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Las Rurales: cuatro de miles...

Durante la inauguración de la Expo Prado 2022, la ARU homenajeó a Las Rurales, destacando la trayectoria de cuatro mujeres: caminos diferentes, en un mismo lugar

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Ninguna se lo esperaba, pero todas lo merecían. Por caminos diferentes, todas buscaron lo mismo. Por destino o casualidad, la vida las llevó a valerse por el fruto de su trabajo. Con apoyo de su familia, se ganaron el respeto del equipo y hoy todo un país está de pie aplaudiendo.

Este viernes, por 117ª vez inauguraron Expo Prado, el mayor evento agro industrial que congrega a todos: a los del campo y a los de ciudad.

En ese marco, la Asociación Rural del Uruguay (ARU) homenajeó en esta ocasión la labor y la trayectoria de cuatro mujeres rurales, provenientes de diversos rubros y con distintas historias de vida.

Ellas son: Laura Blanco, economista de profesión y empresaria agropecuaria; Gloria Noya, tambera de Capurro, San José; Marianela Merello, quien está al frente del establecimiento El Ancla, de Guichón; y Mariela Martínez, productora del departamento de Durazno, de la zona de Rossell y Rius.

Todas dijeron lo mismo: que fue una sorpresa, que no entendían el porqué del reconocimiento, que sus vidas no tenían nada de extraordinario y que su único logro fue salir adelante.

Es cierto. Hay muchas mujeres rurales en el país, pero acá se reconocieron a cuatro de ellas.

Mujeres cinchando y poniéndole el cuerpo a las tareas rurales existieron siempre y en el sentido más literal, porque existe la costumbre, errónea, de entender el aporte de las mujeres rurales como tareas livianas únicamente.

El aporte de las mujeres en el agro se da en la parte productiva, en la técnica, en la gremial y en la estatal y, como en cualquier ámbito, suma, abre la cancha, aporta al abanico de opciones y decisiones.

Pero no es fácil transitar la ruralidad siendo mujer. Porque todo lo pueden y todo lo alcanzan, y porque el 27.3% de quienes trabajan en el campo son mujeres. Acá hay cuatro historias de ellas.

Mariela Martínez

Mariela Martínez

Mariela Martínez Torena es productora ganadera en Durazno, en la zona de Rossell y Rius. Se casó con Enrique Falcón, con quien comenzó una empresa familiar dedicada a la ganadería. En la imposibilidad de concebir hijos, resolvieron adoptar un bebé: recibieron a Bruno y, con el tiempo, a Valentina.

La empresa familiar que era la base económica de la familia tuvo desde su inicio una impronta muy productiva, dado que el solo el 10% es tierra propia y el 90 % arrendada. Siempre trabajando transcurrió la primera década familiar, radicados en “Don Mauricio”, con los niños creciendo y la empresa en marcha.

Al tiempo Enrique falleció y Mariela se prometió a sí misma que continuaría con el emprendimiento y, más unidos que nunca, saldrían adelante. Hoy los niños crecieron: Bruno trabaja en una empresa forestal y Valentina está próxima a ser bachiller, con el sueño de, en un año, estudiar en Montevideo.

“Don Mauricio” integra el grupo CREA Malbajar.

“Me parecía demasiado que me convocaran para un reconocimiento. Esta es mi rutina, mi vida y no tiene nada que llame la atención. Yo no estaba muy segura, y alguien por ahí me dijo: ‘es cierto que hay muchas mujeres en el campo, pero tú sos una’”, contó a El País.

Laura Blanco

Laura Blanco

Economista de profesión. Hace más de 30 años comenzó trabajando en Interagrovial John Deere, representada por su padre Don Julio Blanco Durán. Trabajó en un banco.

Se casó y se fue a vivir a Estados Unidos, pero viajaba a Uruguay en cada ocasión disponible para que sus tres hijos no le pierdan el gusto al campo. Allí emprendió en el negocio de alimentos, fundando una importadora de carne uruguaya. Ir al campo siempre fue la alegría más grande.

De esas idas aprendió el amor y el respeto al trabajo, siempre acompañada por su padre y con un fuerte respaldo de Alcides, el capataz de toda la vida. En 2007, a su regreso del exterior, su padre la involucró cada vez más en las decisiones empresariales.

En 2009 compró su primer campo “La Huella”, en Isla Zapata. Lo pobló y comenzó con la invernada. Al mismo tiempo, pero de forma independiente, se ganó la confianza del equipo que la acompaña hasta el día de hoy.

“Fue una sorpresa el reconocimiento. ‘¿A mí por qué?’, me preguntaba. Estoy encantada de representar a tantas mujeres, algunas se tuvieron que hacer, a otras nos gusta. Me adentré al campo admirada por los valores, la gente... Me generó un crecimiento personal fuerte”, dijo a El País.

Marianela Merello

Marianela Merello

Oriunda de Guichón, Paysandú, Marianela Merello gestiona el establecimiento “El Ancla” desde hace 40 años. Es ingeniera agrónoma y estuvo muchos años vinculada a la gestión de instituciones financieras en Montevideo.

En 1982 ocurrieron dos acontecimientos claves: la muerte de su padre y su hermano mayor. Desde ese momento Marianela unió Montevideo con Guichón todas las semanas hasta que, en 1999, decidió instalarse definitivamente en el campo, renunciando a los ingresos mensuales seguros.

Las 600 hectáreas en propiedad y otras 400 arrendadas fueron su nuevo desafío. Las primeras decisiones llegaron de la mano de su conocimiento profesional y de la confianza en los saberes del personal. Cree que los buenos resultados son fruto de la gestión del equipo de trabajo, el seguimiento diario y la continua apuesta a la excelencia. Ha presidido la Liga de Trabajo de Guichón y es miembro de la Alianza del Pastizal.

“Recibir esto te hace pensar. Todas las mujeres del campo trabajan. No es el que está al frente del establecimiento. Las mujeres que están a la sombra muchas veces. Lo más importante es enamorarse de lo que uno hace. Así es como uno sale adelante”, aseguró a El País.

Gloria Noya

Gloria Noya

Productora de leche en Capurro, San José. Gloria, al igual que las otras tres mujeres reconocidas por ARU, no entendió el porqué del reconocimiento, porque, según dijo, lo que ella hizo durante toda su vida “no difiere demasiado de lo hecho por una enorme lista de productoras agropecuarias de todo el país”.

Su padre siempre le dijo que el tambo no era para mujeres. Tras la muerte de su padre, Gloria debió enfrentar sola una dura crisis económica familiar. La decisión era enfrentar la deuda o vender, pero honró la memoria de su padre y siguió.

La mirada desconfiada de otros productores no la hizo titubear. Crió a sus tres hijos y hoy, cerrando carpeta, cree que lo hizo muy bien. Los números dan, tiene un tambo autosustentable y la casa está en orden. Su mayor orgullo siempre será haber sacado a su familia adelante.

“En 1991 fallece mi padre y yo me divorcio. Quedo sola con tres niños de 12, 11 y 8 años. Había una deuda, pero le dije a mi madre que yo me iba a hacer cargo del tambo, pero no sabía nada. Nada. Papá nunca me dejó ir al tambo, decía que no era para mujeres. Creo que fue el trabajo en equipo el que nos sacó adelante. Tener las antenas escuchando siempre, el apoyo de los técnicos... quien se lo propone lo logra”, contó Gloria Noya en diálogo con El País.

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.

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