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CRILU entregó la generación de carneros más ultrafina en 26 años

La nueva generación combina finura récord, mayor eficiencia biológica, resiliencia y mejores retornos productivos, consolidando el liderazgo del Merino ultrafino uruguayo

CRILU
Merino CRILU
Foto: INIA

El Consorcio Regional de Innovación de Lanas Ultrafinas (CRILU) realizó una nueva entrega anual de carneros, marcada por un hito histórico: los consorciados recibieron la generación con la lana más fina en 26 años de trabajo, acompañada de muy buenos pesos de vellón y tamaño corporal. El resultado confirma la consistencia del programa de mejoramiento del Merino superfino y ultrafino desarrollado en Uruguay.

Cada año, el CRILU selecciona los mejores carneros desde el punto de vista genético y los asigna a sus integrantes mediante un sorteo oficial. La genética proviene del Núcleo de Mejoramiento Genético Merino Ultrafino, ubicado en la Unidad Experimental Glencoe del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), y validada por el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL). Este mecanismo asegura acceso equitativo a reproductores de alta calidad, evaluados objetivamente y respaldados por instituciones técnicas.

La generación 2025 mostró avances significativos en finura y eficiencia productiva. El peso vivo promedio al cierre de la prueba fue de 67 kilos, con ejemplares que superaron los 80 kilos con apenas 12 meses. El diámetro promedio de fibra se ubicó en 14,2 micras, con un rango entre 12,4 y 15,7 micras. Cerca de dos tercios de los carneros quedaron por debajo de 14,5 micras, dentro de los estándares más exigentes de las lanas ultrafinas.

Según destacaron desde INIA, los resultados reflejan la combinación de atributos que históricamente ha sido difícil alcanzar: diámetros de fibra cada vez menores, alto potencial productivo, mayor eficiencia biológica y una resiliencia superior, especialmente en resistencia a parásitos gastrointestinales. Esto se traduce en majadas más productivas, con mejores ingresos y mayor capacidad de adaptación.

La contribución de la investigación científica fue señalada como clave. Técnicos de INIA explicaron que, junto al SUL, el Instituto Plan Agropecuario, la Sociedad de Criadores de Merino Australiano y la Universidad de la República, el país dispone hoy de un paquete tecnológico integral en genética ovina, desarrollado durante más de dos décadas con base en investigación aplicada, evaluaciones objetivas y selección por DEP (valores genéticos). Ese conocimiento llega al productor a través de capacitaciones, asistencia técnica y protocolos de manejo.

Durante la jornada también se presentaron avances de trabajos orientados a mejorar la productividad ovina en sistemas extensivos. Expertos del CRILU, SUL e INIA abordaron la recría estival sobre Basalto, una etapa crítica por el déficit forrajero y la presión parasitaria. Los resultados confirman que el uso de leguminosas, cultivos estivales, suplementación estratégica y manejo sanitario adecuado permite mejorar de forma significativa los índices de recría y engorde durante el verano. Asimismo, se presentaron herramientas económicas para evaluar la conveniencia de estas tecnologías, en función de precios actuales y metas productivas.

Otro de los temas centrales fue el Experimento de Largo Plazo de Campo Natural, instalado en 2023 en Glencoe, donde ya participan corderos de productores consorciados. Pensado para extenderse al menos tres décadas, el ensayo evalúa productividad animal y vegetal, impacto ambiental, resultados económicos y requerimientos de mano de obra en sistemas ganaderos sobre campo natural de Basalto. Entre los avances iniciales se destacó la producción de lanas finas con dos esquilas anuales, mejoras en ganancia de peso en sistemas más intensivos y la incorporación de mediciones orientadas a diferenciar calidad de lana, canal y carne.

Los responsables técnicos coincidieron en que el conjunto de estos resultados apunta hacia un mismo objetivo: ovinos más resilientes, más eficientes en el uso del pasto y con un perfil productivo alineado a las exigencias ambientales y comerciales actuales. La sinergia entre ciencia, innovación y productores se posiciona así como un motor de transformación para toda la cadena ovina.

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