En un momento en que América del Sur redefine su estrategia frente a la fiebre aftosa, Uruguay se dispone a tomar una decisión que podría marcar un antes y un después en su capacidad de respuesta sanitaria: incorporarse al Banco Regional de Vacunas (BANVACO). La plataforma, integrada hoy por Brasil, Paraguay, Ecuador y Bolivia, atraviesa un proceso de fortalecimiento técnico y financiero que busca consolidarla como un pilar de protección regional.
El tema estuvo en el centro del Taller Regional realizado en Asunción, donde una sesión especial de PANAFTOSA profundizó en el funcionamiento y la relevancia de este instrumento.
“La aftosa siempre se gana con rapidez”
La discusión dejó un mensaje contundente: ante la fiebre aftosa, la velocidad de reacción lo es todo.
En ese sentido, el ingreso de Uruguay al BANVACO permitiría contar con antígenos y vacunas formuladas en corto plazo, incluso frente a serotipos para los cuales el país no inmuniza —Asia 1, SAT 1, SAT 2 y SAT 3— y cuyo ingreso representa un riesgo sanitario real.
“Independientemente de si vacunamos o no vacunamos, debemos asumir que puede entrar un virus para el que no tenemos cobertura. El banco permite tener antígenos y vacunas listas para actuar rápido. Y la aftosa siempre se gana con una respuesta rápida”, fue una de las ideas centrales planteadas durante el encuentro.
La disponibilidad inmediata de dosis es lo que, según los técnicos, marca la diferencia entre contener un foco en sus primeras horas o enfrentar un episodio de consecuencias económicas y comerciales mucho más profundas.
Un compromiso asumido en Bolivia
Uruguay ya expresó formalmente su voluntad de sumarse al BANVACO durante la última COSALFA celebrada en Santa Cruz de la Sierra, y actualmente trabaja para cumplir las condiciones técnicas y financieras necesarias para oficializar su ingreso antes de 2026.
El funcionamiento del banco se basa en un modelo de reserva de antígenos almacenados y formulación rápida, que permite producir vacunas específicas en cuestión de días. Opera en articulación con laboratorios certificados de la región y bajo la supervisión permanente de especialistas en salud animal.
“Es una inversión mínima comparada con el costo de no estar preparados”, se remarcó, en alusión al impacto que una eventual emergencia sanitaria podría generar sobre los sistemas productivos y los mercados internacionales.
La integración al BANVACO se perfila así como un paso decisivo para fortalecer la capacidad de Uruguay de responder con rapidez y eficacia frente a amenazas sanitarias que no reconocen fronteras.
