Ultiman protocolo sanitario para ingreso de caballos y cerdos a las islas Falkland/Malvinas. Informe sobre la gira de productores y técnicos a la que asistió El País.
Pablo Antúnez.
Aún en condiciones extremas la oveja responde. Con sistemas de producción bien diferentes a los de Uruguay, en el marco de una lucha diaria contra un clima extremo y la naturaleza, los productores de las islas Falkland/Malvinas apuestan a la oveja, produciendo lanas finas de alta calidad y con la carne ovina como complemento.
El sector pecuario en las islas no tiene tanto peso en el Producto Interno Bruto (PIB), pues el principal ingreso es el dinero recaudado por los permisos de pesca, seguidos del turismo, pero el agro es muy importante desde el punto de vista social.
El País formó parte de una delegación de productores y ganaderos uruguayos que, invitados por el gobierno de las islas, recorrió durante una semana los sistemas productivos. La delegación compatriota estuvo conformada por Gabriel Capurro (presidente de la Asociación Rural del Uruguay), Gonzalo Valdés, Alejandro Carvalho, Rafael Ferber, Marcelo Pereira, Raúl Oficialdegui, Raúl Oyenard, y Pablo Antúnez.
Realidad. En Falkland/Malvinas hay 81 granjas (farmers) que cubren 1.139.791 hectáreas. Cuentan con una producción anual de lana de 1.744.903 kilos (base sucia), con un peso promedio de vellón de 3,8 kilos, con diámetro promedio de 22 a 24,5 micras y apuntando a bajarlo más con la introducción de semen congelado Merino desde Australia. La base racial es Corriedale e Ideal cruzada con Merino, pero a los productores les importa más el resultado que la raza y buscan aprovechar los altos precios de las lanas finas, en el marco de un esquema con baja inversión y pocas pasturas mejoradas.
La base productiva es el campo natural, complementada con alrededor de 286 hectáreas de forraje implantado (hay Dactylis de Uruguay y a futuro se probará cómo se comporta el Lotus Rincón) y 285 hectáreas de pasturas perennes mejoradas, implantadas en 2017. Hay 5 granjas que están certificadas como orgánicas.
El manejo es bien diferente al de Uruguay: sólo juntan las ovejas tres veces al año, para la esquila, la señalada y para embarcar a frigorífico en predios que tienen -en promedio- 14.000 hectáreas, con pocos alambrados, sin árboles y casi sin abrigo para los animales. Cada predio tiene entre 6.000 y 8.000 ovinos. Las ovejas, después del invierno, pierden 10 kilos de peso y la señalada promedio es de 60%.
Cabe señalar que hay también algunos vacunos (alrededor de 3.500 cabezas), pero con predios que tienen entre 7 y 15 animales, con base racial Aberdeen Angus, Hereford, Devon, Belted Galloway y Murray Grey. Por lo general, los productores no quieren el bovino, porque la carne está destinada al mercado interno.
Precios y costos. “Producir en estas condiciones ambientales es un desafío cada día”, aseguró Paul Philips, un productor de vanguardia que importa fertilizantes de Uruguay. Su apuesta es al ovino, pero también tiene Aberdeen Angus, utiliza la inseminación artificial y vende novillos y vacas a frigorífico: tiene marca propia de carne en los supermercados.
En los predios de las islas la carga promedio son 1 oveja cada dos hectáreas. Es muy difícil la implantación de pasturas por sus altos costos. El costo de implantación de una pastura está en US$ 350 por hectárea y tienen otros US$ 100 por año de fertilización (de mantenimiento). “Con esos costos y con las dotaciones que trabajan, hay que pensar muy bien cómo se puede amortizar esa pastura y cómo se puede obtener algún beneficio”, reconoció Gabriel Capurro, presidente de la ARU tras recorrer varios predios.
Hasta que no se determine claramente cuáles son las pasturas que pueden tener y justifican la inversión, los farmers “sólo tienen el camino de la genética y el del manejo de las diferentes categorías, tratando de priorizar en los distintos momentos del año, tomando en cuenta el momento fisiológico de los animales, para obtener el mejor resultado”, agregó. El precio promedio para la lana de la última zafra fueron US$ 6 por kilo (con barriga y garreo), pero las mejores lanas llegaron a US$ 13 por kilo. Rinden 80% al lavado y tienen 0,5% de materia vegetal, además de un color muy blanco.
Dependencia. La dependencia del Puerto de Montevideo para las importaciones es total: salen 3.000 contenedores anuales. Los costos son altos. La importación de soja argentina con destino a China desde Buenos Aires cuesta US$ 60 por tonelada. Importar fertilizante desde Montevideo cuesta US$ 120 por tonelada, contó Eugene Hurley, director de South American Atlantic Service Ltda. Hay muchas oportunidades. Actualmente se ultima el protocolo para el ingreso de caballos y cerdos en pie.
Promueven intercambio técnico y cooperación.
Uruguay y las islas Falkland/Malvinas tienen muchas oportunidades de cooperación en “mejoramiento genético, en extensión y entrenamiento de personal y técnicos e incluso hay posibilidades de intercambio de estudiantes”, afirmó el director del Departamento de Agricultura de las islas, el australiano Adam Dawes en el marco de una charla técnica realizada en el Departamento de Agricultura para la delegación uruguaya.
Dawes también consideró que “hay un paquete tecnológico de Uruguay en manejo de pasturas que se puede aplicar en algunos predios de las islas para incrementar la producción de lana, que es la meta prevista”. La principal meta de la oficina gubernamental que dirige es incrementar la rentabilidad de las empresas que está basada en la producción de lanas finas, sin importar las razas, con la carne ovina como complemento.
El jerarca de Falkland/Malvinas explicó que en los últimos 10 años se concentraron en mejorar, fundamentalmente, las características de la lana. Esa lana es bien conocida por la industria topista uruguaya que habitualmente la importa por tener menor contenido de fibras vegetales, excelente color y alto rendimiento al lavado (70% y 80%).
“Ahora, la nueva etapa está centrada en trabajar en la gestión de los establecimientos, en ver cuáles son las principales fuentes de ingresos, de gastos y de rentabilidad de cada una de las empresas”, explicó.
En los últimos cinco años se hizo una enorme inversión con la importación de 20.000 pajuelas de semen Merino de Australia y la inseminación intrauterina de 4.000 a 5.000 ovejas al año. “Es sorprendente que a pesar de ser un medio ambiente diferente y con un manejo distinto, mucho del material genético que se importó se comportó muy bien en las islas”, sostuvo Dawes.
Un modelo productivo diferente.
A los uruguayos les sorprende el modelo productivo de las islas, donde la supervivencia de hombre y animales es difícil.
Rafael Ferber: “Fue una buena experiencia. Hay un intercambio importante para hacer con Uruguay, porque nosotros podemos aportarles cosas que ellos precisan, sobre todo en la parte de extensión. A nosotros su realidad nos sirve para valorar lo que tenemos y puede ser una oportunidad para muchos jóvenes.
Gonzalo Valdés: “Las islas están bien organizadas con un ánimo desde el gobierno de fomentar la producción, de no tener una carga impositiva que dificulte el dinamismo de la economía, todo lo contrario, con un sistema de impuesto único a la renta y una seguridad social muy positiva”.
Alejandro Carvalho: “Es una experiencia inolvidable desde el punto de vista productivo y humano. Los sistemas productivos en general, usan muy poca tecnología, algunos están empezando a trabajar pero el riesgo es muy grande. Como buenos productores, son cautos, dan pasos seguros y van buscando lentamente el camino que hace que la ecuación económica, productiva y ambiental sea la mejor”.
Raúl Oyenard: “Es una realidad productiva totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados, un sistema de vida y un comportamiento de las personas diferente a lo que es la sociedad nuestra en su conjunto”.
Raúl Oficialdegui: “Fue una enseñanza de cómo en condiciones muy áridas - por la falta de recursos, de mucho frío y mucho viento- también se puede producir e inclusive si uno adecua su sistema de producción a sus recursos, ganar plata. Hay un montón de productores luchando y con estos precios de la lana, están logrando buenos resultados. Es una sociedad del primer mundo ubicada en tercer mundo”.
Las islas donde el ovino es la estrella.
Ingenio. Con mano de obra cara y escasa, el ingenio se agudiza. En el galón de esquila para 4.000 ovejas de Groose Green, una de las estancias del gobierno, hay espejos a la entrada para facilitar el ingreso de las ovejas. Eso permite el arreo y evita aglomeraciones en la portera.[/caption]
Vacunos. Son pocos los bovinos en las islas y se hace duro para la vaca quedar preñada, pasar el duro invierno y encima criar el ternero sin una buena base forrajera. En algunos predios como el de Paul Philip, un productor de vanguardia, se planta nabo forrajero para complementar con la fibra del campo natural (de bajo potencial nutricional), se insemina con semen Angus y se vende a frigorífico. Tiene marca propia de carne.