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Del World Trade Center a Caraguatá: el trillo que marcó Noelia Zapater

Volver al pago: hace cuatro años dejó las vistas al Puertito del Buceo para dirigir el escritorio rural de la familia

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Noelia Zapater Vázquez.

Es la segunda de cuatro hermanos y contadora pública de profesión. Hace cuatro años sintió que la vida se le pasaba detrás de una pantalla y volvió a las raíces, a trabajar en el escritorio familiar en donde faltara una mano: recorriendo el campo, coordinando los camiones, hablando con los clientes. Que un productor la elija para que defienda a su ganado como propio es, para la joven, un motivo de orgullo y enorme satisfacción. Cantaba Atahualpa Yupanqui: “No olvida su patria chica aquel que sabe querer, es que la tierra nos llama y adentro del alma nos grita volver”. Y esta es la historia de la vuelta al pago de Noelia Zapater Vázquez.

Noelia Zapater Vázquez tiene 28 años y es Contadora Pública egresada de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la UdelaR. Nació en Tacuarembó y tiene cuatro hermanos: el mayor es veterinario, la que le sigue está por terminar la carrera de Ingeniería en Alimentos y la menor, de 11 años, aún se desconoce de qué palo saldrá. Sus padres son productores agropecuarios, y su padre, además, rematador y consignatario de ganado. Vivió en la zona rural en Caraguatá hasta los cuatro años cuando junto a su madre y hermanos se fueron al pueblo. Al tiempo la familia se mudó a Tacuarembó, pero su padre siguió viviendo en Caraguatá.

Está casada con un ingeniero agrónomo que trabaja en Rincón de Pereira, a 60 kms de Caraguatá, a donde se llega por la ruta 6 para luego cruzar en balsa o en bote a remo.

Actualmente se dedica a los negocios rurales, desempeñándose como directora de la firma Zapater Negocios Rurales, la cual cuenta con más de 70 años de trayectoria y tres locales de ferias mensuales, en donde dos de ellos están ubicados en el departamento de Cerro Largo y el otro en la localidad de Caraguatá, en Tacuarembó.

El Escritorio Zapater se estableció en 1950, bajo la dirección de su abuelo, Fernando Zapater Clavijo, en Las Toscas, Caraguatá, departamento de Tacuarembó. Desde esa fecha, con trabajo y vocación de servicio la empresa se dedica a los negocios rurales en general, con remates feria en Local Gamio, que hasta la fecha se siguen realizando mes a mes.

A partir de 1980, la dirección del escritorio pasa a su padre, Ruben Zapater, rematador público de profesión, quien desde hace más de cuatro décadas gerencia la empresa. En 2020, Noelia se sumó a la dirección de la empresa, siendo la tercera generación al frente, especializada con un postgrado en Agronegocios, reforzando la sólida trayectoria de la empresa.

“Mi abuelo, Fernando Zapater Clavijo, Don Fernando o Caudillo, como lo conocían en su querido Caraguatá, es un referente en mi vida. Gracias a él estamos donde estamos. Tuve la suerte de disfrutarlo hasta el último día que nos dejó, ocho años atrás, con 97 años de vida…con él muchas enseñanzas quedaron en nosotros y lo tenemos presente a diario”, contó Noelia Zapatar en diálogo con Rurales El País.

Las tres generaciones del escritorio Zapater: Fernando, Ruben y Noelia Zapater.
Las tres generaciones del escritorio Zapater: Fernando, Ruben y Noelia Zapater.

Habló de “la suerte” de poder tener a su padre, Ruben Zapater, como respaldo y guía, porque “sinceramente no es fácil enfrentarte a un mundo de negocios que cambia constantemente en donde hay mucha responsabilidad de por medio”.

“Desde que tengo uso de razón vivimos en la vuelta de las ferias, campos, vacas y negocios, y todo lo que ello implica: resignar vacaciones, feriados, horarios, vivir arriba de un auto llueva o truene, así es la vida de campo. Me saco el sombrero por todos aquellos que nacen con esa dedicación hacia el campo”, comentó la joven.

En Montevideo, mientras estaba estudiando, solía asistir a las pesadas en los frigoríficos. De madrugada, sobre las 4:00 o 4:30 am salía al frigorífico, vestida de punta en blanco porque de allí se iba a trabajar como estudiante de contadora. “Siempre me acuerdo que el comprador de hacienda me decía: ‘ahí viene tu ganado, pero retírate de la ventana que te puede saltar alguna bosta’. Era allí mismo en donde me encontraba con algún colega o productor que charla va y charla viene, siempre terminaban preguntándome porque no trabajaba y seguía el legado familiar”, contó.

Fue así como se sembró la semilla y comenzó a plantearse la idea en su cabeza, pero no demoró mucho para concretarse. Hace cuatro años, cuando se recibió de Contadora Pública, tomó la decisión de irse de la capital, salir de su zona de confort, y dar una mano en el negocio familiar en el interior. “Siempre me gustó el campo. Andar a caballo era como una terapia del bien, pero lo hacía como hobbie y no como una forma de vida. Ni yo me lo creo que estaría hoy acá viviendo del y para el campo, trabajando en el escritorio rural. Siempre la idea estuvo enfocada en mi hermano, que era el mayor de los hijos y el único varón… pero la vida da tantas vueltas que terminé acá adentro”, expresó.

De todas formas, reconoció que trabajaba muy bien en el World Trade Center en Montevideo, con un grupo “divino” de personas que hasta hoy son parte de su vida. Lo hacía también en un lugar en el que podía seguir creciendo en lo profesional, pero comenzó a pensar que la vida se le pasaba detrás del monitor de la computadora y mirnado por la ventana, pese a que la vista al puertito del Buceo que tenía desde la Torre era “impagable” y hasta hoy es una de las cosas que más extraña. La realidad es que su vida estaba en el interior. “Los padres se van poniendo viejos y necesitan una mano”, comentó.

“Desde mi humilde experiencia, me he dado cuenta de que el cliente que te consigna su ganado, te está consignando su producción y su trabajo semanal, semestral o anual. Sean uno, dos o 100 animales, los tiempos del campo son lentos y muchas veces difíciles, por lo que está depositando en ti una enorme confianza, y que te elijan para que defiendas lo suyo como propio llena de satisfacción”, dijo.

Además, expresó que siempre estará agradecida por la buena aceptación que tuvo la gente con su llegada y pudo insertarse en el ambiente sin problemas.

“Mi padre siempre me dice, que le decía mi abuelo: ‘hay que hacer las cosas bien y no confundirse’. Y creo que lo venimos haciendo bien , porque hace más de 70 años que estamos y seguimos en el camino…”, expresó.

Hizo referencia a que la gente a veces piensa que porque es contadora, está solamente detrás de los números y los papeles -que es gran parte lo que hace-, pero lo cierto es que son pocas las manos que hacen mucho, como toda empresa familiar. “Entonces toca adaptarse a lo que venga: salir a recorrer el campo, dosificar, coordinar los camiones, hablar con los clientes, coordinar embarques, trazabilidad, lo que sea. Tengo la capacidad de adaptarme a todo”, dijo.

Reconoció que es un ambiente bastante machista, aunque valoró que cada vez hay más mujeres en el rubro y destacó especialmente el ejemplo que le dio su madre, que gracias al campo y a su perseverancia, “salió ella y nosotros adelante”.

“Tengo muchos motivos y amor que retribuirle a algo tan noble como el campo. No sé si estoy haciendo lo correcto, pero la sangre tira y por ello hoy estoy en donde tengo que estar”, cerró Noelia Zapater Vázquez.

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.

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