unos aranceles del 15% a su llegada a Estados Unidos. El acuerdo busca evitar una guerra arancelaria culminando una carrera contrarreloj antes de la fecha límite autoimpuesta del 1 de agosto.
Según los términos acordados, la mayoría de las exportaciones de la UE con destino al mercado estadounidense recibirán un arancel del 15%.
"Se trata de un acuerdo entre las dos economías más grandes del mundo. Intercambiamos 1,7 billones de dólares estadounidenses al año. Juntos, somos un mercado de 800 millones de personas. Y representamos casi el 44 % del PIB mundial. Apenas unas semanas después de la cumbre de la OTAN, este es el segundo pilar fundamental que reafirma la alianza transatlántica", ha señalado la presidenta de la Comisión Europea.
"Con este acuerdo, brindamos mayor previsibilidad a nuestras empresas. En estos tiempos turbulentos, esto es necesario para que puedan planificar e invertir. Garantizamos una reducción arancelaria inmediata, lo cual tendrá un claro impacto en los resultados de nuestras empresas. Además, con este acuerdo, aseguramos el acceso a nuestro mayor mercado de exportación. Al mismo tiempo, brindamos un mejor acceso a los productos estadounidenses en nuestro mercado. Esto beneficiará a los consumidores europeos y aumentará la competitividad de nuestras empresas. Este acuerdo proporciona un marco para reducir aún más los aranceles sobre más productos, abordar las barreras no arancelarias y cooperar en materia de seguridad económica. Porque cuando la UE y EE. UU. trabajan juntos como socios, los beneficios son tangibles para ambas partes", ha añadido.
Por su parte, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha asegurado que "es fantástico que hoy hayamos llegado a un acuerdo en lugar de jugar. Creo que es el mayor acuerdo jamás alcanzado".
En términos de la industria cárnica española y los futuros efectos de la aplicación de estos aranceles, desde Anice, su director general, Giuseppe Aloisio, considera que“el acuerdo de hoy genera certidumbre en tiempos de incertidumbre”, añadiendo además que "sería bueno conocer cuanto antes todos los condicionantes y excepciones previstas. Pero en cualquier caso nos parece injusto y perjudicial gravar las producciones agroalimentarias. Las cosas de comer no deberían entrar en batallas geopolíticas y arancelarias”.
"El acuerdo arancelario y de comercio prevé un tipo arancelario del 15% para la mayoría de las exportaciones de la UE, pero también un arancel 0% para algunos productos estratégicos, incluyendo algunos productos agrícolas y otras materias primas esenciales. Sería bueno entrar en el detalle para saber de qué productos estamos hablando", apunta Aloisio.
Las barreras arancelarias en forma de tarifas son medidas de protección de las producciones nacionales. De no ser así, son instrumentos de presión geopolítica para conseguir otros fines. “La charcutería española en EE. UU. y sobre todo las producciones ibéricas, no tienen equivalentes en Norteamérica. Lo mismo que no la tuvieron en su día las aceitunas españolas, con lo cual la imposición de un arancel respondería efectivamente a otros objetivos y en este caso, además de recaudatorios para las arcas americanas, son claramente políticos”.
“Ahora bien, después de conocer el detalle de esas listas de productos, habrá que bajar la negociación al suelo y será el exportador español y su importador norteamericano los que tendrán que negociar si ese supuesto incremento del precio se aplica íntegramente al consumidor o no”, concluye Aloisio añadiendo que todo esto revertirá en mayor inflación para el consumidor estadounidense y "el tiempo dirá los efectos de esas medidas en el consumo. Y ahora es cuando más que nunca esas exportaciones encarecidas, deberían llevar el apoyo incondicional de las instituciones europeas y españolas que deben destinar fondos para la promoción de los productos afectados".
Según los datos de Anice, en los primeros cinco meses del año 2025, España ha exportado a Estados Unidos 1.451 toneladas (+38,77% respecto el mismo periodo de 2024) por valor de 21,45 millones de euros (+30,06%) en productos elaborados y 4.555 toneladas (-4,51%) en carnes frescas y subproductos por valor de 21,44 millones de euros en carnes frescas y subproductos de porcino, con una diferencia del +7,57% respecto al mismo periodo del 2024.
Por su parte, desde Fecic, el secretario general de esta organización cárnica, considera que "se ha reconducido dentro de unos valores que esperemos que no afecten a las relaciones que el sector porcino español tenía con EE.UU. De donde se ha empezado a donde se ha acabado, esperamos que no va a desinflar la ilusión que hay en este mercado tanto para las empresas que están ya presentes en este mercado como por aquellas que desean entrar".
"El impacto podía ser duro y si no nos movemos de un 15 % en aranceles, las empresas no se veran desanimadas en apostar por este mercado", concluye Pons.
Por su parte, desde Fiab, su presidente, Ignacio Silva, considera que “es mejor un acuerdo que una guerra comercial abierta, pero no nos resignamos a que las exportaciones de nuestros productos a Estados Unidos estén penalizadas con un arancel del 15%. Es una imposición de Estados Unidos que rompe con el equilibrio del libre comercio”.
Los cálculos de la Federación para el conjunto de la industria alimentaria española apuntan a que durante el primer cuatrimestre de 2025, las exportaciones del sector a EE.UU. -que cuenta con más de 18.000 empresas exportadoras- han decrecido un -3,7 %, tras el notable repunte del 22,6 % registrado en 2024. Esta caída responde en gran parte a la incertidumbre derivada del anuncio de posibles nuevas medidas arancelarias, que ha ralentizado operaciones por parte de los importadores.
Asimismo, durante este mismo periodo, en contraste, las importaciones desde Estados Unidos han aumentado un 22,2 % en el mismo periodo. Esta asimetría refleja una balanza comercial cada vez más desequilibrada, con EE. UU. manteniendo su peso en el suministro de materias primas, especialmente agrícolas, mientras las exportaciones españolas comienzan a resentirse por el entorno incierto.