A los pocos días de haber cumplido la mayoría de edad, y a los pocos meses de haber terminado la Escuela Agraria, partió de Artigas para hacer un curso de inglés en Nueva Zelanda y conocer la forma de producir de ese país. Al tiempo de estar allá, sus padres le comunicaron que podían afrontar los gastos que incurrían hacer una carrera en Nueva Zelanda y aprovechó la oportunidad de estudiar en una de las 100 universidades del mundo especializadas en la tierra.“¿Por qué no estudiar acá? ¿Por qué no hacer la universidad acá y adquirir el conocimiento con el que ellos han evolucionado? Y con eso volver al país y mejorar la producción, no sólo del campo nuestro sino también ayudar a productores a mejorar su producción. Nueva Zelanda es muy buena en todo el tema de la producción de lechería, es muy buena en la producción de carne de cordero, en la producción de carne vacuna. Son muy buenos en los cultivos de trigo, cebada. Uruguay lo hace muy bien, pero Nueva Zelanda como los dioses. ¿Por qué no venir acá, aprender y llevarme todos los conocimientos para allá?”, se decía todo el tiempo.
Ramiro Pollini Lenzina tiene 24 años, es de la ciudad de Artigas y estudia Agronomía en la Universidad de Lincoln, en Nueva Zelanda, una de las pocas universidades especializadas en la tierra y la producción agropecuaria. Su infancia la pasó en la ciudad, aunque su familia materna siempre estuvo involucrada con el campo. Su abuelo tiene carnicerías y en su momento tuvo un campo llamado Guaviyu. Allí nació su pasión por la producción, el respeto a la tierra y el amor a los animales.
Su familia tiene una farmacia en la ciudad. Su padre nunca estudió nada sobre el campo, sino que hizo medicina, por lo que nunca fue un gran entendido en el tema pasturas o rotaciones de pastos. Su padre tiene, además, un campo y siempre se preguntó “cómo es posible que los europeos tengan campos mucho más chicos que los nuestros y sean millonarios, pero nosotros no podamos tener una vida digna teniendo más tierra”. “Él no entendía porqué en Artigas no podía mejorar la producción de un sistema que es extensivo ganadero”, comentó. Todas esas fueron cosas que se fueron grabando en el joven.
Tercero de liceo lo cursó en la escuela agraria. Aprendió mucho sobre el campo uruguayo y sobre cosas que él confesó no tener idea. En quinto año de la agraria había una materia, producción vegetal, en donde hablaron sobre la producción del campo natural uruguayo. “Dijeron que produce dos, tres, cinco o seis toneladas de materia seca por hectárea, pero hay países que a las pasturas le está yendo mucho mejor, como el caso de Nueva Zelanda que produce 20 toneladas de materia seca. Me acuerdo que escuché ese dato y me llamó la atención. Le pregunté al profesor cómo lo hacían y me respondió que usaban mucho fertilizante y riego. Ese día volví de clase y le dije a papá que me encantaría conocer Nueva Zelanda, porque me parecía sumamente interesante todo lo que hacían en temas productivos. Empecé a investigar Nueva Zelanda, no sabía ni dónde estaba ubicado geográficamente… Vi que era un país desarrollado y que estaba allá en el medio del Pacífico, que era un país chiquito y que eran muy buenos productores. Qué bueno todo eso pensé…”, recordó.
Sin embargo, el gran problema era el inglés. “Mi padre me dijo yo era un desastre en inglés y era malo en serio; no por el instituto sino porque yo era malo… no estudiaba nada. Era un desastre. Mis padres me dijeron, convencidos, por qué no iba a hacer un curso de inglés y a raíz de eso veía algunos campos y conocía…”, expresó.
Terminó el liceo en 2016 y se fue a Nueva Zelanda, a los pocos días de haber cumplido los 18 años.
La primera vez que llegó estaba muy nervioso, tenía mucho miedo de lo que le podían preguntar en inmigración. “Me acuerdo que la mujer me preguntó un par de cosas y le supe escupir solo algunas. No me entendió, pero entré. Me acuerdo clarito cuando me subí al ómnibus y me bajé en la calle principal de Oakland. Saltaba de la alegría con mis valijas, porque no podía creer en dónde estaba, no podía creer que había llegado y que estaba acá”, contó.
Comenzó a realizar cursos de inglés y participaba de todas las excursiones que el instituto organizaba. En uno de los paseos conoció una estancia y se presentó con el dueño. “Le dije que yo también era productor en Uruguay y que estaba acá porque me gustaba mucho como producían. Me sacó a pasear por el campo y me mostró un montón de cosas: cultivos que yo nunca había visto, un tambo, las ovejas, las pasturas. No podía creer todo lo que estaba viendo. Pasar de Artigas de un campo extensivo y bastante precario a eso fue muy fuerte”, aseguró.
La Universidad. Sus padres comenzaron a insistir que fuera a conocer la universidad de Lincoln. “Todos los días hacíamos videollamadas y me preguntaban lo mismo: ‘¿Ramiro fuiste a conocer la universidad?’. El curso de inglés que estaba adaptado para mí era en Christchurch y la facultad me quedaba a 25 minutos de ahí. Por eso me preguntaban todo el tiempo por la facultad”, explicó.
Un día se tomó un omnibus y fue hasta la Universidad: “vi cómo era el campus, el lugar y era una institución de la gran… por lo que me puse a averiguar qué carreras habían”, contó.
Eran tres las carreras relacionadas: Bachelor of Agriculture, Bachelor of Agriculture and Science (la que está haciendo) y Bachelor of Commerce.
Se motivó para hacer la carrera, pero los requisitos y documentos eran muchos, pero conoció a un profesor argentino que lo ayudó y explicó los pasos a seguir. “Decidí quedarme para hacer la facultad. Tuve que mandar un montón de documentos, mi escolaridad de la agraria, del liceo; se habían sorprendido porque yo había hecho un montón de cursos de inseminación ovina y bovina. Tuve que hacer inglés para propósitos académicos y después tuve que hacer una revalidación del liceo que era matemática, economía, un poco más de inglés, algo parecido a la biología, una materia ambiental… cuando completé todo arranqué la carrera”, explicó.
Para recibirse de Bachelor of Agriculture o Bachelor of Agriculture and Science, se deben hacer prácticas en campos. Tiene que ser por un mínimo de 10 semanas y un máximo de 14. Una en lechería y otra en Sheep and Beef (lana y carne) también con un mínimo de 10 y un máximo de 14. “Si hacés 10 y 10, por ejemplo, las otras semanas las tenés que complementar con una industria del sector también agropecuario. Es decir, hay que tener un mínimo de 28 semanas de trabajo en el sector para recibirte”, dijo.
El gran problema que enfrentó en la facultad es que nunca pudo decidir qué le gustaba más: todos los sistemas que producen, tanto leche como carne, le encantan. “En mi carrera tenes la oportunidad de guiarla a lo que te gusta y siempre tuve una gran diversidad de interés en todo. Hice énfasis fue en la producción de pasto, tanto en sistemas extensivos como intensivos”, comentó.
Sus planes. Actualmente transita el último semestre de la carrera que termina en noviembre. Una vez recibido tiene planeado quedarse trabajando en el verano con una gente amiga que está a cargo de un campo experimental de la empresa PGG Wrighton Seeds, en donde se desarrollan las nuevas variedades de raigrases, de festucas, de trébol blanco y de cultivos anuales e invernales.
“La idea es quedarme con ellos por lo menos un año más, el verano y un par de meses, para volverme el año que viene a Uruguay definitivamente con la experiencia hecha”, señaló.
Las ganas de volver y conseguir un trabajo en Uruguay son muchas. “Puede ser un asesoramiento, me encantaría hacer eso; subirme a la camioneta e ir a conocer campos, escuchar los productores y poder darles, no sé, algún consejo, alguna solución a ciertos problemas que tengan con el manejo de las pasturas o cosas así”, explicó.
A su vez, planea empezar a hacer cambios drásticos -y necesarios- en el campo familiar.
============02B_2020 Rurales Apoyos Estrechos Cpo 18 (15288974)============
lo que se trae: un boniato “que le vuela la bata”
============04_Datos texto regular (15288975)============
A Uruguay se trae conocimientos sobre el manejo de pasturas naturales con mejoramientos con leguminosas, anuales o perennes. A su vez, un plan de manejo forrajero para poder apretar el acelerador y no pasarla tan mal cuando la cosa viene fea. Además, le gustaría innovar en dos cosas. Una, en el uso mucho más intensivo de la alfalfa con la producción de corderos. Y otra, en la importación de fodder beet (beta vulgaris.L): un boniato enorme que se usa en Nueva Zelanda para pastorear en el invierno y tiene muy buenos resultados. “Se está empezando a hacer en Argentina, pero en Nueva Zelanda fueron pioneros. Tengo un profesor que es especialista y tuve una revisión bibliográfica con él. Es un cultivo delicado de manejarlo, pero cuando le agarras la mano le vuela la bata”, expresó.

“Creo que Uruguay tiene el potencial de ser mucho mejor...”
La vida estudiantil es “un poco diferente” a la de Uruguay. En Nueva Zelanda es “muy fácil” tener un auto y es “muy normal” vivir en casas con amigos. Se dividen los gastos, se comparten las áreas comunes, cocinan juntos y cada uno tiene su habitación. Va a la facultad de lunes a viernes y nunca arranca antes de las 9 de la mañana. Sobre las 5 de la tarde comienza su tiempo libre que lo destina a hacer deporte o a estudiar.
Cada dos semanas tiene salidas de campo. Los alumnos se suben a un ómnibus y recorren campos diferentes para escuchar qué hacen los productores, cómo lo hacen y por qué lo hacen así. Luego deben escribir un reporte sobre el campo y plantear ideas nuevas.
“Me he llevado muchas gratas sorpresas. Este país está lleno, como también lo está Uruguay, de gente muy buena y dispuesta a abrir sus campos y sus conocimientos. Siempre tengo la misma emoción cada vez que conozco un campo nuevo. ‘Mira lo que están haciendo estos locos’, repito. Esa alegría hasta ahora la tengo. Me apasiona la producción agropecuaria, la producción de carne de cordero, la producción de carne de bovina, la producción de leche. Me fascinan. Para mí ver una pastura que está bien manejada, que está bien comida, que está fertilizada y que está limpia me pone contento. Me emociona mucho ver hasta dónde llegué”, contó.
El joven, que se fue hace mucho tiempo de Uruguay, reconoce que el país tiene “un potencial enorme para crecer y para desarrollarse”, más en todo lo que es el sistema agropecuario, en ganadería y en agricultura. “Eso me da mucha confianza, me llena de esperanzas de poder volver al país y poder ayudar a productores o ser yo mismo productor y cada vez producir mejor”, dijo.
Y citó una frase que siempre tiene presente: “Quien está en la pintura a veces no ve la moldura”. “Tengo amigos que me dicen que Uruguay no da, que es un desastre, pero pienso que Uruguay es un país que tiene todo para crecer y tiene todo el potencial para poder ser mucho mejor”, expresó.
En clase, los profesores les dicen que Nueva Zelanda es “el único país en el mundo” que goza de una calidad de primer mundo solo a base de la producción agrícola y agropecuaria que tiene. “Yo quiero que Uruguay también sea así”, aseguró Ramiro Pollini.