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La historia de la mujer a la que le robaron dos tercios de su majada y el sueño de vivir tranquila en el campo

Gabriela Zanotta vive en Los Cerrillos y hace 25 años produce ovinos. En una madrugada de tormenta le robaron más de 60 ovejas, muchas de ellas preñadas. “No me sacaron solo las ovejas, me quitaron el derecho a vivir en el campo con tranquilidad”

Hace 25 años que Gabriela Zanotta vive en su predio de 28 hectáreas.

Gabriela no está tranquila. A pesar de que pasaron ya varios días, de que los medios difundieron su historia y de que las redes sociales multiplicaron la noticia, la ficha todavía no le cae. No duerme bien. La angustia, la bronca y la indignación se mezclan con el cansancio de quien no se detiene, ni siquiera en la tristeza.

“Han sido días locos”, dijo. Locos de llamados, de radios, de mensajes solidarios, de personas que se comunican para brindar apoyo, datos, o simplemente difundir lo ocurrido: el robo de 62 ovejas, muchas de ellas preñadas, en una madrugada de tormenta en Los Cerrillos, Canelones.

Hace 25 años que Gabriela Zanotta vive en su predio de 28 hectáreas. Lo compró con la idea de hacer su casa, pero también su forma de vida. En aquel entonces el criadero de cerdos era el núcleo productivo. Hoy, su centro es la oveja. “Quería vivir tranquila, en el campo, con mi pareja, que también es productor, y seguir en esto”, contó.

Durante años combinó la producción rural con la docencia. Fue profesora en la Facultad de Agronomía por casi tres décadas. Enseñó en el ciclo de introducción a la realidad agropecuaria y fue responsable del “Seminario de Uruguay Rural”, una materia que hacía foco en las cadenas agroindustriales del país. “Llevábamos a los estudiantes a conocer las estaciones experimentales, los campos, la realidad del productor. Era hermoso”, recordó.

La vida la llevó y la trajo de Montevideo, entre los tiempos familiares, laborales y rurales. Se casó, se separó, crió a sus hijos. Hoy, en sus casi 60 años, siente que este presente productivo le pertenece por derecho ganado. “Es mi campo, lo trabajo sola. Ya no tengo empleados. Estoy todo el día acá”.

Majada Ideal de Gabriela Zanotta.

Gabriela apunta a un sistema pastoril con ovejas raza Ideal. El rodeo era de unos 200 animales. La alfalfa es un cultivo estratégico en su predio y en el de su pareja, quien también tiene maquinaria para elaborarla en fardos cuadrados. Todo apuntaba a una producción pequeña, pero sustentable. Hasta la madrugada del sábado, cuando la delincuencia se coló entre la lluvia.

“Fue una noche de tormenta. Desde donde robaron se ve mi casa. Yo había estado ahí sentada la tarde anterior. En un radio de 150 metros hay otras dos casas. Nadie escuchó nada”, relató.

El operativo fue meticuloso y conocido para ella. “Hace dos años me pasó lo mismo, en un potrero a metros del de ahora. Entraron con un camión, rompieron candado y portera. Esta vez se corrieron un poco, eligieron otro potrero. Maniataron las ovejas con hilo de fardo, las arrinconaron y cortaron los siete hilos del alambrado. A menos de dos metros del camino”.

Las ovejas eran vientres en gestación, raza Ideal, de temperamento manso y familiarizadas con la rutina de su dueña. También se llevaron los tres carneros de cabaña. Gabriela calcula el valor económico de la pérdida en al menos 10.000 dólares, pero subrayó que el verdadero impacto no puede medirse solo en dinero.

“Me sacaron dos tercios de mi producción. Pero me sacaron algo más que las ovejas: me quitaron el derecho a trabajar en lo que me gusta, a vivir en el campo, a dormir tranquila. Me siento insegura”.

Días después del robo, comenzaron a llegarle datos. En una cantera cercana a Suárez, encontraron cueros y cabezas de unas diez ovejas. Gabriela fue hasta el lugar. “No tengo duda de que son mías. La señal es clarísima, la J invertida en las dos orejas. Además, son de raza Ideal, con esa lana fina, esa trompa. Y hay algunos corderos blancos y negros, porque yo hice cruzas con caramora. Los reconozco. Uno conoce a sus animales”.

Corderos Ideal de Gabriela Zanotta.

Lo más probable, dijo, es que los animales hayan sido faenados para carne clandestina. “Esto es una cadena. Hay una organización. Estudian los movimientos. Lo hacen en época de fiestas, para mí es zafral. No es casual”.

El miedo no es nuevo. Hace dos años también le robaron la casa. “Vi las luces prendidas desde el camino. Tuve que salir marcha atrás, sin saber si adentro había alguien. Desde entonces tenemos alarma. Pero es cruel. ¿Por qué tenemos que vivir así?”

La denuncia la hizo de inmediato. La Policía llegó, tanto de la Comisaría 3ª de Cerrillos como de la Dirección de Seguridad Rural. “No puedo decir que no me acompañaron. La comisaria y su grupo estuvieron. Sé que algunos policías dan más de lo que pueden. Pero también sé que hay muchas ineficiencias”.

Gabriela cree que el sistema no está funcionando. “Esto no es solo un tema policial. Es un problema de país. Y se necesita el compromiso de todas las instituciones: Ministerio del Interior, Ministerio de Ganadería, intendencias. Hay que poner cámaras en lugares estratégicos. No puede ser que uno se vaya del campo porque no se siente seguro”.

La pregunta la ronda: ¿y si vendiera todo y se fuera a Montevideo? ¿No sería más fácil? Pero responde enseguida: “¿Y después nos quejamos de que la gente se va del campo? ¿Por qué no podemos vivir en el campo con seguridad?”

No todo ha sido desconsuelo. Gabriela destacó la solidaridad de vecinos, colegas, desconocidos. “El jueves hubo una convocatoria en la plaza de Cerrillos. Se autoconvocó la gente. Me han llamado de todas partes. Me ofrecieron donarme animales. Y eso cuesta mucho aceptar. Gente que tal vez tiene menos, queriendo ayudar”.

La Sociedad de Criadores de Ideal se comunicó con ella. “Antonio Arrospide fue el primero que me llamó. Todavía no terminé de procesar todo, pero si acepto animales será de ellos. Porque a ellos puedo devolverles con trabajo, con compromiso, integrándome a la sociedad de criadores”.

Caso de abigeato.
En una madrugada de tormenta le robaron más de 60 ovejas, muchas de ellas preñadas. “No me sacaron solo las ovejas, me quitaron el derecho a vivir en el campo con tranquilidad”.

En su predio de 28 hectáreas, en plena zona frutihortícola de Canelones, Gabriela sigue de pie. Cuida los pocos corderos que le quedaron en un galpón, los alimenta con maíz, los separa por lotes, los mira como quien cuida lo que aún queda en pie. “Yo quiero seguir viviendo acá. Quiero seguir produciendo. Solo pido poder hacerlo con seguridad”.

A las autoridades, les hace un pedido claro: “Que hagan más. Que usen tecnología. Que nos protejan. Y que entiendan que los productores rurales tenemos derechos. No solo el derecho a producir, sino el derecho a vivir tranquilos”.

Gabriela sabe que la suya no es una historia aislada. Y por eso cuenta. Porque si el delito se organiza, también la gente buena puede organizarse. Porque aún con miedo y tristeza, hay algo que nadie le va a robar: su dignidad.

Licenciada en Comunicación por la Universidad ORT (2017) y máster en Dirección de Comunicación Corporativa (2024). Desde agosto de 2020 forma parte del equipo de Rurales El País. Actualmente colabora con la revista de la Asociación Rural y produce el programa #HablemosdeAgro, que se emite los domingos por Canal 10. Además, acompaña a empresas del sector agropecuario en el diseño y la implementación de sus estrategias de comunicación. Anteriormente trabajó como periodista agropecuaria en El Observador y fue productora del programa radial Valor Agregado, en radio Carve.

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