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De Tacuarembó a Dubái: La historia de Cecilia García y su pasión por los caballos

Con más de 240 carreras en su haber, la joven ha demostrado que la pasión por los caballos va más allá de la competencia. Su trayectoria está marcada por la perseverancia y el deseo de cumplir sueños, reflejando no solo sus logros en la pista, sino también el valor de la familia, la amistad y el compromiso con su deporte. A medida que sigue forjando su camino en el mundo de las carreras, Cecilia se enfoca en nuevos objetivos, compartiendo su experiencia y amor por la equitación con la próxima generación

Cecilia García juntoa a TBO Valls.

Cecilia García Pereira tiene 31 años, es oriunda de Tacuarembó y ha recorrido un largo camino en el mundo de los deportes ecuestres, desde su infancia en el campo hasta competir en Dubái. Su vida ha estado marcada por la pasión por los caballos, una tradición familiar que comenzó con su padre, Álvaro, quien también fue corredor de raid, enduro y profesor de equitación. “Nosotras siempre estuvimos vinculadas a los caballos desde chicas, una pasión heredada de nuestro padre”, comenta Cecilia, recordando cómo ella y sus hermanas -Virginia y Carolina- crecieron participando activamente en el deporte.

Cecilia ha tenido una carrera internacional notable, corriendo en una variedad de escenarios emblemáticos alrededor del mundo. Su trayectoria incluye competiciones en los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Arabia Saudita, donde la adrenalina de las carreras nocturnas la ha desafiado en múltiples ocasiones. Además, ha tenido la oportunidad de competir en Europa, destacándose en eventos en Eslovaquia, Inglaterra, Francia e Italia. Su pasión por los caballos también la ha llevado a recorrer Sudamérica, participando en carreras en Argentina y Chile, así como en los Estados Unidos. Cada uno de estos lugares ha aportado experiencias únicas y memorables a su vida como atleta.

En total, ha participado en 241 carreras (más algunas nacionales no oficiales), de las cuales ha ganado 11. Además, ha logrado posicionarse entre las cinco primeras en 23 ocasiones y ha terminado entre las diez mejores en 17 ocasiones.

Su conexión con los caballos se inició desde el campo, donde vivía de pequeña. A los siete años, participó en su primera competencia de salto en Punta del Este, cuando su padre daba clases de equitación, y más tarde, a los nueve, compitió en su primer enduro. A partir de ahí, combinó la equitación con el endurance hasta que, finalmente, decidió enfocarse únicamente en el enduro.

A los 18 años, Cecilia se trasladó a Montevideo para estudiar la carrera de Medicina Veterinaria, pero siempre siguió corriendo y compitiendo en campeonatos. A los 22 años, en 2015, surgió una oportunidad única: viajar a Dubái con su padre y sus hermanas. El viaje fue posible gracias a un contacto de su padre, quien les compraba caballos y los invitó a entrenar y competir en los Emiratos Árabes. Lo que inicialmente fue un mes de estancia, se transformó en una etapa crucial para la joven, quien decidió quedarse y trabajar hasta el final de la temporada.

“Siempre fue mi sueño correr en los Emiratos”, recuerda Cecilia, haciendo una pausa para explicar cómo, siendo niña, un video de jinetes uruguayos galopando en el desierto con la bandera de Uruguay la inspiró. “Desde ese día supe que iba a llegar allá y cruzar la meta con la bandera bien arriba”, añade.

Cecilia describe Dubái como un antes y un después en su vida. La experiencia de entrenar y montar numerosos caballos le permitió perfeccionar sus habilidades y transformar lo que antes era una pasión en un verdadero trabajo. “Me parecía increíble que me pagaran por hacer lo que más me gusta”, comenta. Aunque al principio no dominaba el inglés, rápidamente aprendió a comunicarse, motivada por la necesidad de adaptarse a su nuevo entorno.

El primer año en Dubái no fue fácil. Cuando su familia regresó a Uruguay, Cecilia se quedó sola, sin conocer bien el idioma y siendo la única mujer en su establo. Sin embargo, el apoyo de su jefe, Majed, y su determinación la impulsaron a seguir adelante. Con el tiempo, Cecilia pasó de correr en establos locales a competir para algunos de los equipos más importantes de los Emiratos, como el del príncipe heredero de Dubái y el rey de Bahréin. “Siempre les dije que correría para ellos, pero seguiría trabajando con Majed, mi jefe desde el día uno”, cuenta.

Cecilia trabajó durante ocho temporadas en Dubái, tiempo en el que su vida personal también floreció. Su hoy esposo, Matías, la acompañó durante su segunda temporada, dejando de lado su carrera como ingeniero agrónomo para apoyarla. “Valoro mucho que haya decidido acompañarme en este sueño. Pasamos de vernos ocasionalmente a convivir 24/7 lejos de todo, lo que nos unió muchísimo”, afirma Cecilia. Hoy, la pareja está casada y tienen una hija juntos, Mila.

A pesar de la intensidad de su carrera, Cecilia también se graduó como veterinaria en 2020. Aunque no ha ejercido la profesión, siempre supo que completar sus estudios era importante, tanto por el conocimiento adquirido como por las herramientas de vida que le brindó. “Estudiar te da disciplina y compromiso, y es algo que solo depende de ti”, reflexiona.

En cuanto a los desafíos que ha enfrentado como mujer en el deporte, Cecilia destaca que, en su caso, ser mujer fue una ventaja en los Emiratos. “Hay carreras solo para mujeres y también por el peso requerido, es más fácil para nosotras”, explica. Sin embargo, nunca sintió una distinción significativa entre hombres y mujeres en su disciplina, lo que considera una fortuna.

Hoy, después de una carrera llena de éxitos y experiencias inolvidables, Cecilia sigue ligada a su pasión por los caballos, agradecida por haber podido cumplir su sueño y haber construido una vida alrededor de lo que más ama.

La preparación física y mental en Emiratos

Durante su estancia en Emiratos Árabes, la joven uruguaya enfrentó grandes exigencias físicas y mentales para competir al más alto nivel. Sus días consistían en extensas jornadas de entrenamiento, montando a caballo tanto en la mañana como en la tarde. En temporada alta, cuando el establo albergaba muchos caballos, podía llegar a recorrer entre 80 y 100 kilómetros por día, siempre montando caballos distintos y adaptándose a las particularidades de cada uno.

Uno de los desafíos más difíciles para Cecilia fue mantener el peso exigido para las competiciones. Las carreras en Emiratos requerían que los jinetes pesaran entre 49 y 50 kg, lo cual representaba un esfuerzo considerable para ella, cuyo peso normal rondaba los 54 kg. Alcanzar y mantener ese peso requería una estricta disciplina tanto en la alimentación como en el entrenamiento. Con un enfoque en la alimentación saludable y un régimen constante de ejercicio, Cecilia logró cumplir con este objetivo, sin descuidar su rendimiento.

Cecilia García junto al príncipe de Dubái (izquierda) y el rey (derecha) luego de haber ganado una carrera.

Mentalmente, el endurance también suponía un gran reto. A pesar de que siempre mantenía una actitud positiva, sabía que en muchas ocasiones las carreras no se desarrollaban como esperaba. Competir varias veces a la semana implicaba aceptar que no siempre los resultados eran los deseados, pero para ella cada carrera representaba una oportunidad de aprendizaje. Mejoraba con cada experiencia, corrigiendo errores o ajustando entrenamientos para las próximas competencias. Con un enfoque resiliente, la joven entendió que cada paso, ya fuera en la pista o en el establo, era una lección que la preparaba para los desafíos futuros.

La inspiración para seguir compitiendo

Para la joven jineta competir es más que un simple deporte: es su vida. Desde pequeña, el vínculo con los caballos ha sido inquebrantable, y hoy no puede imaginar su día a día sin correr, ya sea en competencias de endurance, raid, o cualquier otra disciplina ecuestre. "No hay otra cosa que me guste hacer más que esto", afirma. Los caballos han sido su pasión y el motor que la ha impulsado en cada etapa de su vida.

La inspiración que la lleva a seguir compitiendo no solo está en su amor por los caballos, sino también en la posibilidad de transmitir esa pasión a su hija. Cecilia sueña con compartir con su hija este deporte de la misma manera en que su padre lo hizo con ella. "Ojalá pueda seguir con esto mucho tiempo más", expresa, con la esperanza de continuar compitiendo, aunque ahora desde Uruguay y con un enfoque más relajado, más como un hobby que como la profesión que fue en Emiratos.

Para Cecilia, el simple hecho de correr, de estar con los caballos, sigue siendo su mayor motivación, y aunque el enfoque de su carrera pueda cambiar con el tiempo, su amor por los caballos y las competencias continuará guiando su vida.

TBO Valls: El caballo que la marcó

Entre los innumerables caballos que han pasado por las manos de Cecilia García Pereira, ninguno ha dejado una huella tan profunda como TBO Valls. Este caballo uruguayo, criado en Haras Los Méndez y adquirido por su padre en un remate en Uruguay, fue vendido posteriormente a Emiratos Árabes Unidos, donde comenzó una nueva etapa en su carrera. Fue allí, en ese país, donde Cecilia tuvo la oportunidad de competir con él en algunas de las carreras más prestigiosas del mundo.

Cecilia García junto a TBO Valls cuando obtuvo el segundo puesto en la President Cup.

La primera vez que Cecilia montó a TBO Valls fue en la President Cup, una de las carreras más importantes de Emiratos. El caballo era relativamente nuevo en ese entorno, pero a pesar de la inexperiencia, lograron un impresionante décimo puesto en una competencia que contaba con más de 400 participantes. "No podía creer que estaba corriendo esa carrera y mucho menos que me había ido tan bien con un caballo que había estado en casa y que venía de Uruguay", recuerda. Solo un mes después, ambos compitieron nuevamente en la Crown Prince, otra carrera de gran renombre, donde alcanzaron el puesto número trece, un logro significativo para un establo privado que no contaba con los mismos recursos que los poderosos establos de los jeques.

TBO Valls pronto se convirtió en el favorito, tanto de Cecilia como de su jefe y todo el establo. Un año después, estaban listos para competir en la Sheikh Mohammed Cup, la tercera de las grandes carreras del país. Sin embargo, tras una prometedora participación en la que terminaron octavos, el caballo no logró pasar la inspección final debido a una leve cojera. Una vez realizadas las radiografías, se descubrió una pequeña fractura, lo que significó un duro golpe para todos. "Fue un bajón tremendo para todo el equipo. El mejor caballo que teníamos había sufrido esa lesión", lamenta Cecilia. Tras la operación, que incluyó la colocación de tornillos, comenzó un largo proceso de recuperación. Durante esa etapa, Valls fue caminando diariamente, y aunque intentaron regresarlo a las competencias, no lograba estar al 100%.

A lo largo de tres años, Cecilia intentó correrlo en diversas ocasiones, pero siempre se retiraban para proteger al caballo. "Nunca terminaba de estar bien, y no queríamos arriesgarnos a que le sucediera algo peor. Era un caballo que queríamos muchísimo", explica. En 2021, después de que otra persona lo corriera y lograra finalizar una carrera, Cecilia decidió dejar que lo corriera nuevamente. Sin embargo, su jefe insistió en que ella debía ser la que lo montara en la President Cup de ese año.

Foto de cuando ganó la King Cup en Bahrain. Quien festeja es es el príncipe de Bahrain, el dueño del caballo.

Finalmente, Cecilia corrió la carrera, una prueba de 160 kilómetros, en seis etapas. Contra todo pronóstico, TBO Valls mantuvo el ritmo y terminó segundo en una de las competencias más prestigiosas de Emiratos. Para Cecilia y su equipo, fue un logro histórico, ya que nunca antes un establo privado había alcanzado una posición tan destacada en una carrera de ese nivel. "Terminar segunda en la President Cup con mi caballo favorito, después de todo lo que había pasado, fue algo impresionante. Siempre supe que era un crack, y que algún día demostraría su verdadero potencial", dice emocionada al recordar la experiencia.

Para Cecilia, esa carrera fue la mejor de su vida. Después de tantos años de espera y sacrificio, TBO Valls finalmente demostró ser el caballo excepcional que ella siempre había creído que era.

Manejando la presión en competencias internacionales

La presión en las competencias internacionales es una constante, pero ha aprendido a convertirla en una aliada. En Emiratos Árabes, donde las carreras se llevan a cabo todas las semanas, la frecuencia de las competencias podría hacer pensar que la presión se diluye con la rutina. Sin embargo, para Cecilia, los nervios previos a cada carrera son inevitables, pero los recibe con agrado.

"Siempre sentía esos nervios antes de largar, pero eran nervios buenos, esos que te recuerdan que estás viva, que te llenan de adrenalina y emoción", relata. Para ella, esa sensación es parte esencial de la experiencia competitiva. "Si no siento esos nervios antes de una carrera, es como si no tuviera sentido correr. La adrenalina de la largada, estar entre 300 o 400 caballos, todo eso te impulsa a dar lo mejor".

Sin embargo, una vez que la carrera comienza, Cecilia encuentra la calma. "Después de largar, ya me tranquilizo, sobre todo cuando veo que el caballo está bien, que va tranquilo y relajado. Ahí empiezo a concentrarme completamente en la carrera y me sereno", explica. Pero esos nervios iniciales nunca desaparecen del todo, y para Cecilia, eso es positivo. "Creo que esos nervios deberían estar siempre, porque son los que te mantienen enfocada y te recuerdan lo mucho que amas lo que haces. Es la emoción de competir lo que te impulsa".

Así, lejos de sentir que la presión la abruma, Cecilia la convierte en parte de su estrategia. Esos nervios previos son el combustible que la preparan mental y físicamente para cada competencia, recordándole que está lista para enfrentar el desafío.

Los desafíos de la largada en carreras internacionales

Una de las mayores fuentes de nervios para Cecilia durante las competiciones internacionales es la imprevisibilidad de las largadas. En muchas ocasiones, apenas cinco minutos antes de la carrera, tiene que subirse a un caballo al que nunca ha montado. Esa falta de familiaridad, combinada con la magnitud del evento —en carreras donde participan hasta 300 caballos—, añade una capa adicional de adrenalina y desafío.

"Es inevitable sentir nervios cuando no conocés al caballo y tenés que largar entre cientos de ellos", explica. "No sé cómo va a salir el caballo: si va a arrancar disparado, si va a estar tranquilo, si va a tener fuerza. Todo es una incógnita hasta que das el primer paso y ves cómo se comporta". La situación se agrava por el caos en los alrededores. "Imaginate, si hay 300 caballos, al menos hay 600 camionetas a los costados, luces por todos lados, está de noche... es muchísima adrenalina".

La incertidumbre en estos momentos es real, y los nervios, inevitables. "En una montonera de caballos puede pasar cualquier cosa: hay caballos que se disparan, otros que se caen, y la verdad es que no es fácil manejar la largada en esas circunstancias", comenta Cecilia. Sin embargo, a pesar de las dificultades, ella siempre intenta mantener la calma y el optimismo. "Siempre trato de pensar en positivo, de convencerme de que todo va a salir bien, aunque no te voy a negar que, a veces, esos momentos me ponen muy nerviosa".

A pesar de todo, Cecilia ha aprendido a manejar estos nervios y a usarlos como parte de su preparación mental. La clave, según ella, está en confiar en su experiencia y en concentrarse en mantener el control tanto de la situación como de sus emociones, sabiendo que, a pesar de la locura del entorno, su enfoque y actitud pueden hacer la diferencia.

Las carreras y la experiencia de volver después de ser mamá

En el caso de Cecilia García Pereira, las competencias no son algo que ella elija, sino que dependen completamente de los entrenadores de los establos con los que trabaja. "Cuando corro en Emiratos, no elijo yo las carreras", explica. "Cada entrenador me dice: ‘Mañana corrés’, ‘Pasado corrés’, o ‘La semana que viene corrés’. Me dan la hora y el lugar, y yo voy. Ahí es cuando me entero qué caballo voy a correr."

Las temporadas en Emiratos suelen durar de noviembre a marzo, y cuando Cecilia regresa a Uruguay, suele tomarse un tiempo de "vacaciones", aunque no por mucho tiempo. "En mayo, siempre nos llamaban para ir a correr a Inglaterra, en una carrera que se hace en el castillo de Windsor, a la que asistía la Reina Isabel y ahora el Rey Carlos. He corrido ahí varias veces".

Cecilia García junto a su esposo, Matías, y su bebé en Inglaterra cuando ganó la carrera.

Una de las experiencias más significativas para Cecilia fue este año, cuando regresó a las pistas después de haber sido mamá. Su bebé tenía solo cuatro meses y medio cuando fue a competir. "La verdad que fue toda una experiencia", recuerda. "Hacía un año y cuatro meses que no me subía a un caballo, porque después de quedar embarazada, no había montado más". Sin embargo, cuando recibió la llamada para participar, decidió que estaba lista para volver. "Conseguí un señor en Minas que tenía una yegua, y le pedí si podía montarla unos días, como para tener algo de preparación, ya que yo no tengo caballos en Uruguay".

Tras solo tres días de práctica, viajó para competir. Contra todas las expectativas, no solo corrió, sino que ganó la carrera. "Esa carrera está dentro de las mejores de mi vida. Volver después de ser mamá, estar tanto tiempo sin montar, y ganar... y además que mi bebé estuviera ahí conmigo, fue como un sueño hecho realidad", comparte emocionada.

Este regreso a las pistas, después de haber sido madre, no solo fue una victoria personal, sino también un reflejo de su determinación y pasión por las competencias ecuestres, demostrando que los desafíos personales y profesionales pueden convivir y complementarse en su carrera.

En marzo del año pasado Cecilia y su familia tomaron la difícil decisión de regresar a Uruguay después de haber vivido y trabajado en los Emiratos Árabes Unidos. Su deseo de formar una familia y criar a sus hijos en su país natal fue el principal motor de este cambio. A pesar de que disfrutaron de su vida en el extranjero y de las oportunidades laborales que allí encontraron, sentían que, aunque son uruguayos, criar a sus hijos en un entorno con su cultura y tradiciones era fundamental. La experiencia en Emiratos les permitió crecer y aprender, pero la prioridad ahora es ofrecerle a su hija una educación uruguaya, similar a la que ellos mismos recibieron. Aunque Cecilia estaba en un buen momento de su carrera como jinete y había construido relaciones sólidas con sus empleadores en el extranjero, considera que hay etapas en la vida y que este es el momento para enfocarse en la maternidad. Sin embargo, no descarta volver a competir en el futuro, incluso quizás el próximo año, pero lo haría en un contexto diferente, como una visita o vacaciones, y siempre con la posibilidad de disfrutar de las carreras en las que tanto ha invertido su pasión.

Cecilia tiene claras metas por cumplir en su carrera deportiva. Uno de sus principales objetivos es poder terminar un mundial y clasificar con un buen resultado, algo que aún no ha logrado. Ha representado a Uruguay en ocho ocasiones en competiciones internacionales, entre panamericanos y mundiales, pero la suerte no ha estado de su lado. En cada participación, ha enfrentado diversas circunstancias que le han impedido completar la carrera. A pesar de estos desafíos, mantiene la firme convicción de que, en algún momento, podrá alcanzar su objetivo y lograr una clasificación destacada. Aunque hasta ahora no ha tenido los resultados esperados, sigue adelante con la esperanza de que el éxito llegará con el tiempo.

El primer enduro.

La joven destaca que la equitación es un deporte que no tiene edad, lo que le brinda la oportunidad de seguir corriendo mientras su cuerpo lo permita. Esta flexibilidad le da la confianza de que tiene muchos años por delante para continuar compitiendo y trabajando hacia sus metas. Con esta perspectiva, se siente motivada y optimista respecto a su futuro en el deporte, sabiendo que aún tiene tiempo para lograr sus objetivos y obtener el éxito que busca.

Los caballos han desempeñado un papel fundamental en su vida, brindándole numerosas oportunidades y alegrías. Su familia se dedicó a la cría de caballos, lo que les permitió criarse y estudiar gracias a esta pasión. Las carreras han sido un espacio donde ha podido cumplir sueños y celebrar victorias, y a lo largo de su trayectoria ha forjado amistades en todo el mundo. Además, el trabajo con caballos le ha permitido viajar y conocer diferentes culturas, enriqueciendo su vida personal y profesional.

La evolución de los sueños en la vida de una atleta

Cecilia reflexionó sobre la naturaleza de los sueños y su evolución a lo largo de su carrera. "Siempre te digo que era un sueño ir a correr", comparte. "Después, ese sueño se convirtió en la experiencia de participar en una carrera, y ahora es un sueño correr y que este deporte forme parte de mi vida". Para ella, los sueños no son estáticos; se transforman constantemente. "A medida que los vas cumpliendo, surge otro sueño. Es como si cada logro abriera la puerta a nuevas aspiraciones".

Esta evolución de los sueños es fundamental para su motivación. "Creo que eso es lo que te va manteniendo viva", dice. "Soñar algo y trabajar para lograrlo es lo que te impulsa a seguir adelante. Es lo que te mantiene con ganas de hacer cosas que realmente te gustan y de intentar cumplirlas". Para Cecilia, cada carrera, cada experiencia y cada desafío superado son escalones que la llevan a nuevas metas, reafirmando su pasión por la equitación y la competencia. En este camino, la búsqueda de nuevos sueños se convierte en un motor que la anima a seguir adelante, a enfrentar lo desconocido y a disfrutar de cada paso en su trayectoria como atleta.

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.
Con un enfoque en la sostenibilidad y el respeto por la naturaleza, el matriminio ha transformado su vida al trasladarse del bullicio urbano a la calma del campo
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